Una escuela que mira al mundo

SAMU y su escuela de emergencias cuentan desde hace ocho años con la colaboración de la empresa Global Education and Career Development Abroad (GlobalEd), especializada en el desarrollo de programas de educación internacional que permiten a estudiantes norteamericanos viajar a Sevilla para mejorar sus conocimientos académicos y/o realizar prácticas formativas.

Steven Davis, fundador y director de GlobalEd, lleva 23 años trabajando en el sector de los estudios extranjeros, pero no se independizó y formó su propia empresa hasta 2009. “Mi pasión siempre han sido las prácticas formativas. Mi objetivo es lograr que mis estudiantes aumenten su empleabilidad durante su estancia en el extranjero, es decir, sus aptitudes y actitudes para poder conseguir y conservar un empleo, además de ayudarles a lograr un curriculum de calidad que les permita tener una candidatura competitiva”.

En el ámbito sanitario, las primeras rotaciones que realizaron los estudiantes extranjeros en Sevilla fueron en el Hospital Infanta Luisa en 2011. “La primera rotación fue un éxito. Todos los médicos dijeron que les había encantado la experiencia. Y, a partir de ese momento, hubo un efecto dominó con otros hospitales”, relata Steven Davis.

La relación con SAMU y su escuela de emergencias comenzó en 2015. “SAMU y GlobalEd tienen una mentalidad y una filosofía de trabajo similar. Siempre estamos pensando en cómo seguir creciendo y mejorando”, observa Davis.

Durante los primeros años de esta colaboración, varios grupos de estudiantes de entre 18 y 23 años de la Universidad de Texas (Dallas, Estados Unidos) que querían ser médicos se formaron durante varios días en las instalaciones de Escuela SAMU, lo que les permitió conocer de primera mano la realidad del sector de las emergencias sanitarias.

En Estados Unidos, a su edad, las prácticas no son participativas, sino que los alumnos se dedican exclusivamente a observar. Sin embargo, en Escuela SAMU, los estudiantes se tienen que poner manos a la obra y participar de forma activa en cada ejercicio. “Aquí pueden llevarse hasta 14 horas trabajando sin parar y acaban completamente exhaustos, pero están encantados porque participan y están en contacto directo con las víctimas”, explica Steven Davis.

En concreto, este programa de estudio en el extranjero incluía tres semanas de formación en hospitales de Sevilla, donde realizaban rotaciones por las diferentes especialidades médicas, y otra semana de ejercicios prácticos en Escuela SAMU sobre soporte vital al trauma en el ámbito prehospitalario.

“Estudiar en el extranjero en mi época, a finales de los años ochenta, significaba una inmersión cultural y lingüística. Hoy esto ha cambiado mucho. La duración de los programas es menor y cada vez más clases se imparten en inglés. No hay una inmersión cultural ni lingüística, sino que esta experiencia se basa más en saborear y descubrir el mundo”, explica Steven Davis, director de GlobalEd. “El número de estudiantes extranjeros se ha incrementado muchísimo en los últimos treinta años y para las universidades es algo a su favor tener alumnos en el extranjero”.

Con la llegada de la pandemia, GlobalEd, al igual que otras muchas empresas, tuvo que renovarse y explorar nuevas formas de colaboración con las diferentes entidades, incluida SAMU. “Los efectos de la crisis del Covid-19 en mi sector, que se basa en estudios extranjeros, fueron catastróficos. Pasamos de 100 a menos cero. Los gastos fijos eran los mismos, pero no teníamos ingresos y, además, tuvimos que hacer frente a devoluciones de pagos realizados”, recuerda Steven Davis.

“Empezamos entonces a pensar qué podíamos hacer y una de las ideas que tuvimos fue poner en marcha prácticas online. Hablamos con universidades en Estados Unidos sobre este nuevo plan y fue nuestra salvación. El mundo no estaba preparado para una pandemia y el aislamiento que esto provocó. Había muchas carreras que requerían de prácticas para terminar los estudios. Nosotros empezamos a ofrecer prácticas online, pero muy enfocadas a empresariales, marketing, gestión, finanzas y las tecnologías de la información, principalmente. En el caso del sector sanitario, hablamos con hospitales para que nuestros estudiantes realizasen prácticas, pero siempre relacionadas con la gestión y la administración”.

Según explica el fundador de GlobalEd, conforme se comenzaban a abrir las fronteras y las normas anticovid eran más flexibles, comenzaron a desarrollar un nuevo programa de rotaciones en ambulancias junto a SAMU, en concreto en Sevilla y Málaga, pero éste no tuvo la aceptación que se esperaba.

Además, durante la pandemia, los estudiantes de GlobalEd participaron como voluntarios en varias iniciativas de SAMU First Response, la filial de SAMU en Estados Unidos. “Un grupo de alumnos de la Universidad de Dallas colaboró en la creación de conciencia y en darle visibilidad al proyecto de SAMU en Estados Unidos, ayudamos a contactar con posibles donantes y participamos durante un año en las diferentes fases del programa de acogimiento y asesoramiento de familias y menores no acompañados durante la última gran crisis migratoria vivida en EEUU”, apunta Steven Davis.

El pasado año, varios egresados realizaron prácticas formativas en la clínica SAMU Wellness, especializada en salud mental, y en la Residencia Santa Ana, que se centra en la atención a personas dependientes con daño cerebral adquirido, centro gestionado por Fundación SAMU.

Además, este año un grupo de 19 estudiantes han realizado un curso intensivo de un día en Escuela SAMU y GlobalEd ha desarrollado un programa de dos semanas con ejercicios de soporte vital de trauma prehospitalario en Escuela SAMU que se completarían con rotaciones en hospitales de Sevilla. “Este verano no hemos podido sacarlo adelante, no he logrado venderlo bien, pero es un buen programa y estamos seguros de que podremos ponerlo en marcha el próximo año. No obstante, estamos contentos porque en julio tuvimos a 100 estudiantes de manera simultánea en Sevilla y 37 de ellos realizaron prácticas en hospitales”, apunta Steven Davis.

“Ahora no tenemos un programa claro sobre la mesa con SAMU, pero no me sorprendería estar hablando de uno la semana que viene. SAMU me ve como un recurso, igual que yo los veo a ellos. Juan González de Escalada, director de Emergencias de SAMU, y todo su staff son unos grandes profesionales, especialmente, Thomas Couyotopoulo, director de escuela SAMU, y el instructor Andrés Rodríguez Holst, unos magníficos líderes y profesionales”.

“Para mí, SAMU forma parte de mi familia. Tenemos una mentalidad muy parecida, muy abierta, siempre con la intención de colaborar y de crecer juntos en muchas iniciativas”, continúa Davis, que asegura que sus estudiantes viven una experiencia única en SAMU y que “jamás podrán tenerla en EEUU”. “Aquí tienen contacto directo con el mundo de las emergencias y hospitalario. En EEUU, son demasiados jóvenes, no por edad, sino por su trayectoria académica, y no pueden realizar prácticas médicas. Mis estudiantes, cuando echan su solicitud para ser pediatras, por ejemplo, pueden explicar su experiencia y decir que han estado presentes en más de un parto o que han hecho rotaciones en cardiología, radioterapia, pediatría o urgencias”. Estos estudiantes tienen una experiencia diferente a la del resto de alumnos, lo que los hace más competitivos y únicos.

Trabajo social, comunidad, sociedad y salud mental

Históricamente, la condición de tener una discapacidad en cualquier sociedad ha sido vista como algo trágico. Se considera a estas personas como dependientes sociales, receptoras de caridad e incapaces de sostenerse por ellas mismas y, ni mucho menos, a sus familias. Con el paso de los años, se asumió una visión paternalista hacia las personas con discapacidad, siendo frecuente su internamiento en instituciones u hospitales y quedando excluidas de cualquier decisión tomada relativa a su rehabilitación o tratamiento.

El escenario era el de una sociedad que excluía automáticamente a estas personas y alejaba cualquier viso de inclusión social y real. No existían las herramientas necesarias para hacer realidad la ruptura de todas y cada una de las barreras existentes para que las personas con discapacidad puedan acceder al goce y disfrute de una vida plena.

Por estas razones me ha parecido interesante la cita con la que se encabeza este texto: trabajo social, comunidad, sociedad y salud mental. Esto sugiere un cambio en las intervenciones hacia este campo, descentralizando la discapacidad en el diagnóstico que tiene una persona y situando el foco en los recursos que en sí aporta la sociedad: desde la sensibilización a la ciudadanía hasta los profesionales de las distintas áreas sociales, entre ellas el trabajo social. Hoy seguimos en este camino desde muchos espacios como San Lucas de Fundación SAMU, nuestro centro de atención a personas con discapacidad y especialista en la intervención de la conducta.

Una herramienta legal con la que contamos para la protección de las personas en situación de vulnerabilidad es la Ley 39/2006 de 14 de diciembre para la promoción de la autonomía personal y atención a las personas en situación de dependencia.

El inicio de su exposición de motivos reza: “El reto no es otro que atender las necesidades de aquellas personas que, por encontrarse en situación de especial vulnerabilidad, requieren apoyos para desarrollar las actividades esenciales de la vida diaria, alcanzar una mayor autonomía personal y poder ejercer plenamente sus derechos de ciudadanía”.

En mi opinión, es una declaración de intenciones que realmente pretende dar una respuesta a las necesidades que presentan las familias (cuidados de mayores, discapacidad…), si bien la realidad muestra que no responde a la inmediatez ni a la urgencia de éstas por todo el proceso burocrático que precisa la solicitud de la dependencia, asignación de grado y recurso en su Programa Individual de Atención (PIA).

Durante este largo proceso, las familias han de seguir atendiendo a estas personas en sus domicilios, mientras existen centros con plazas libres que podrían proporcionar la atención precisa desde el mismo momento de la petición de ayuda. Es un aspecto por mejorar.

La discapacidad es un factor que impacta gravemente en la mayoría de las familias tanto por desconocimiento y rechazo social como por la ausencia de recursos de apoyos.

El nacimiento de un hijo/a ya supone una fuente de “estrés positivo” para la familia, que es la facilitadora de los cuidados y atención que, a nivel físico, económico, asistencial y emocional, necesita todo ser humano desde su nacimiento hasta su emancipación de este primer núcleo, siguiendo una trayectoria convencional.

Nos encontramos así con numerosas familias, cargadas de estereotipos y prejuicios sociales frente a la discapacidad y a la enfermedad mental, que se encuentran incapaces de afrontar y ofrecer los apoyos necesarios para dar la bienvenida a la llegada del nuevo miembro que es diagnosticado de alguna enfermedad de esta tipología.

Este hecho provoca un impacto emocional en cada uno de los miembros de la familia y en la persona afectada, y una serie de cambios necesarios para ajustar el adecuado funcionamiento vital de esta persona en esta nueva dinámica. Incluso se podría hablar de un proceso de duelo que atraviesan las personas cuidadoras y, muy principalmente, aquéllas que ocupan plaza de daño cerebral sobrevenido. Ellas se enfrentan a una despedida de una vida anterior en las que no precisaban de un apoyo profesional personalizado y no se veían privadas de su libertad en cuanto a autonomía en todas las áreas (asistencial, social, laboral, entre otros).

Para evitar un desbordamiento de la familia, para proteger la salud mental y física de los cuidadores principales y para garantizar un pleno desarrollo y bienestar de la persona que presenta un diagnóstico de discapacidad (física, psíquica o sensorial), es necesario articular una serie de redes tanto institucionales como informales. Y es aquí donde la labor del Trabajo Social cobra importancia, ya que, sin esta disciplina, las personas que presentan alguna limitación están más expuestas a la vulneración de sus derechos, desde los que le corresponden como parte integrante de una familia, ya que es el entorno que más va a influir en la vida de esta persona, como las propias por su condición de ciudadano/a (participación en la vida pública, por ejemplo).

En la actualidad, uno de los acercamientos más usuales al mundo de la familia es el del enfoque sistémico, que ve a la familia como un sistema abierto que interacciona con los distintos subsistemas que lo componen y con su entorno, y que pasa por distintas etapas.

Basándonos en nuestra experiencia, la persona con discapacidad es un reflejo de la dinámica familiar, por lo que es sumamente necesaria la coordinación permanente con las familias para aunar criterios y pautas a seguir en pro al bienestar de estas personas.

Cada familia presenta diferentes niveles de aceptación de la discapacidad o de la enfermedad mental, resistencia en cuanto a los cambios sugeridos o proyecciones de problemas personales en la persona con discapacidad. Por eso, es necesario saber diagnosticar el funcionamiento familiar para abordar una intervención acertada con las personas con las que trabajamos.

Nuevamente, cobra relevancia el papel del trabajador social dentro de los centros de día como el nuestro, donde se potencian las capacidades que poseen las personas, acompañándolas en el proceso de conformación de su autonomía desde un enfoque sistémico.

Además del trabajo indispensable de las familias que cuentan con algún miembro en situación de dependencia, el trabajo social proporciona un enfoque comunitario a las intervenciones, permitiendo el uso de las distintas redes existentes en la comunidad, y logrando una mayor participación, normalización e inclusión en la sociedad. De esta manera, se hace fundamental la participación de estas personas en los recursos comunitarios (biblioteca, distritos, complejos deportivos…), lo que representa un enfoque importante en el trabajo social del centro.

Me parece interesante incluir un texto del profesor David Goldberg con respecto al cuidado comunitario, constituyendo no una crítica, pero sí un punto de vista diferente a tener en cuenta a modo de precaución: “Se cree que las enfermedades mentales serias pueden prevenirse mediante el abandono del hospital y controlando a los enfermos en su hogar o en el consultorio externo del médico de familia, aunque no hay ninguna evidencia que esto sea correcto. Se piensa que los hospitales producen institucionalismo y que están asociados a escándalos. No se advierte que la gente también se institucionaliza en la comunidad, lo que es más difícil de controlar. También los abusos son más difíciles de prevenir. Los hospitales se consideran como lugares negativos, de modo que lo mejor es privarlos de recursos. Quienes toman una posición romántica consideran a la comunidad como terapéutica y, sin embargo, creen que gran parte de la responsabilidad de proveer recursos puede traspasarse a las autoridades locales de salud y agencias de voluntarios. En la medida en que las autoridades de salud tengan éxito en sacar a los psiquiatras fuera del hospital hacia centros diurnos y dando otras facilidades comunitarias, habrán tenido éxito en diferenciar a la psiquiatría de la medicina general”.

Este acercamiento a la comunidad no va a ser la única respuesta a los requerimientos de la discapacidad, ni a lo que salud mental se refiere. Es importante reconocer que habrá personas para las cuales será muy difícil ofrecer este tipo de alternativas. En las palabras del profesor Goldberg, se refleja la consideración de que, si esta comunidad está pobremente educada en cuanto a la discapacidad y/o salud mental, puede generar una actitud más intolerante y punitiva hacia las conductas “antisociales” o “desviadas” de estas personas.

Al mismo tiempo que promover la convivencia y el cuidado comunitario, tenemos la responsabilidad de proveer un “paraguas” protector que permita a muchos sobrevivir en la comunidad, en los hogares donde conviven las personas con discapacidad y/o salud mental.

ROCÍO ÁLVAREZ.

Trabajadora social y subdirectora del centro de día San Lucas (Sevilla)

“Todo el mundo debería vivir una experiencia así”

Alba Molina Fajo y Julia Ceballos Ramírez. Enfermeras y miembros del contigente que ha participado en la Misión de Chile.

 

Las enfermeras especialistas en Pediatría Alba Molina Fajo (Jaca, Huesca, 1995) y Julia Ceballos Ramírez (Granada, 1998) formaron parte de la misión humanitaria de Fundación SAMU en Chile que se desarrolló entre junio y julio de este mismo año en Coyhaique, ciudad de la región de Aysén, al sur del país. Durante 18 jornadas consecutivas, ambas voluntarias hicieron frente al brote de virus respiratorio sincitial que ha afectado, de forma especial, a bebés menores de un año, provocando al menos siete fallecimientos en los peores días de la crisis y una saturación de camas para pacientes críticos.

Este despliegue volvió a demostrar la capacidad de respuesta y de especialización de Fundación SAMU ante la llamada de la OPS/OMS (Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud) y su vocación de ayudar a los que lo necesitan, allá donde estén.

—¿Por qué decidieron participar en la misión humanitaria de SAMU en Chile?

—Alba Molina (AM): SAMU buscaba para esta misión un perfil específico de enfermera con experiencia en cuidados críticos pediátricos y casos de bronquiolitis. Todo ello se adaptaba bien a mi experiencia profesional y personal. Siempre intento estar atenta a este tipo de oportunidades laborales y de voluntariado. Cuando me enteré de esta misión sentí que estaba lo bastante preparada para dar el paso.

—Julia Ceballos (JC): En mi caso, conozco SAMU desde que comencé a estudiar la carrera de Enfermería, e incluso me atrevería a decir que desde antes. Siempre me ha interesado mucho su escuela de emergencias, la formación que imparten y todas las labores y acciones que realizan. De hecho, aún tengo pendiente realizar su Máster de Enfermería en Urgencias, Emergencias, Catástrofes y Acción Humanitaria. La verdad es que no me pensé mucho el participar en la misión de Chile. Desde que era pequeña he querido participar en algún proyecto de ayuda humanitaria y, en este caso, al ser con SAMU, la decisión fue fácil.

—¿Cómo supieron que SAMU estaba preparando una misión a Chile?

—AM: Una compañera que hizo el Máster de Enfermería de SAMU me lo comentó.

—JC: Lo mismo. Me enteré también a través de una compañera que realizó este mismo máster hace ya unos años.

—¿Habían participado anteriormente en alguna otra misión humanitaria?

—AM: Sí, con una ONG local pequeña en Huancayo, Perú, y con la Fundación Pablo Horstmann en Lamu, Kenia.

— JC: En mi caso, ésta ha sido la primera vez.

—¿Qué se encontraron cuando llegaron a Chile?

—AM: Encontramos una situación un poco diferente a la que esperábamos. Había niños ingresados con un diagnóstico de bronquiolitis y necesidades de cuidados críticos en un servicio de UCI de adultos con una falta de profesionales con experiencia en el manejo del paciente crítico pediátrico.

—¿En qué estado ingresaban los niños?

—JC: No todos los niños ingresaban con la necesidad de unos cuidados intensivos. Todo se iba viendo en función de la evolución del paciente. Pero sí es cierto que algunos de ellos llegaban al hospital directamente con necesidad de ventilación mecánica o con un patrón respiratorio complicado.

—¿Les recordaba la virulencia del virus sincitial a los tiempos del coronavirus en España?

—AM: Sí, en general, la virulencia y el estado en el que ingresaban los pacientes resultaba similar al que nos habíamos enfrentado en España unos meses antes en nuestra propia epidemia en invierno.

—JC: Más que a la situación de 2020 ó 2021, a mí me recordó más a la situación vivida el pasado invierno en España. Nosotras mismas en nuestra unidad vivimos una situación difícil. Hubo muchos niños ingresados por VRS (virus sincitial respiratorio), que requirió de un aumento de personal y de camas de cuidados críticos pediátricos.

—¿Cuál era el estado de alerta entre la población?

—AM: La población estaba bastante enterada de la situación de la epidemia de infección respiratoria infantil y los medios de comunicación se hacían eco constantemente de la misma, así como de la preocupación local sobre la falta de una UCI pediátrica para dar respuesta a los niños que llegaban en una situación crítica.

—JC: Las personas estaban algo angustiadas porque relacionaban esta situación con otra anterior vivida en 2017, cuando tuvieron una carga asistencial muy grande, sobre todo, de pacientes pediátricos, y en la que en más de una ocasión vivieron momentos difíciles y duros.

Recursos disponibles

—¿Cómo era el hospital en el que trabajaron?

—JC: Si tuviese que clasificarlo como normalmente hacemos aquí en España, diría que se trataba de un hospital de carácter comarcal. El centro contaba con la mayoría de los servicios esenciales. Estaba bien dotado tanto de personal como de material y equipamiento. Y, con respecto a lo que nos podemos encontrar en nuestro país, no había mucha diferencia. Lo que sí es cierto es que, en los que se refiere al área de pediatría, no contaba con todos los recursos necesarios. En este caso, no contaba con una UCI pediátrica, un proyecto que se lleva gestionando, según nos informaron, desde 2017.

—¿Con qué medios contaban? ¿Eran similares al de un hospital de España?

—AM: A nivel de medios, el hospital de Coyahique, hasta lo que nosotras humildemente pudimos conocer, estaba adecuadamente dotado. Las diferencias se evidenciaban más a nivel de recursos humanos formados de forma específica para utilizar los medios disponibles para dar unos cuidados concretos a la población pediátrica.

—¿Cómo fue el trabajo con el equipo local?

—JC: El trabajo con el equipo de allí fue muy fácil. Nos recibieron muy bien. Además, creo que nuestro equipo se adaptó muy bien a ellos, al igual que ellos a nosotros. SAMU fue a ayudar y, aunque es verdad que acabamos adaptándonos a su forma de trabajar, siempre aceptaban cualquier consejo o experiencia que les transmitíamos.

—¿Qué aprendizajes y lecciones se han traído de esta experiencia?

—AM: La colaboración fue muy satisfactoria. Nos recibieron con amabilidad y compartieron con nosotras turnos y momentos duros, aportando con ellos a la vez nuestros conocimientos y experiencias particulares.

—JC: Con esta experiencia he podido confirmar que dedicarse al ámbito sanitario es algo vocacional, pues, independientemente de los recursos que se tengan, todo el personal se involucra al cien por cien para que el paciente salga hacia delante o para que los cuidados que reciban sean siempre los más óptimos posibles.

—¿Cómo valoran la experiencia?

—JC: Ha sido muy positiva tanto a nivel profesional como personal. Creo que todo el mundo debería vivir alguna vez una experiencia así.

—¿Qué fue lo que más les impresionó o les resultó más difícil de hacer?

—AM: Para mí, quizás, la parte más difícil fue lidiar con algunas situaciones críticas en las que, en mi contexto de trabajo, estoy acostumbrada a proceder de forma protocolizada, lo que asegura una respuesta organizada y eficaz, pero, en Chile, no siempre podía actuar así, ya que el servicio de UCI pediátrica todavía estaba en proceso de desarrollo, con algunos profesionales instruidos en ese área de práctica clínica pero con muchos todavía en el proceso de formación.

—JC: Lo que más me impresionó fue el hecho de que un hospital un poco incomunicado a nivel de carreteras no contará con una unidad de cuidados críticos pediátricos y sí con otros servicios. Y lo que tal vez me costó un poco más fue el tema burocrático, dado que los pacientes con ventilación mecánica tenían que ser trasladados a un hospital que contara con unidad de críticos pediátrica y eso suponía realizar varias gestiones. Es algo que nosotras no llegábamos a manejar del todo. Pero es cierto que todo es hacerse al sistema de trabajo.

—¿Repetirían la experiencia?

—AM: Me encantaría tener la oportunidad de repetir con SAMU en próximas misiones, especialmente en proyectos de ayuda humanitaria motivada por desastres naturales, un área humanitaria en la que no he trabajado nunca y en la cual tengo un gran interés en aprender.

—JC: Repetiría sin lugar a dudas. La experiencia ha sido enriquecedora en todos los sentidos. Y trabajar con SAMU también lo ha hecho todo mucho más fácil.

Nuevos horizontes para 20 mujeres sin empleo en Ceuta

Fundación SAMU ha finalizado un proyecto de alfabetización digital e idiomática encargado por el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) que ha permitido a 21 mujeres ceutíes en situación de desempleo adquirir habilidades clave en su integración educativa y profesional, y, sobre todo, en su desarrollo personal.

La Dirección General del Servicio de Empleo Público Estatal (SEPE) ha considerado el proyecto que ha desarrollado Fundación SAMU en Miramar como una “buena práctica” en el ámbito nacional, según ha destacado el director provincial del organismo, José Simón. Desde Fundación SAMU, Concepción Pérez, directora del área de Intervención Socioeducativa y de la Mujer, ha subrayado el éxito del programa, que se coloca entre los más “importantes y emotivos” de los desarrollados por la entidad por significar “un cambio de paradigma a nivel humano y cultural”.

Durante siete meses, las 21 protagonistas han participado con alta fidelidad en los talleres organizados por Fundación SAMU. Comenzaron superando las primeras fases de formación en competencias digitales básicas y en dominio del castellano. Las clases incluían diferentes tareas adaptadas a los distintos niveles de las participantes: desde mecanografía, a elaboración de currículum, a navegación por internet y dominio de editores de texto o presentaciones digitales.

Sin embargo, el alcance del programa ha ido más allá de estos objetivos prácticos para abarcar el empoderamiento y la toma de conciencia de la igualdad de género para estas mujeres, que afrontan su futuro con optimismo y expectativas renovadas.

Fundación SAMU recalca que la asistencia a los talleres ha sido constante, a pesar de que las mujeres no han recibido ningún tipo de prestación y pese a haber sido llamadas en numerosas ocasiones para la realización de cursos subvencionados. “Nuestro proyecto ha marcado la diferencia ofreciendo facilidades de conciliación laboral y social de las usuarias, al crear, desde el primer día, una guardería que ha facilitado que las mujeres pudieran asistir a los talleres y ocuparse de sus hijos”, explica Concepción Pérez.

Además, ellas han adquirido herramientas que les ayudarán a la hora de gestionar sus funciones parentales y acompañar a sus hijos de forma positiva y saludable.

Un equipo formado por diez personas (maestras, orientadora, monitoras y administrativa) ha velado por el desarrollo de la formación y el cuidado de las personas participantes, encajando todas las piezas del puzle de la integración. Su desafío ha sido atender de forma individualizada a cada una de las mujeres identificando necesidades laborales y personales y abriéndoles la puerta de una formación reglada o del mercado laboral.

Ambas coinciden en la descripción de una iniciativa que se financia con una subvención de algo más de 140.000 euros del Servicio de Empleo Público Estatal (SEPE), que a finales del año pasado dejó en manos de ocho oenegés la implementación de pequeños planes de empleo para la realización de servicios “de interés general y social”.

Este proyecto se encuadra dentro de las subvenciones del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) en Ceuta dirigidas a la implementación de planes de empleo para la realización de servicios de interés general y social en la Ciudad Autónoma, correspondiente al año 2022.
La iniciativa de Fundación SAMU fue la que recibió una subvención más elevada (141.623 euros) entre los 12 proyectos adjudicados en esta convocatoria en régimen de concurrencia competitiva para instituciones sin ánimo de lucro.

Colaboración institucional

Fundación SAMU ha valorado todas las “ayudas y facilidades” que ha puesto el SEPE para el desarrollo óptimo del proyecto, mientras que el director provincial del organismo, José Simón, ha ensalzado la forma en la que se ha implementado la iniciativa. El proyecto ha representado un nuevo comienzo para mujeres que comparten un perfil de bajo nivel educativo y desempleo de larga duración, aunque atendiendo siempre a sus circunstancias personales únicas.

En la clausura de estos talleres, las beneficiarias se mostraron agradecidas con esta oportunidad: “En nombre de todas mis compañeras, quiero agradecer el gran esfuerzo y dedicación de todo el equipo de SAMU, y por la oportunidad que se nos ha concedido para salir adelante y confiar en nuestras posibilidades. Esperamos que todo este esfuerzo no caiga en saco roto y podamos encontrar un empleo digno”, pronunció en voz alta, ante todos los presentes, una de las participantes.

Espacio de reflexión para la convivencia escolar en Vallecas

El Espacio de Reflexión para la Convivencia Escolar, ubicado en el distrito de Puente de Vallecas del Ayuntamiento de Madrid, es un servicio que el área de Intervención Socioeducativa y de la Mujer de SAMU gestiona desde noviembre de 2021. A través de este proyecto, se busca fomentar la corresponsabilidad de la convivencia y ofrecer herramientas de atención al conflicto para mejorar la relación entre iguales. Durante este verano de 2023 hemos desarrollado el Campamento Urbano Convive, donde se han realizado actividades para trabajar habilidades sociales y comunicativas, inteligencia emocional y atención positiva de los conflictos, además de poder dar a conocer recursos del territorio y fomentar hábitos de ocio saludable.

Como resumen de las actividades realizadas, hemos podido disfrutar de una excursión al Parque de Atracciones de Madrid, donde aprovechamos toda la mañana para montarnos en las diferentes montañas rusas y atracciones de agua, generando un refuerzo de la cohesión del grupo de participantes.
Realizamos una visita a un parque de tirolinas, donde pudimos volar, literalmente, entre los árboles, trabajando en equipo y de manera individual para superar los retos que nos planteaban las diferentes estructuras del parque.

Visitamos las instalaciones del equipo de fútbol del Rayo Vallecano, club del barrio, una actividad que despertó el interés de todos los participantes amantes del deporte de primera división.

Además, disfrutamos de una actividad de scape room y varias yincanas para fomentar el trabajo en equipo del alumnado, que ha tenido que ponerse de acuerdo con sus iguales para alcanzar la salida o la meta que les planteamos.

También hemos realizado juegos de conocimiento entre el grupo y los espacios del barrio en donde se han llevado a cabo las actividades exteriores. Hemos realizado actividades para reflexionar sobre el grupo, los procesos de integración y los acuerdos que se realizan entre iguales, además de conocer los diferentes espacios y recursos que ofrece la Biblioteca Municipal.

Pudimos disfrutar de una sesión sobre Grupos Juveniles de Calle con María Oliver, a través de la cual pudimos reflexionar entre todo el grupo sobre situaciones que vivimos en el barrio.

Todos los miércoles nos refrescamos en la piscina municipal y seguimos conociéndonos con dinámicas y juegos de cohesión. Además, desarrollamos actividades y talleres para mostrar nuestros conocimientos sobre feminismos, interculturalidad y fomento de sexualidades positivas; celebramos un campeonato deportivo con juegos tradicionales, y participamos en el diseño y grabación de un videoclip en el Taller de Producción Cinematográfica.
Las asambleas que se han realizado al final de cada jornada han dado voz a los chicos y chicas participantes, valorando las actividades, realizando propuestas para cambiar juegos y horarios, y mostrando la buena relación creada entre el grupo y el equipo educativo.

Sin duda, ha sido un verano muy gratificante por mejorar la calidad de vida de estos chicos y chicas y ayudarles a conocer dinámicas y alternativas de ocio en su barrio encaminadas a ayudarles a mejorar su convivencia entre iguales y en el barrio.

JOSÉ CARLOS MESA.

Supervisor técnico del área de Intervención Socioeducativa y de la Mujer de Fundación SAMU

Cinco libros para reflexionar sobre el trabajo con menores

Facilitar una bibliografía interesante y útil que sirva de base para el diseño de talleres educativos y que ayude a mejorar la atención que prestamos a los menores de nuestros centros es el objetivo que el equipo del IPC SAMU Moriles quiere conseguir con la publicación de este artículo. En nombre de todo el equipo y como directora del IPC, comparto los libros que nos han servido de base para diseñar algunos de los talleres programados para este 2023 con la intención de que puedan servir a otros equipos.

El primero de los libros es Motivar sin premios ni castigos, de Alfie Kohn (Ed. Cristiandad). El autor de este libro, Alfie Kohn, escribe para la revista norteamericana Parents y tiene una página web en la que critica el sistema educativo tradicional.

En este ensayo se cuestiona el modelo pedagógico basado en el conductismo tradicional de recompensas y castigos, al que se recurre tanto en la educación formal como en la pedagogía cotidiana, y tanto en las organizaciones como en la sociedad en general (el autor lo denomina conductismo pop). Además, se explican las consecuencias que tiene el uso de reforzadores tanto en la autoestima de los y las aprendices como en la potenciación de la motivación intrínseca, la construcción de valores personales o la interiorización de las normas.

Es un libro que, sin duda, da lugar a la reflexión acerca de cómo pretendemos que niños y niñas aprendan a ser buenas personas y de cómo esperamos que interioricen lo que está bien y lo que está mal. Muy interesante la crítica que hace al uso del castigo y las estrategias para dejar de recurrir incluso a los halagos.

En el IPC hemos recurrido a este libro para mejorar el modelo de convivencia, tras recibir la formación en contenciones emocionales. Adelanto que es toda una revolución y que debería ser un manual de obligada lectura a tener en cuenta en el diseño del Reglamento de Ordenación y Funcionamiento de los centros de menores y de la Pedagogía de la Vida Cotidiana, base de nuestro trabajo como educadores e integradores sociales.

El segundo libro es Comunicación no violenta, un lenguaje de vida. Herramientas que cambian la vida para mantener relaciones sanas, de Marshall B. Rosenberg (Ed. Alcanto, 2017). La Comunicación No Violenta (CNV), según Marshall Rosenberg, nos permite empatizar con las personas y expresar nuestros sentimientos y deseos sin juzgar ni hacer daño, facilitando entendimiento y relaciones de buen trato.

Comunicarnos de forma pacífica

En el IPC SAMU Moriles entendemos que es fundamental que tanto menores como adultos sepamos comunicarnos de forma pacífica, lo que nos permite establecer vínculos seguros y, además, enseñar una manera de relacionarnos totalmente diferente a la que los menores han experimentado en sus contextos, cargada de violencia y de la cultura del más fuerte. Además del libro se ha publicado un cuaderno de ejercicios que permite enseñar CNV a cualquier persona que lo desee, ya sea de forma autodidacta o en grupos, por lo que nos ha resultado muy útil para diseñar un taller específico de cara al segundo semestre del 2023.

El tercer libro es Practica la inteligencia emocional plena, de Natalia Ramos Díaz, Olivia Recondo Pérez y Héctor Enríquez Anchondo (Ed Kairós S.A, 2012). Este libro es un programa de enseñanza de gestión emocional estructurado y para impartir de manera grupal. Está diseñado por tres terapeutas expertos en la gestión emocional. Se combina el aprendizaje de las estrategias de Inteligencia Emocional del modelo de Salovey y Mayer con la práctica del mindfulness, por lo que el beneficio se potencia al trabajar la conciencia plena, una técnica que también ha demostrado ser muy útil en el tratamiento del trauma.

Para los menores que atendemos en el IPC SAMU Moriles, aprender a gestionar emociones que se confunden, como la tristeza y la ira, o transitar la frustración son habilidades que ayudan a disminuir los problemas de conducta además de facilitar vínculos y proporcionarles un gran alivio.

El cuarto libro que recomendamos es Una mente liberada: la guía esencial de terapia de aceptación y compromiso (ACT), de Steven C. Hayes (Ed. Paidos, 2020). Steven C. Hayes es el creador de la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), una de las terapias psicológicas de tercera generación que más interés ha suscitado en los últimos años.

La ACT tiene como objetivo que las personas creen una vida rica y con significado en la que el dolor es parte inevitable de algunas vivencias. Se trata de aprender a vivir con el dolor, con los sucesos traumáticos y darles un sentido dentro de una vida en valores. Es un modelo de psicoterapia respaldado científicamente, con base en la teoría del marco relacional. Emplea diferentes técnicas como son los ejercicios experimentales, el trabajo con valores personales e, incluso, el entrenamiento mindfulness.

En este libro, considerado como una de las obras más importantes en esta materia, el autor parte de su propia experiencia y muestra las seis habilidades de flexibilidad psicológica que pueden ayudarnos a conocernos más, comprendernos mejor y vivir de forma alineada con nuestros valores. Todo ello se traduce como una conquista del sentido de la vida en la que tanto el dolor como la felicidad se llegan a integrar en la vida de las personas como un todo.

A nivel práctico, estas seis habilidades se pueden enseñar a los adolescentes en forma de talleres estructurados para que puedan integrar los sucesos traumáticos que han vivido, y a la vez, crear su propio sistema de valores que les sirva como motivación para avanzar en sus procesos.

El quinto y último libro de esta lista de recomendaciones es Tormenta cerebral, de Daniel Siegel (Ed. Alba). Este libro aún no forma parte de nuestra biblioteca, pero sí de nuestra lista de deseos, ya que es un manual recomendado por muchos profesionales que trabajan con adolescentes.

El autor consigue que se empatice y comprenda a los y las adolescentes explicando el desarrollo del cerebro en esta etapa evolutiva.

Gracias a estas explicaciones podemos entender todo el potencial y las dificultades del momento de desarrollo, así como a tomar conciencia sobre sus emociones. Tiene ejercicios prácticos para tener una visión interna de uno mismo, comprender las emociones y ganar empatía, algo que puede resultar muy complicado en el día a día.

NOELIA VÍLCHEZ RAYA.
Directora IPC SAMU Moriles (Córdoba).

Fernando Segura: «Tras un año en Escuela SAMU, me apunto a un bombardeo»

Fernando Segura Román (Sevilla, 2000) acaba de finalizar sus estudios del Máster de Enfermería en Urgencias, Emergencias, Catástrofe y Acción Humanitaria en Escuela SAMU con el mejor expediente de su promoción, título que comparte con su compañera Eva María Gil Centeno.

 

—Enhorabuena, acaba de graduarse con uno de los dos mejores expedientes de su promoción. ¿Qué le pasó por la cabeza cuando le dieron el diploma en el acto de graduación tras un duro año en Escuela SAMU?
—Lo primero que hice fue dirigirme a Andrés Rodríguez, instructor y una de las personas más importantes para mí en Escuela SAMU, y le dije: “Andrés, yo ese chaleco me lo voy a poner. Voy a ser instructor. El día de mañana quiero trabajar en SAMU”. Sé que ahora no es el momento, no tengo experiencia y tengo que aplicar todo lo aprendido antes de enseñárselo a los demás, pero voy a volver.

—Tiene muy claro su futuro.
—El miedo que me da es perder el contacto con SAMU en ese tiempo. Ahora, por ejemplo, estoy trabajando en Mallorca en el servicio de Urgencias de Pediatría del Hospital Son Espases, pero me han dicho que ese contacto nunca lo voy a perder, que si ya he entrado en SAMU, siempre van a contar conmigo cuando sea necesario.

—Vayamos por orden. ¿Por qué decidió estudiar el Grado de Enfermería?
—No fue por tradición familiar, de hecho, soy el primer enfermero de mi familia. Fue por un tema personal, por la pérdida de un ser querido. Esto me hizo acercarme al mundo de la sanidad y querer salvar la vida de los demás, ya que, en aquella ocasión, no pude hacerlo.

—¿Puedo preguntarle quién era ese ser querido?
—Sí, mi padre. Murió en su casa. Yo tenía 13 años. Su pérdida me hizo interesarme por el mundo sanitario, totalmente desconocido para mí en ese momento.

—¿Y siempre tuvo claro que quería especializarse en el campo de las emergencias?
—A lo largo de la carrera fui cambiando muchas veces de opinión. Entré queriendo ser matrona, después me atrajo la Atención Primaria, luego quise hacer la especialidad de Enfermería Familiar y Comunitaria porque existía la opción de trabajar en el DCCU (Dispositivos de Cuidados Críticos y Urgencias). Y cuando hice prácticas en la UCI me enamoré de la especialidad de críticos. Durante mi estancia en Portugal con una beca Erasmus hice varias guardias en una ambulancia, y también me di cuenta de que lo mío eran las situaciones críticas e impredecibles.

—¿Conocía el Máster de Enfermería de Escuela SAMU?
—Cuando terminé la carrera de Enfermería, lo primero que pensé fue en irme fuera a trabajar. De hecho, acepté un contrato en Barcelona. Pero, en realidad, me apetecía seguir estudiando, no trabajar, porque, realmente salí de la carrera con la sensación de no saber nada. Me sentía inseguro, sentía que me faltaba formación y empecé a buscar posgrados presenciales. Finalmente, encontré dos, uno en La Universidad Pablo de Olavide y el de SAMU.

—¿Por qué se decantó por el máster de Escuela SAMU?
—Laura Fernández, una compañera de la facultad, que ya había hecho el máster de SAMU, me lo recomendó, pero fue muy sincera conmigo. Me dijo: “Haz este máster. Va a ser un año en el que perderás tu vida social y te aislarás. Si tienes pareja, puedes perderla, y también a los amigos, pero, por su formación, merecerá la pena. No te arrepentirás en ningún momento”. También le pregunté a otros compañeros que habían ido a una visita a Escuela SAMU mientas yo estuve de Erasmus y me dijeron: “Allí están todos locos, son unos salvajes”. Y en el fondo tenían razón, un toque de locura tenemos todos en SAMU. Al final me fié de Laura y me matriculé. No fue fácil tomar la decisión. Cambié la opción de estar un año ganando dinero en Barcelona por la de gastarme lo que me quedaba de la herencia de mi padre en esta formación. Aposté todas mis cartas a una y rechacé el contrato de trabajo de Barcelona sólo 12 días antes de empezar y me preparé a conciencia las pruebas de acceso. Iba a muerte. Me lo tomé muy en serio.

—¿Se arrepiente de esa decisión?
—En absoluto. No me arrepiento para nada. Ha sido un año muy difícil, de enorme esfuerzo económico y personal. He perdido a mi pareja y me he enfadado con amigos, pero tenía claro que quería priorizar mi formación y mi futuro laboral.

—¿Qué se lleva de este año en Escuela SAMU a nivel personal y profesional?
—A nivel personal, he alucinado con el vínculo que se crea tanto con los profesores como con los compañeros. Te llevas un año compartiendo tu día a día, tu rutina, un estilo de vida, tus risas y tus desgracias con las mismas 30 personas y eso une mucho. Respiras el mismo oxígeno. Duermes durante cuatro días seguidos con ellos en medio de la nieve y sufres con ellos los retos de las acampadas de supervivencia que te llevan al límite. Somos muy distintos todos, pero esa diferencia hace que seamos un grupo tan compatible. Ellos y la escuela en general han sido mi familia y mi casa durante un año, una familia y un hogar que me hacían mucha falta. Y, cuando se ha finalizado el curso, me ha costado mucho aceptar que todo esto se ha acabado.

—¿Y profesionalmente?
—Aún no puedo contestar a esta pregunta porque no soy plenamente consciente de ello. Solamente llevo una semana trabajando en Mallorca y ya me he dado cuenta de lo mucho que he evolucionado en un año. Me refiero al cambio de actitud por mi parte y a la seguridad que tengo ahora en mí mismo.

—¿Cómo se ve, profesionalmente hablando, con respecto a otros compañeros de Mallorca?
—Compañeros que llevan un año trabajando en ese hospital me preguntan cosas a mí, que sólo llevo una semana, sobre todo, el por qué hago algo de una manera y no de otra. En este tiempo, he tenido varios casos graves, por ejemplo, un niño que llevaba 30 minutos convulsionando. Ahora, después de un año en Escuela SAMU, me apunto a un bombardeo. Antes evitaba los problemas, me quedaba sólo con lo mío, más tranquilo, y ahora me meto en los casos más graves para echar una mano. En SAMU he aprendido a preparar los fármacos, las dosis, sé lo que el médico necesita antes de que me lo diga. Puedo emitir un juicio aunque la decisión final sea de otros. Sé manejar todo el material de críticos y los protocolos de actuación en caso de epilepsia de un niño, por ejemplo. En el máster he aprendido cosas que van más allá de mis competencias como enfermero, pero eso me ha permitido tener mucha más seguridad en el trabajo y saber en todo momento qué estoy haciendo, por qué y saber que lo estoy haciendo bien.

—El Máster de Enfermería incluye una parte de acción humanitaria. ¿Ha podido ir ya de misión?
—Aún no, pero tengo claro que lo haré. Es mi sueño. Cuando ocurrió el terremoto de Turquía nos dijeron que nos íbamos todos de misión y que teníamos tres días para prepararnos. En ese momento, estaba trabajando a media jornada en un hospital privado de Sevilla. Como siempre hago, aposté todo por algo. Dejé el trabajo, lo que me acarreó muchos problemas, y me involucré al máximo en los preparativos de la misión. El día antes de salir, nos dijeron que no nos iban a activar porque la demanda había bajado. Me quedé clavado en la mesa. Otros compañeros también habían renunciado a su trabajo para poder ir. Fue un palo muy grande. Esa es la parte negativa de las misiones, que de 30 salen 5, y que hay q estar preparado tanto para vivir una aventura en otro país como para quedarte en el caso de que se cancele.

La triple recompensa de Younes El Habit

El 2 de octubre de 2022 no es un día señalado en el calendario solamente por ser el Día de la No Violencia, también lo es porque un joven llamado Younes El Habit realizó el esfuerzo más importante de su vida: dejar de vivir con su familia en Marruecos para arriesgar su integridad física debajo de un camión y llegar a la Península Ibérica.

Como bien sabemos, no es el único caso de valentía que nos encontramos hoy día, pero, desde el centro DISL Alcalá, queremos destacar a este joven porque es un caso de éxito y orgullo para toda la familia, tanto la biológica como la que le ha acompañado desde su llegada a España, el equipo de DISL Alcalá.

Fue el 6 de octubre de ese mismo año cuando recibimos en SAMU la llamada de la policía por un nuevo ingreso. En el centro, de acogida inmediata, siempre surge la inquietud ante este tipo de llamadas. Nos preguntamos quién será, cómo será y comenzamos a trabajar para que pueda llegar lo más alto posible. En este caso, nos encontramos con un menor sonriente, tímido, muy educado y, lo más importante, seguro de sí mismo y de por qué está aquí y para qué.

Desde primera hora, su discurso era firme: “Quiero formarme y encontrar un trabajo para poder vivir en España”. Aparentemente, es el discurso de todas las personas que realizan este viaje. La diferencia es que hemos podido observar con nuestros propios ojos el esfuerzo y trabajo que este joven ha desempeñado día a día para poder alcanzar algo que ni él se imaginaba.

Siempre ha mostrado una capacidad de ayuda enorme, ofreciéndose para cualquier necesidad con una sonrisa de oreja a oreja. Las barreras idiomáticas no mermaban su actitud e implicación e intentaba ofrecer más aún. Siempre respetuoso y educado tanto con el equipo como con sus compañeros, responsable con su alrededor y con su formación.

Un día, María, la trabajadora social del centro, apareció con el contacto de una nueva empresa de prácticas y, tras comentar la posibilidad de que Younes accediera a ellas, se concretó con el menor que se le realizaría una entrevista para que pudiera demostrarnos la evolución en el manejo del español (cuya evolución hasta el momento era lenta) y su capacidad de superación.

Durante una semana estuvo estudiando más aún si cabe, y el día clave de la entrevista, lo consiguió. Consiguió una vez más superarse y demostrarnos que los límites los marca la actitud que una persona tenga.

Otra fecha que no olvidará Younes en su vida es la del 6 de abril de 2023. Ese día comenzó las prácticas con una actitud y una sonrisa que no cabía en él. Además, desde el primer día, el empresario no podía dejar de hablar sobre el trabajo, la actitud, el interés, la educación y el respeto de Younes. En la primera semana, pese a destacar por todas esas competencias y actitudes, aún mostraba dificultad con el idioma, aunque ya se podía observar la evolución que le estaba aportando sus prácticas. No obstante, ese esfuerzo por cuidar su uniformidad, despertarse tan temprano o la tensión que supone tener una oportunidad con posibilidades de contratación, le hizo crecer y madurar más y convertirse en un referente para sus compañeros.

Su desarrollo fue tan grande dentro de la empresa que el empresario, todas las semanas, nos hacía referencia sobre lo contento que se encontraba con Younes, que iba radiando valores que él observaba que carecían los jóvenes de hoy en día. La influencia del chico en el empresario fue tan grande, que éste acudió a un desayuno empresarial organizado por SAMU y el Ayuntamiento de Sevilla para contar su experiencia y a animar a otros empresarios a seguir sus pasos.

Al finalizar sus prácticas, Younes obtuvo una triple recompensa: obtuvo una plaza en el recurso de mayoría del programa JEM de SAMU, un contrato de trabajo y ha recibido, por parte de su empresa un certificado de “trabajador y compañero excelente”. Desde el centro DISL Alcalá nos sentimos muy orgullosos y emocionados.

MANUEL MARTÍNEZ GARCÍA.
Director DISL Alcalá

En verano, Disfrutamar

Con la llegada del verano, Fundación SAMU ha retomado el programa Disfrutamar, una propuesta innovadora enfocada a la mejora de la calidad de vida de las personas a través del deporte y la náutica. Tras dos años de paralización como consecuencia de la pandemia del coronavirus, que obligó a suspender durante un tiempo las actividades sociales y colectivas, Fundación SAMU recuperó esta actividad en 2022. Este año se ha podido organizar una nueva edición, recuperando así el ritmo establecido antes de la pandemia.

En esta ocasión, los primeros en disfrutar de la actividad han sido un grupo de menores del sistema de protección de la Junta de Andalucía pertenecientes al centro de Discapacidad El Olivar y al centro de Conflicto Social San José, ambos gestionados por Fundación SAMU y ubicados en Dos Hermanas (Sevilla), además de otro grupo de personas con diversidad funcional.

El programa Disfrutamar fue inaugurado por Fundación SAMU el 23 de septiembre de 2017, gracias al apoyo de la Obra Social La Caixa como entidad colaboradora. Es una iniciativa social que tiene como objetivo principal acercar el mar y las actividades náuticas a los residentes y usuarios de los diferentes servicios de la Fundación. Principalmente, personas con discapacidad intelectual y graves trastornos de conducta, y/o daño cerebral sobrevenido, y también menores migrantes o nacionales que se encuentran dentro del sistema de protección de la Junta de Andalucía.

Lo que comenzó como una prueba piloto dirigida a personas con discapacidad intelectual, es hoy un proyecto consolidado. Gracias a este programa, los usuarios y residentes de prácticamente todos los recursos de Fundación SAMU han participado en alguna de las salidas marítimas efectuadas a través de Disfrutamar. Este programa permite que residentes, usuarios y menores de los recursos de Fundación SAMU vivan la experiencia de navegar en una embarcación de recreo.

Vínculos personales y habilidades de comunicación

El programa Disfrutamar quiere aprovechar las ventajas de la náutica para propiciar el desarrollo de los vínculos personales e interpersonales y de las habilidades de comunicación entre instructor, monitor de referencia y entre los mismos usuarios, siempre en un ambiente de dispersión y relajación.
Tal como explica Carlos González de Escalada, presidente-director general de SAMU, “el programa Disfrutamar permite ampliar las actividades deportivas al campo de la náutica, haciendo que estas personas vivan experiencias inolvidables. Para SAMU la calidad de vida de sus residentes tiene prioridad absoluta”.

“Gracias al apoyo de La Caixa, al que se han sumado varios propietarios de barcos, el programa Disfrutamar nos permite ampliar las actividades deportivas al campo de la náutica”, continúa Carlos González de Escalada, impulsor de la iniciativa.

“La mayoría de nuestros residentes nunca antes se había montado en una embarcación de recreo, y sería insensato ignorar que Andalucía ofrece unas condiciones excepcionales para esta actividad, que además está especialmente indicada para personas con mayor deterioro cognitivo. Este programa me hace muy feliz y demuestra nuestra vocación de darlo todo por ellos”.

“España es un país donde tenemos una gran orientación al mar, con 8.000 kilómetros de costas, y especialmente Andalucía, que gracias a su clima y a su instalación náutica de primer orden se ha podido poner en marcha este programa, que parte como una iniciativa con la que queremos dar a las personas con diversidad funcional una adquisición de nuevos aprendizajes referidos tanto a la comunicación con los demás como a la expresión y el reconocimiento de sus propias sensaciones”, comenta Borja González de Escalada, vicepresidente de Fundación SAMU.

La intención de los responsables de SAMU es que estas travesías náuticas con fomento de la inclusión a través del ocio y el deporte se repitan durante todo el verano y ya hay varias salidas programadas para agosto. Además, SAMU trabaja en la organización de la I Regata Adaptada de España prevista para la próxima primavera.

 

Rimas para la igualdad y contra la violencia de género en el DISL SAMU Nervión

La Fundación Cepaim, dentro de su proyecto X-MEN, ha organizado en el DISL Nervión un taller dividido en varias sesiones para abordar con nuestros chicos las construcciones tradicionales de masculinidad que pueden formar desigualdades de género y dificultar el desarrollo personal de estos chicos.
El proyecto X-MEN busca intervenir en los ciclos de reproducción de la violencia que afectan a jóvenes menores de edad en situaciones de vulnerabilidad y riesgo como es el caso de los menores migrantes no acompañados, un colectivo mayoritariamente masculino con el que se trabaja poco el enfoque de género.

Durante las sesiones se han abordado temas claves relacionados con la igualdad de género, la desconstrucción de estereotipos dañinos, así como las relaciones saludables y respetuosas. Estos temas se han trabajado a través de actividades de reflexión, debates y ejercicios prácticos para así fomentar la participación de los menores y generar así un espacio seguro para intercambiar sus experiencias. Asimismo, se ha hecho hincapié en la prevención de la violencia de género y se ha discutido sobre las diferentes formas de violencia machista. También se ha trabajado en la identificación de actitudes y conductas que propician las desigualdades.

El objetivo de esto ha sido empoderar a los menores para que se conviertan en agentes de cambio, capaces de promover relaciones igualitarias tanto en su entorno cercano como en la sociedad en general.

Para finalizar las sesiones, nuestros chicos se encargaron de componer, de forma participativa, una canción de rap junto a Hafri Fouzi, un rapero Argelino. El tema, al que han titulado Machi roujoula, que significa “No es de hombres”, hace referencia a los conceptos que se han ido trabajando a lo largo de las sesiones, enfatizando en la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, así como contra la violencia de género.

El rap ofrece a los menores una forma poderosa de expresar sus propias experiencias y emociones. Al escribir y rapear sus propias letras, los chicos han podido explorar e indagar en su identidad masculina de forma auténtica.

Estos jóvenes han podido disfrutar del proceso de producción de su propio videoclip además de la grabación de la canción en un estudio profesional. Una experiencia muy enriquecedora y valiosa que sirve para fomentar una perspectiva de género inclusiva para los chicos.

Equipo DISL Nervión