Frente al monstruo de la adicción

Dice Antonio Torne que, aunque a veces se olvida, el tratamiento de un heroinómano no es el de un enfermo al uso. “No basta con poner un antibiótico”, resume para explicar la complejidad de una recuperación que incluye reconstruir múltiples tejidos, casi todos sociales. Los drogodependientes son, en muchas ocasiones, personas que han roto con todo: familia, trabajo, amigos, y hasta consigo mismo. Llegan con la autoestima por los suelos. Así que a aquellos adictos a la heroína que se presentaban los centros de día en los 90, igual que a los que llegan hoy enganchados al juego, al alcohol o a cualquier otra cosa, no les basta con un medicamento. Toca empezar desde la base: “Hay que motivarlos para empezar y, luego, reconducirlos”.

Éste era el trabajo de los Centros de Día Municipales de Incorporación Sociolaboral de Sevilla cuando el Ayuntamiento los creó, en 1990, y sigue siéndolo hoy, más de treinta años después. Desde hace seis meses, Fundación SAMU ha asumido la gestión de los tres que hay en Sevilla, bajo la dirección del Consistorio. “Siempre procuramos que sea una entidad con prestigio, relevancia y solvencia”, explica Torne, jefe del Negociado de Reducción de Daños e Incorporación Social en Adicciones del Ayuntamiento de Sevilla.

Tres centros pioneros en Sevilla

Antonio Torne sabe bien de lo que habla. Participó como técnico en el diseño de los recursos, allá por finales de los 80, y ha trabajado en ellos desde la primera línea. Son centros que elaboran un diagnóstico del dependiente, determinan sus capacidades y fijan un itinerario personalizado con un objetivo: recuperarlo para la vida en sociedad.

Es una ayuda pública y gratuita que no presta ningún otro recurso y que el Ayuntamiento de Sevilla ofrece en tres puntos, con la gestión de SAMU: los centros de día de Macarena, Polígono Sur y Juan XXIII. Cada centro está integrado por un equipo técnico interdisciplinar, que incluye un psicólogo, un trabajador social, un educador social, un administrativo y un orientador laboral. En total, tienen capacidad para atender a 275 dependientes. Los centros están situados cerca de los puntos de consumo y venta, pero no en ellos. Hay que facilitar que los drogodependientes accedan al recurso, para evitar la tentación de recaer.

Aunque se trata de centros que ofrecen actividades comunes, el itinerario para cada usuario es único, y se va modificando en función de sus necesidades. “La recuperación puede tardar años y no conseguirse nunca plenamente, mientras que otras personas en siete u ocho meses tienen un nivel alto de integración y se les puede dar alta terapéutica”, comenta Torne.

Los cuatro pilares de la atención

El trabajo en estos centros se sostiene sobre cuatro pilares. El primero de ellos, abierto a cualquiera que lo necesite, es un servicio de acogida e información. Se trata de detectar problemas de adicción a drogas, juegos, nuevas tecnologías o a cualquier otra sustancia o conducta. “Cualquier persona puede plantearnos su problemática y la orientamos. Si necesita consulta inmediata de un profesional de medicina lo derivamos y luego seguimos trabajando otras problemáticas”. En lo que va de año, 227 personas han usado este recurso.

El pilar principal es el programa de rehabilitación e incorporación social. En él ingresan únicamente personas derivadas desde un centro de tratamiento ambulatorio concertado por la Junta de Andalucía, a quienes se le plantean un itinerario para su reincorporación a la vida social. La colaboración del usuario es esencial. Por eso, Torne explica: “No se hace nada en contra de la voluntad del usuario, pero eso no significa que hagamos lo que dice el usuario”. El tratamiento durará meses o años hasta que, de acuerdo con el centro ambulatorio, se llegue a la conclusión de que la persona está “recuperada” o que necesita una alternativa. Desde enero, 245 usuarios han hecho uso de este programa, que atendió a 291 personas y 259 en 2020.

El programa de atención precoz se centra en los primeros consumos. Sus usuarios suelen ser menores de 30 años, jóvenes e incluso adolescentes, más chicos que chicas. “Es un programa que está creciendo mucho: cada vez nos llaman más de centros educativos, centros de salud, asociaciones de padres y vecinos…”. Entre las nuevas adicciones de los jóvenes, ha crecido de forma exponencial el juego, ya sea en forma de apuestas online o de gaming, juegos que obligan a un desembolso para seguir compitiendo. 55 jóvenes han pasado por este programa en los seis meses de 2021; más que en todo 2019 (48) y 2020 (33).

Por último, existe un programa para el seguimiento de las altas, que actualmente da servicio a 16 usuarios. “Para una persona que ha sido dependiente, vivir en sociedad es complicado”, cuenta el experto. Con frecuencia, el estigma sigue acompañándole en el trabajo, con los amigos o incluso en la familia. Se carga entonces un peso extra sobre alguien que está tratando de reconducir su vida, y que puede ver en la recaída una forma para liberarse de esa carga. En estas situaciones, es clave la intervención rápida, especialmente si lo hace el terapeuta de referencia. “Es más fácil que llegue rápidamente a quien le conoce desde hace tiempo. Se trata de que no haya ni un solo momento de conflicto, y que pueda recaer”.

De la heroína al ‘gaming’

Todos estos programas están en evolución continua. “El trabajo del Ayuntamiento es pensar qué encontramos y cómo podemos responder”, argumenta Torne. De hecho, muchas cosas han cambiado desde 1990 hasta aquí. Aquellos eran los años de la heroína. “Cayó como una bomba”, recuerda hoy el especialista. Llegó tarde a España, pero arrasó con todo. Se consumía inyectada, y generaba problemas de enfermedades contagiosas, como sida y hepatitis B. Muchos consumidores se prostituían, y contraían sífilis y un puñado de enfermedades derivada del modo de consumo. “Tuvimos que aprender a solucionar esto casi con ensayo y error. No había literatura ni experiencia”.

Fue entonces cuando surgieron los tres centros del Ayuntamiento de Sevilla, que a mediados de los noventa empezaron a tratar otro tipo de drogodependiente: el consumidor de cocaína, la droga glamurosa, más cara, cuya vía de consumo ya no generaba los problemas asociados de la heroína. En cambio, las drogas de diseño del cambio de siglo se trataron preferentemente a nivel asistencial. Ahora, vuelve el dominio de la cocaína y la heroína, a veces combinado (el “rebujito”), y ha subido con fuerza la adicción al juego.

Y entre tanto, el alcohol, que siempre estuvo. “Siempre ha sido la droga más consumida y que más problemas de salud ha dado. Lo que pasa es que es legal”, comenta Torne, que advierte: “Una persona que llega a un síndrome de abstinencia de heroína o cocaína no se muere nunca de ese síndrome; el del alcohol o barbitúricos, sí”.

De fondo, subyace la tesis ya demostrada de que la dependencia no depende de la sustancia sino de la recompensa que genera en el cerebro. “Cualquier cosa que proporcione satisfacción puede generar una adicción. Lo adictivo es el perfil de la persona, y hay un porcentaje de la población que es proadictiva”, comenta Torne. “Ahora nos encontramos con jóvenes adictos al gaming y al gambling, que mezclan con cocaína y alcohol. Si estás bajo los efectos de alcohol tienen menos resistencia a repetir la conducta”.

Cerca de 9.000 usuarios: “Miles se han recuperado”

La clave es reconocer el problema, pero es difícil admitir que algo pasa con el alcohol si está presente y normalizado en todas las celebraciones. Reconocer la adicción al juego tiene el hándicap de que las apuestas online están tan asumidas que se anuncian insistentemente en cualquier retransmisión deportiva. “Los jóvenes hacen vida social apostando juntos”, alerta el técnico del Ayuntamiento de Sevilla. “Hay personas cuya única motivación es fumar hierba, y ahora está subiendo el nivel de THC, lo que lo hace más adictivo y perjudicial”, dice respecto al cannabis. Y tampoco es fácil tratar la adicción a las nuevas tecnologías en una sociedad que tiene un móvil pegado a la mano.

Además, Torne lamenta lo que sigue costando que las mujeres hagan uso de estos recursos. “Se entiende que tiene que el problema de las mujeres debe quedar relegado al ámbito doméstico. No nos permiten que podamos facilitarle recursos de capacitación laboral, formativos… Porque se entiende que mejor se quede en casa. Y da vergüenza reconocer un problema de adicción”. Son en torno al 20% de los usuarios totales. Muchas más, en todo caso, que el 5% en pleno boom de la heroína.

Con todo, Torne lanza un mensaje. Cerca de 9.000 personas han pasado por los tres centros de día del Ayuntamiento de Sevilla en los últimos 30 años. Todos buscan una salida y muchos la encuentran. Los centros les facilitan talleres diarios: deportes, autoestima, habilidades sociales, informática, resolución de conflictos, prevención de recaídas… También una inserción laboral, en colaboración con dos programas de la Junta de Andalucía: la Red de Artesanos, que facilita la formación laboral, y Arquímedes, un programa de inserción laboral que ofrece incentivos de hasta 8.000 euros por la contratación, con flexibilidad para el empresario. Solo se incorporan a estos programas quienes tienen el visto bueno del equipo terapéutico.

Por eso, el mensaje final de Torne es de esperanza. “Dicen que de la droga no se sale. Y yo siempre digo: “Eso lo dirá usted”. Lo que pasa es que la persona que se ha quitado no lleva un cartelito diciendo: “Yo me desenganché de la heroína”. Yo me lo encuentro trabajando en la feria, me guiña, o me cuenta que se ha casado o que tiene un niño. Eso la gente no lo sabe. Yo sí lo sé. Y sé que hay mucha gente que sí se recupera. Miles de personas se han recuperado, estaban tirados, y hoy están con nosotros”.

Menas de bien

Si no me gusta llamar “centro educativo” a un colegio, mucho menos me gustar llamar “mena” a un niño. El término proviene de la parla administrativa, donde se utiliza el acrónimo MENA para referirse al menor extranjero no acompañado. Los profesionales del sector no lo usamos entre nosotros. La Fundación SAMU acoge a más de 2.000 niños y jóvenes que llegaron a España sin compañía de un familiar adulto. De ellos, la mitad se encuentran en Ceuta, en condiciones seguras, aunque inicialmente precarias. Casi todos ellos son varones, aunque también albergamos a unas 80 niñas de especial vulnerabilidad. Estas cifras, nos convierten en la mayor entidad española especializada en la acogida de menores migrantes. Esa experiencia nos permite aportar luz sobre el fenómeno de la inmigración infantil.

Según nuestras propias investigaciones, nueve de cada diez niños sufrió algún tipo de abuso, peligro o privación antes de cruzar nuestras fronteras. A los que somos padres, nos horrorizaría ver a nuestros hijos en situaciones remotamente parecidas a las que han sufrido ellos. Sin embargo, algunas capas de la sociedad tienen serias prevenciones contra ellos; consideran que su destino natural es la marginalidad o la delincuencia, sin el menor conocimiento de causa.

Criminalizar a estos niños reviste la irracionalidad de tomar el todo por la parte. En algunas televisiones he visto imágenes de adolescentes de tez oscura que cometen actos vandálicos o abiertamente delictivos. Actos reprobables, sin duda, que a pesar de ser muy minoritarios entran en una gran caja de resonancia generando alarma. Pareciera que cuando se trata de menores extranjeros, la culpabilidad sea doble. Se transmite una imagen totalmente descompensada, porque los incívicos son una ínfima proporción en comparación con los miles de niños responsables e industriosos que las entidades educamos con tesón.

En algunas ocasiones, hemos tenido que renunciar a abrir hogares en municipios en los que los vecinos o los gobiernos locales se nos han echado encima escandalizados por la apertura. En la peor de ellas, la Policía Local nos hizo un cordón que nos impedía acceder a nuestro centro recién alquilado ¡Porque no teníamos licencia de obra para cambiar el contador! Racismo puro, que resulta injustificado cuando alguien se toma la molestia de conocer de verdad a los chicos.

Puedo entender que los flujos migratorios incontrolados son un factor de desestabilización para nuestra democracia. También asumo que parte de los españoles están en contra; pero yo sí defiendo que lo decente es dar protección y amparo inmediato a niños (y niñas) en franco desamparo. En las naciones más avanzadas, los menores son sujetos de una especial protección jurídica y social, al margen de cuál sea su procedencia.

Otro argumento poderoso en contra de los menas es el coste que supone para las arcas públicas todo el sostenimiento del sistema de menores. En esto doy la razón al que diga que resulta muy costoso, porque además los gobiernos autonómicos tienen que pechar con un fenómeno europeo con presupuestos regionales. Lo que resulta falaz es que los menas “reciban” más de 4.000 euros al mes, como se nos quiere dar a entender.

Dependiendo de la Comunidad Autónoma y de la tipología del centro (no es lo mismo un centro de primera acogida que un centro psicoterapéutico), el coste de cada plaza varía entre 1.500 euros al mes y los 4.650 euros, aunque el precio más común está alrededor de los 2.500 euros. Lo que nadie ha explicado es la intensidad de servicios que recibe cada niño: alojamiento, pensión completa, educación, transporte, servicios de escolarización, actividades, ropa, enseres, actividades deportivas, celebraciones, etc. Realmente, reciben lo que cualquiera de nuestros hijos, pero con la diferencia de que, además, por cada dos niños acogidos es preciso contar con un profesional cualificado para cuidarles: psicología, pedagogía, trabajo social, auxiliares, cocina, limpieza, mantenimiento, seguridad, monitorización deportiva, enfermería. Son decenas de profesionales por centro para educar a los chicos en la consecución del bien común. Pensemos si hay muchos negocios de hostelería que por, digamos, 70 euros al día den, no ya alojamiento y pensión completa, sino ropa, consulta de psicología, transporte, actividades, peluquería, ropa y todos los servicios auxiliares. En el caso de nuestra organización, además, en situaciones de emergencia organizamos el envío de contenedores, infraestructura e incluso construcción. Un “todo incluido” pero “muy todo”.

Sí considero que las entidades especializadas en menores tenemos el deber de responder de esa inversión al resto de la sociedad. En algunos casos, cuando están mal gestionados, los centros de menores son pensiones donde los niños hacen lo que les viene en gana. Todo lo contrario, los centros de pro tienen la obligación de ser núcleos de fomento de nuevos ciudadanos responsables, productivos y con valores sociales y democráticos.

En SAMU consideramos una obligación el educar a jóvenes que sean luego útiles a la sociedad desde el puesto que les toque desempeñar; máxime por la inversión que ha supuesto cada uno de ellos. Si tras dicha profusión de recursos, el joven cumple 18 y termina tirado en la calle, no sólo supone un drama humano de primer orden, sino que el esfuerzo económico se malogra.

Los niños del sistema de protección tienen todo nuestro cariño y comprensión y además los formamos con determinación para ser útiles, amables y solidarios dentro de la sociedad de la que forman parte. Tenemos la alegría de que tantos y tantos empresarios nos hayan dicho de los chicos en prácticas: “Oye, el niño que me mandaste muy bueno, creo que lo vamos a contratar”. Personalmente, estoy muy orgulloso de mis niños y sé que casi todos triunfarán porque son valientes y trabajadores. Son ambiciosos y les mueve el ideal de una vida mejor. Si les llamáis menas, yo los llamaré menas de bien.

Por Carlos González de Escalada, director general de SAMU

Moad, un futuro chef como compañero de piso

Queremos presentar un breve resumen de la historia de Moad A., un adolescente de Tetúan (Marruecos) que vino a España buscando nuevas oportunidades laborales. Su sueño era tener un restaurante en Madrid del que poder vivir junto a su familia. Hoy ese sueño está cerca de ser realidad. Moad ha tenido la oportunidad de formarse, realizar las prácticas y tener su primer contrato laboral, del que ya ha superado el periodo de prueba.

Con 12 años comenzó a planear su proceso migratorio hacia España y partió de su hogar familiar. Durante tres años realizó varios intentos de cruzar la frontera, pero siempre era interceptado por los cuerpos de seguridad en los bajos de los camiones, llegando a estar cinco meses viviendo en la calle.

Con 15 años, por fin consiguió entrar en nuestro país en Málaga debajo de un camión desde la ciudad de Ceuta. Posteriormente se trasladó a Madrid. De ahí fue trasladado a un centro de primera acogida (Casa de Campo), en el cual permaneció un año hasta que consiguió ingresar en el piso de menores tutelados de Fundación SAMU Las Rejas.

Durante su estancia en SAMU Las Rejas, Moad A. ha realizado un proceso de maduración y aprendizaje constante. Ha desarrollado varias formaciones que le han proporcionado capacidades y habilidades sociales y laborales, consiguiendo así su primer trabajo remunerado como cocinero en un restaurante que fusiona comida española y mexicana. A pesar de separarle 835 kilómetros de su familia, Moad sigue en contacto diario con ella para narrarle sus progresos, y aporta su granito de arena colaborando económicamente en los gastos familiares siempre que le es posible.

Han pasado tres años desde que Moad llegó a España como un menor extranjero no acompañado. En ese tiempo ha logrado hablar un nivel alto de castellano. Es un chico con el que se pueden mantener unas conversaciones de los temas cotidianos, con respuestas siempre de respeto y buen trato con el equipo educativo. Moad aspira a ser un referente para aquellas menores que comienzan esta travesía que él ha vivido.

Su situación socio-familiar en el país de procedencia no era la adecuada. Él imaginaba que no podría tener muchas oportunidades de crecer allí. Sin embargo, aquí en España, está llegando a sus metas personales y laborales. Todos los que trabajamos con él percibimos un entusiasmo que sin duda le llevará a conseguir sus sueños.

Autor: Equipo educativo de Piso tutelado Las Rejas

Las vacaciones de verano en un centro de menores de SAMU

Desde el centro ISL Las Cabezas estamos intentando contrarrestar el calor y la monotonía del verano con actividades que resulten atractivas para nuestros chicos, todo ello sin olvidarnos de las obligaciones de los menores, ya que tenemos a seis de ellos haciendo prácticas laborales y al resto realizando talleres y clases de español a diario.

Las actividades veraniegas incluyen salidas a la playa y la piscina, actividades deportivas, y estancias en campamentos. Los menores salen los dos días del fin de semana a alguna playa cercana, pudiendo visitar playas como la de Chipiona, donde disfrutan de sus playas y su pueblo. Además, todos los menores del centro asisten semanalmente a la piscina municipal, normalmente divididos entre el miércoles y el jueves de cada semana. Esta actividad, además de refrescar a los menores, les sirve para integrarse un poco más en el municipio que habitan.

Es bastante común que los menores echen un partido de futbol en las noches de verano tras cenar, pero este año, además, tenemos la posibilidad de disfrutar una tarde por semana de las instalaciones del Club Deportivo Cabecense, que nos permite jugar en su campo de futbol profesional.

Este verano, cuatro de nuestros menores podrán participar en el campamento del Proyecto Lembrança 2021, en Lagos, Portugal, durante una semana, compartiendo dicha estancia con menores de otros centros de SAMU y otras entidades sociales.

Si a estas actividades les sumamos un cambio en el horario del centro, más adecuado para la estación en la que estamos, el verano termina siendo un periodo divertido y ameno para ellos. Se propician situaciones de ocio que algunos de estos chicos nunca pudieron experimentar en sus países de origen. Así, llegamos a ver a jóvenes de 17 años revolcándose por la arena de la playa como si fueran niños pequeños, recuperando esa infancia que muchos de ellos no pudieron tener, pues no había tiempo para juegos.

Autor: ISL SAMU Las Cabezas

La búsqueda de Walid para encontrarse a sí mismo

La historia de Walid es la de un menor de 16 años, procedente de Marruecos y con una vida totalmente desestructurada, que se plantea iniciar un proyecto migratorio con el objetivo y esperanza de tener un futuro mejor que aquel que le podría ofrecer su país. Con apenas 14 años empleaba su tiempo libre en formarse como peluquero. Los domingos se ofrecía a visitar a los abuelos de una residencia para cortarle el pelo de forma gratuita.

De pequeño, Walid ha conocido el maltrato, el consumo, el rechazo, la calle, y otras muchas realidades que, como bien dice Walid, “dan mucho miedo”.

A su llegada a ISL Alcalá, el equipo educativo era capaz de palpar su miedo, rechazo y su mirada desafiante en todo momento, la cual ha traído consecuencias graves para su día a día. Mencionaba que se encontraba perdido y sin saber qué hacer, dado que tampoco era capaz de confiar en nadie y dejarse ayudar.

Gracias a la persistencia e implicación de todo el equipo, Walid empezó a escuchar con el corazón, a dejar miedos atrás e intentar conseguir lo que tanto deseaba: una vida llena de paz y tranquilidad para poder tener un futuro en España.

Hoy es un niño lleno de amor, que reclama cariño constante y que se hace querer por lo especial que es. Ahora, es capaz de valorar las palabras de un referente, y de hacer las cosas con afecto y dedicación. Es capaz de sentir y hacer sentir, por eso, ahora Walid se ha encontrado a él mismo.

Como consecuencia positiva de su progreso personal, el joven Walid está realizando unas prácticas laborales, y en septiembre empezará una FPB de peluquería, su apreciado sueño: ser peluquero.

Autora: Rocío Murga Fariña
Educadora de ISL Alcalá

Cómo ayudan las asociaciones a las personas con discapacidad a alcanzar sus objetivos

En España viven aproximadamente 4,12 millones de personas con discapacidad (el 9% de la población). Padecer una discapacidad no debe suponer un conflicto con la autonomía personal en la mayoría de los casos. Es prioritario respetar la autodeterminación de estas personas para tomar sus propias decisiones a nivel individual y perseguir, como objetivo a nivel colectivo, la supresión de las barreras físicas y sociales del entorno que les rodea. La forma óptima de conseguir ambos objetivos (conseguir un desarrollo individual y colectivo e influir en el entorno) es organizarse en asociaciones, derecho reconocido en el artículo 22 de la Constitución Española.

La Ley General de derechos de las personas con discapacidad y de su inclusión social (Real Decreto Legislativo 1/2013) establece en el artículo 54 que “Las administraciones públicas promoverán y facilitarán el desarrollo de las asociaciones y demás entidades en que se agrupan las personas con discapacidad y sus familias. Asimismo, ofrecerán apoyo financiero y técnico para el desarrollo de sus actividades y podrán establecer convenios para el desarrollo de programas de interés social”. Esta ley concede gran importancia a las asociaciones de las personas con discapacidad en la toma de decisiones y en la consecución de objetivos.

Las asociaciones en el ámbito de la discapacidad podrían clasificarse de diferentes formas atendiendo al criterio de quién participa en ellas y las dirige (las propias personas afectadas o familiares) y a qué tipo de discapacidad están enfocadas (la discapacidad en general o algún tipo específico). En general, todas persiguen un doble objetivo: mejorar la calidad de vida en el ámbito de la discapacidad (de las personas con discapacidad, sus familiares y cuidadores) y fomentar la participación en la toma de decisiones que les afectan. Ofrecen diversos servicios: gestión administrativa, formación e información, asesoría jurídica y psicológica, atención directa, ocio y deporte.

En el CAMF El Sauzal gestionado por Fundación SAMU conviven dos asociaciones: una de familiares (Afucamf El Sauzal, Asociación de Familiares de Usuarios del CAMF El Sauzal) y otra creada por un grupo de residentes (Aidifte, Asociación para la Integración de Discapacitados Físicos de Tenerife). Cada una responde a sus propias necesidades.

La asociación Aidifte surge con el objetivo de realizar proyectos de cualquier índole (educativos, socio-culturales, de ocio y tiempo libre, deportivos y laborales). Según sus propias palabras tratan de sentar las bases necesarias para integrar a la persona con discapacidad en la sociedad, además de servir de referencia a este colectivo para realizarse como personas, obteniendo un empleo digno que les sirva de acicate para conseguir cuanto se propongan en la vida. Con la labor que desempeña cada miembro de Aidifte pretenden hacerse fuertes ante una sociedad discriminatoria, incapaz de coexistir con una minoría que busca comprensión y no lástima, amistad y no caridad, independencia y no tantas barreras, en un mundo en el que prima el aspecto físico, quizás originado por el propio colectivo de personas con discapacidad, puesto que no se ha trabajado con contundencia para preparar a un grupo de personas que fuera capaz de educar al resto de la ciudadanía sobre este tema.

Durante los últimos años Aidifte se ha consagrado como la asociación de referencia en la práctica de la boccia en Tenerife. Este deporte, cuyos orígenes se remontan a la Grecia Clásica, es una combinación de táctica y habilidad. Se practica de forma individual, por parejas o equipos, sobre una pista rectangular en la que los jugadores tratan de lanzar sus bolas lo más cerca posible de la pelota blanca que sirve de objetivo, a la vez que intentan alejar las de sus rivales, en un ejercicio continuo de tensión y precisión.

Cada jugador, pareja o equipo dispone de seis bolas por manga y gana aquél cuya bola termine más cerca de la blanca. Además, recibirá un punto extra por cada bola adicional que haya conseguido acercar a la blanca por delante de la primera del contrario. Las competiciones individuales y por parejas constan de cuatro mangas. Las de equipos se componen de seis.

El deporte de la boccia lo practican personas en silla de ruedas que tienen parálisis cerebral, lesión cerebral o discapacidad física severa, y que se colocan en uno de los extremos del campo, desde donde lanzan las bolas. Este deporte forma parte del programa paralímpico desde los Juegos de Nueva York 1984. En la actualidad, se practica en más de 50 países de todo el mundo.

La asociación Aidifte cuenta con un grupo de voluntarios imprescindibles para la práctica de boccia. Se reúnen todos los sábados por la mañana para entrenar. Los objetivos que se consiguen con la práctica son mejorar la calidad de vida y la autonomía. Su práctica ayuda a las personas a superarse, a adquirir mayor nivel de confianza en sí mismos, a mejorar las habilidades físicas y motoras, a fomentar la socialización y las relaciones interpersonales y a lograr mayor equilibrio físico y mental.

 

Autor: Alberto Pastor Maestro / Director del Centro de Atención de Personas en Situación de Dependencia Derivada de Discapacidad Física (CAMF) El Sauzal (Santa Cruz de Tenerife)

Reprensentantes de la Junta de Andalucía y el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 visitan el centro ISL Polanco de SAMU

Los menores del recurso de Inserción Socio-Laboral (ISL) Polanco de SAMU, en Sevilla capital, recibieron el 14 de julio la visita de la directora general de Infancia y Adolescencia del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, Violeta Assiego. La abogada y activista de derechos humanos pudo conocer de primera mano la labor que Fundación SAMU realiza en la atención a menores extranjeros no acompañados a su cargo. La visita a Polanco formaba parte de un itinerario a través del cual Assiego pretendía conocer cómo funciona el Sistema de Protección de Menores en Andalucía, así como cuáles son los recursos disponibles en la comunidad autónoma ante una posible llegada masiva de inmigrantes de manera irregular.

Durante la visita, Violeta Assiego estuvo acompañada por Antonia Rubio González, directora general de Infancia, perteneciente a la Consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación de la Junta de Andalucía; y Alicia Núñez Castillo, jefa del Servicio de Centros de Protección de Menores de la Junta. Por otro lado, en representación de SAMU estaban Juan Manuel Aveledo, subdirector del área de Infancia y Familia; Alejandro Cala, director de la Zona Andalucía Centro; y José Manuel Román, director del ISL Polanco.

Assiego saludó a los menores del centro, conversó con ellos y se interesó por sus proyectos migratorios. “Se mostró bastante cercana y empática con los jóvenes”, reconoce el director del ISL Polanco, recurso que cuenta con 16 plazas para menores de 18 años, aunque actualmente sólo hay ocupadas 10, todas ellas por menores procedentes de los centros de SAMU de El Castillo de las Guardas y Alcalá de Guadaíra.

La prioridad del ISL Polanco, al igual que el resto de los centros de Inserción Socio-Laboral de SAMU, radica en la incorporación al mercado laboral de los menores a su cargo, fomentando su autonomía mediante procesos de formación y de acompañamiento personalizado y de estructuras adaptadas a sus necesidades individuales.

Polanco abrió sus puertas hace dos años. Tras un primer brote xenófobo de oposición a la apertura del centro, contrarrestado por una concentración solidaria de respaldo a los menas a la que acudieron unas 300 personas, la situación se ha normalizado por completo. Los jóvenes están perfectamente integrados en el barrio. No ha vuelto a haber protestas en contra. Los responsables del centro aseguran que no se ha registrado ninguna incidencia. Ninguna queja vecinal.

Los menores inmigrantes que viven en este centro del barrio sevillano de la Macarena, como en otros recursos, no están en situación irregular, puesto que el sistema de protección de menores de la Junta de Andalucía no discrimina entre personas españolas y extranjeras: todos ellos son menores. Estos jóvenes están bajo tutela y amparo del Gobierno andaluz hasta los 18 años, aunque su situación al cumplir esa edad se complica. Muchos de ellos aún no tienen documentación de sus países debido a que las dificultades burocráticas con los países de origen cada vez son mayores.

Ideas sostenibles para conmemorar el 40 aniversario de SAMU

Todas las personas que formamos parte de SAMU conocemos la historia de esta “casa”, su trayectoria y la huella que ha ido dejando en la sociedad. “Una huella del bien”, como diría nuestro director general, Carlos González de Escalada. Este año conmemoramos el 40 aniversario de la organización. Han sido cuatro décadas de mucho trabajo, perseverancia y esfuerzo en el que hemos dado lo mejor de cada uno de nosotros con la misión de mejorar las vidas de los demás.

El área de Sostenibilidad no ha querido dejar pasar esta ocasión para rendir un pequeño homenaje a la trayectoria de SAMU, y ha querido hacer partícipe de esta efeméride a todas las personas en situación de vulnerabilidad con las que trabajamos en los diferentes centros de Fundación SAMU (menores, personas con discapacidad…).

Siguiendo una línea verde a la hora de enfocar los proyectos, el departamento ha llevado a cabo un concurso para hacer nuestro homenaje, invitando a los usuarios a hacer un emblema de reciclaje para transmitir la importancia de cuidar nuestro planeta, respetarlo y protegerlo para que las siguientes generaciones puedan prosperar en un mundo mejor.

Queremos dar las gracias por su participación a todas las personas que han hecho posible este proyecto. Han sido muchos los trabajos realizados desde los diferentes centros, muchas las propuestas para transmitir un mensaje de cuidado a nuestro planeta. En ellas se han visto plasmadas tanto la preocupación por el mundo actual como la esperanza de un cambio posible.

Queremos destacar el trabajo realizado por los usuarios de la Residencia San Sebastián, que, yendo más allá de los requerimientos del concurso que habíamos planteado, han construido un maniquí que representa nuestro mundo, transmitiendo una enorme belleza y sensibilidad. Este trabajo corresponde a la fotografía que ilustra esta información.

El objetivo de este concurso impulsado por el área de Sostenibilidad está cargado de simbolismo: elegir el diseño de un marcapáginas sostenible conmemorando los 40 años de SAMU para hacerlo llegar, como regalo, a todos los trabajadores de la organización. Este marcapáginas, hecho de semillas naturales, podrá ser plantado para convertirse en el origen de una nueva vida.

 

Autora: Rocío Álvarez. Directora del departamento de Sostenibilidad de SAMU.

ISL SAMU Dúrcal: Reaprender los roles de género

En junio, el recurso ISL SAMU Dúrcal contó con la participación externa del Centro de la Mujer, a través del cual se llevó a cabo un taller formativo bajo el título Las nuevas masculinidades, que busca romper con los estereotipos de género causantes de las desigualdades entre hombres y mujeres.

Como bien es sabido, la familia es el primer agente de socialización, es decir, es el ámbito en el que las personas comenzamos a construir nuestra forma de sentir, pensar y actuar en base a las vivencias que se dan en nuestro entorno más cercano. Un fiel reflejo de ello son los estereotipos de género, los cuales, generalmente, son heredados a través de generaciones y determinan el tipo de relaciones que se establecen entre hombres y mujeres.

En muchos países del mundo, como por ejemplo en los países árabes, de donde de provienen muchos de nuestros menores, predomina la creencia de que las mujeres, por el simple hecho de serlo, se encuentran en un estatus inferior respecto a los hombres, lo cual provoca una supeditación y anulación de su propia voluntad que vulnera los derechos humanos.

Por todo ello, y con el objetivo de que nuestros menores construyan nuevos esquemas de pensamientos más progresistas y ajustados a la realidad del siglo veintiuno, se ha llevado a cabo el taller formativo Las nuevas masculinidades, el cual ofrece una nueva visión mucho más amplia de lo que significa ser hombre en nuestra sociedad. Dicho taller, tal y como esperábamos, ha sido bien recibido por nuestros menores, los cuales se han mostrado participativos y dialogantes durante las diversas sesiones llevadas a cabo.

Para concluir, nos gustaría mostrar nuestro inmenso agradecimiento a todas aquellas entidades que nos tienden la mano colaborando con nosotros y enriqueciendo nuestra labor educativa para promover así una mayor inclusión de nuestros menores en la sociedad.

Autora: María Jesús Padial Pérez /
ISL SAMU Dúrcal

Horizonte Sevilla: la riqueza de la diversidad

Uno de los objetivos principales que Fundación SAMU persigue tanto con menores tutelados como con mayores extutelados es su inclusión total en la sociedad, tanto en el ámbito social como el laboral. En su mayoría, los menores y jóvenes atendidos por SAMU son migrantes. Sin embargo, la atención que ofrece actualmente el Programa de Autonomía Horizonte Sevilla, dirigido exclusivamente a chicas mayores de edad que provienen de centros de menores, se basa en la diversidad, ya que de este recurso se benefician tanto mujeres nacionales como extranjeras.

Normalmente, los jóvenes deben aprender a relacionarse con el entorno para conseguir su inclusión social. En el caso del Programa de Autonomía Horizonte Sevilla esta inclusión se trabaja día a día desde el propio recurso, para que, posteriormente, puedan llevarlo a cabo en la sociedad.

Aunque el choque cultural puede parecer, en un comienzo, un hándicap para la convivencia, poco a poco se le ha ido dando un enfoque positivo a este factor, que hace posible un feedback de valores y una retroalimentación entre las culturas que conviven en el centro. Un ejemplo de ello ha sido en la época de Ramadán, cuando se han producido variaciones de horarios respecto a las comidas y el sueño. En todo este tránsito las jóvenes han sabido adaptarse perfectamente a las circunstancias.

Según la Unesco, la inclusión es un enfoque que responde a la diversidad de las personas y a las diferencias individuales, entendiendo que la diversidad no es un problema, sino una oportunidad para el enriquecimiento de la sociedad a través de la activa participación en la vida familiar, en la educación, en el trabajo y, en general, en todos los procesos sociales, culturales y en las comunidades.

Este programa constituye el último paso antes de la emancipación. Por ello es tan importante que las jóvenes se nutran de buenos valores que pondrán reflejar en el futuro en su entorno. Desde el Programa de Autonomía Horizontes se trabaja con las jóvenes de manera transversal el respeto mutuo y la empatía, haciéndolas sentir como un equipo, cada una con sus virtudes y sus defectos; formando un grupo diverso pero unido; haciendo partícipes a todas de los logros de cada una de ellas para sentirse fortalecidas y apoyadas por cada una de sus compañeras; y atendiendo y reconociendo cada una de las adversidades que pueda tener cada joven para aprender a hacerles frente.