RCP, materia obligatoria

Las consejerías de Salud y Consumo y de Desarrollo Educativo y Formación Profesional de la Junta de Andalucía, junto a un centenar de instituciones colaboradoras, entre las cuales se encontraba SAMU y su escuela de emergencias, han entrenado este año a más de 14.000 jóvenes andaluces en técnicas de reanimación cardíaca. Esta es la décima edición de estos denominados Cardiomaratones 061, que se han celebrado en todas las provincias andaluzas con motivo del Día Europeo de concienciación ante la Parada Cardíaca, que se conmemora el 16 de octubre.

Las jornadas celebradas en Sevilla, en el Paseo de Roma, frente al Palacio de San Telmo, contó con la presencia del viceconsejero de Salud y Consumo, Miguel Ángel Guzmán, y la viceconsejera de Desarrollo Educativo y Formación Profesional, Macarena O’Neill. En estas jornadas participaron unos 2.400 jóvenes procedentes de centros de Educación Secundaria Obligatoria, centros de Educación Infantil y Primaria, grados formativos sanitarios y universitarios, que a lo largo de la mañana y en grupos reducidos se entrenaron en estas técnicas de reanimación cardíaca durante una hora cada uno.

Un total de 27 alumnos de segundo curso del ciclo de Técnicos en Emergencias Sanitarias de la modalidad presencial y semipresencial de Escuela de SAMU participaron en esta iniciativa como formadores. De este modo, Escuela SAMU montó ocho puestos dotados de tres alumnos formadores con un responsable cada uno y un busto, con material suficiente (gel hidroalcólico, guantes y gasas). Se impartieron clases a grupos reducidos para enseñar las técnicas correctas para poder ejecutar una reanimación cardiopulmonar efectiva.

Al evento también acudió el delegado del Gobierno de la Junta de Andalucía, Ricardo Sánchez; la delegada territorial de Salud y Consumo, Regina Serrano; y el delegado territorial de Desarrollo Educativo y Formación Profesional y de Universidad, Investigación e Innovación en Sevilla, Miguel Ángel Araúz; así como por el director gerente del Centro de Emergencias Sanitarias 061, Fernando Ayuso, y el director del 061 de Sevilla, José María Villadiego. Estas autoridades entregaron un reconocimiento especial a siete personas que actuaron como primeros intervinientes aplicando las técnicas básicas de reanimación y contribuyendo así de manera decisiva a salvar una vida de una persona en Dos Hermanas y en otra en Sevilla. Miguel Ángel Guzmán apuntó que “la alerta inmediata al 061, la detección por parte de los gestores telefónicos de la parada y la decidida intervención de los intervinientes aplicando las maniobras de reanimación mientras llega el equipo de emergencias sanitarias han salvado la vida de estos pacientes”.

Por su parte, O’Neill destacó la importancia de esta formación a los jóvenes cuya finalidad es “facilitarles un entrenamiento básico para intervenir en situaciones críticas y sensibilizarlos sobre la importancia de saber actuar a tiempo y con eficacia, lo que permitirá incrementar la supervivencia de las personas que sufren una parada en el ámbito extrahospitalario”.

Estas jornadas de entrenamiento masivo en reanimación cardiaca son coordinadas por el Centro de Emergencias Sanitarias 061 desde 2013, tras la designación del Parlamento Europeo del 16 de octubre para la concienciación en esta materia en toda la Unión Europea. A lo largo de estos diez años se han entrenado a 118.443 andaluces en las técnicas de reanimación cardiopulmonar a través de estos cardiomaratones, 19.673 de ellos en Sevilla.

Durante las sesiones formativas, los asistentes ponen en práctica los consejos y recomendaciones de los profesionales sanitarios para realizar la reanimación cardiopulmonar sobre maniquíes o pacientes simulados, al tiempo que aprenden la secuencia de actuaciones que determinan un aumento de la supervivencia tras sufrir una parada cardiorrespiratoria (PCR), lo que se ha llamado la Cadena de Supervivencia.

La parada cardíaca (PCR) es la principal causa de muerte prematura en España y en los países de nuestro entorno. En la mayoría de los casos, su origen es cardíaco y se denomina muerte súbita cardíaca y puede afectar a personas jóvenes en una proporción importante. Se estima que la incidencia de la Parada cardíaca extrahospitalaria en Andalucía es de 19,5 por cada 100.000 habitantes y año, de las que más de la mitad ocurren en el domicilio.

La parada cardíaca es considerada la emergencia sanitaria tiempo dependiente por excelencia, ya que el pronóstico del paciente y, por tanto, las probabilidades de supervivencia, van a depender del tiempo que transcurre desde que ocurre hasta que se inician las maniobras básicas de reanimación. Según ha manifestado el director gerente del Centro de Emergencias Sanitarias 061, Fernando Ayuso, “es una lucha contra el tiempo y en gran medida, el éxito de los equipos sanitarios de emergencias en la atención a la PCR va a depender de que se hayan comenzado en el menor tiempo posible las maniobras de reanimación básica por los testigos”.

La parada cardiorrespiratoria es la interrupción brusca, generalmente inesperada y potencialmente reversible de la respiración y de la circulación espontánea. Una recuperación del paciente sin secuelas neurológicas exige que los tiempos de actuación sean mínimos. En este punto, la colaboración ciudadana, el aviso y el inicio inmediatos de maniobras de reanimación son imprescindibles para conseguir un buen resultado final.

La técnica de reanimación cardiopulmonar consiste en el mantenimiento de la vía aérea abierta, de la respiración y de la circulación de la sangre, sin equipo específico, sólo utilizando las manos y la boca, pudiéndose usar dispositivos de barrera para la vía aérea, evitando así el contacto directo con la víctima.

SAMU se une oficialmente al sistema andaluz de emergencias

El consejero de la Presidencia, Interior, Diálogo Social y Simplificación Administrativa, Antonio Sanz, y el presidente-director general de SAMU, Carlos González de Escalada, firmaron el 27 de septiembre, en el Palacio de San Telmo de Sevilla, un convenio de colaboración para ampliar la capacidad de respuesta y prestar un mejor servicio a la ciudadanía en situaciones de grave riesgo y emergencia.

“Hoy ensanchamos un poco más la gran familia de las emergencias en Andalucía con la suma de los más de 2.300 profesionales que conforman SAMU. Unos especialistas que desarrollan una labor excepcional y que despliegan en toda Andalucía su labor de asistencia a pacientes críticos, personas con distintas tipologías de discapacidad o menores, entre otros”, indicó el consejero de la Presidencia, que hace unos meses visitó las instalaciones de Escuela SAMU, en el municipio de Gelves, junto con buena parte de su equipo con el objetivo de poder conocer de primera mano la labor formativa que aquí se realiza en el campo de las emergencias, urgencias y la acción social y humanitaria, así como sus grandes posibilidades de proyección nacional e internacional.

Durante su intervención, Antonio Sanz destacó que el acuerdo tiene una duración de cuatro años y viene a sellar una colaboración que ya se venía dando entre ambas instituciones. De hecho, el consejero recordó que es frecuente recibir en el 112 a los alumnos de la Escuela SAMU para conocer de primera mano cómo es el proceso de gestión y coordinación de las emergencias, así como también es habitual contar con su personal en simulacros y actividades de carácter formativo en el Instituto de Emergencias y Seguridad Pública de Andalucía (IESPA). “Ahora formalizamos y mejoramos ese trabajo conjunto”, añadió.

A la colaboración de ambas instituciones ante situaciones de grave riesgo colectivo, catástrofe o calamidad pública, se suma también el establecimiento de protocolos de colaboración tanto en el resto del Estado como en el marco internacional a través del Mecanismo Europeo de Protección Civil.
El consejero de la Presidencia recordó que, en los últimos terremotos de Turquía y Marruecos, los equipos del SAMU han contado con la colaboración de un guía canino, experto en búsqueda y rescate del Grupo de Emergencias de Andalucía (GREA) de la base de Los Palacios.

Formación e información

La Consejería resaltó que el convenio también contempla el desarrollo e implantación de programas de formación conjuntos dirigidos a profesionales en ejercicio y alumnos de la Escuela SAMU o el IESPA, además de actividades de formación e información a la población en materia de riesgos.

“Sentamos las bases para mejorar la formación a los operativos y futuros profesionales de las emergencias y avanzamos en el conocimiento de los riesgos entre andaluces y visitantes para seguir construyendo una Andalucía resiliente. Y todo ello sin coste alguno para los andaluces”, subrayó el consejero Sanz en el momento de la rúbrica, que ha contó también con la presencia de la secretaria general de Interior, Lourdes Fuster, y el director general de Emergencias y Protección Civil, Javier Gil. Será el titular de esta dirección general quien presidirá durante el primer año la comisión de seguimiento encargada de velar por la implementación y buen funcionamiento del acuerdo.

Misión SAMU Marruecos: «No hallamos supervivientes, pero sí salvamos vidas»

Fundación SAMU ha vuelto a demostrar su capacidad operativa y de respuesta inmediata con la misión desplegada en Marruecos entre el 9 y el 29 de septiembre tras la crisis provocada por un terremoto de magnitud 7 en la escala de Richter y con epicentro en Ighil, en el sur del país, que ha dejado más de 3.000 personas fallecidas y más de 5.000 heridos.

Dos expediciones de voluntarios, respaldadas por Project HOPE, se han relevado sobre el terreno durante todo el mes. La primera se centró en tareas de búsqueda de supervivientes con la unidad cinológica y en primeras intervenciones sanitarias en la localidad de Adassil, a 100 kilómetros de Marrakech, y sus alrededores. La segunda, establecida en Tigouga, en la provincia de Taroundant, realizó tareas de asistencia sanitaria a la población de zonas más apartadas y de difícil acceso. Los equipos de SAMU realizaron más de 600 intervenciones y su labor, en numerosos casos, sirvió para salvar vidas.

Pocas horas después del temblor de tierra, Fundación SAMU activó un gabinete de crisis y preparó un equipo médico de primera intervención para su traslado a Marruecos. El dispositivo partió el mismo sábado y llegó a Adassil, la zona de trabajo asignada por las autoridades del país, en apenas 36 horas.

Despliegue inmediato

Este inmediato despliegue fue posible gracias a una rápida toma de decisiones, a una gran capacidad de respuesta logística y humana, y también al hecho de que SAMU cuente con presencia corporativa en Tánger desde 2017, lo que facilitó las autorizaciones oportunas para enviar este contingente de ayuda.

La primera misión desplegada en Marruecos estuvo formada por 19 personas: cinco médicos, dos enfermeros, ocho técnicos de emergencias sanitarias y cuatro especialistas en rescate acompañados de dos perros.

Este equipo estaba dividido en dos unidades: un equipo principal de búsqueda procedente de Andalucía que partió de Sevilla, formado por 10 personas, además de los dos canes, complementado por dos unidades de Soporte Vital Avanzado (SVA) procedentes de SAMU Tánger. A este dispositivo se unió el presidente de honor y fundador de SAMU, el doctor Carlos Álvarez Leiva, que se encontraba en Marrakech en el momento del terremoto.

Carlos González de Escalada, presidente-director general de SAMU, participó en la misión como responsable de relaciones institucionales; y Borja González de Escalada, vicepresidente de Fundación SAMU, ejerció como mando operativo de este primer contingente.

La agrupación estuvo equipada con seis vehículos: un vehículo de primera intervención; una ambulancia de Soporte Vital Avanzado (SVA); una unidad de rescate quirúrgico y tres vehículos todoterreno.

La expedición de Sevilla llegó a Tánger por ferry en la noche del sábado, un día después del suceso, y se trasladó por carretera hasta Marrakech. Allí, la misión recibió la autorización del gobernador de Marrakech para trasladarse a Adassil y comenzar allí las tareas sanitarias y de rescate. La Clínica Internacional de Marrakech también ofreció un apoyo decisivo en las gestiones locales.

Búsqueda de supervivientes

La primera parte de la misión se centró en las tareas de búsqueda de supervivientes a cargo de los perros Homero y Birka. Se encontraron con un hándicap: en una zona de construcciones de adobe y piedra, el terremoto arrasó con la mayor parte de los edificios, provocando un desplome total de las estructuras. Los vecinos y familiares habían logrado sacar a algunas personas de sus viviendas justo después del temblor, pero después ya no fue posible localizar a ninguna persona con vida: no quedaba espacio para resistir bajo los escombros.

“Al ver aquello tuve claro que si había alguien debajo estaba ya en el otro mundo. No eran escombros, era tierra. Allí estaba todo enterrado, como si la tierra de la montaña junto a la que estaban las casas lo hubiera tapado todo. Era imposible que de allí saliera alguien con vida”, relata Juan Hidalgo, al frente de una de las unidades de rescate canino. “Costaba imaginar que allí antes hubieran vivido decenas o centenares de familias. La posibilidad de vida se reducía a la nada”, añade su compañero Juan Miguel Paisano, que, junto al guía Antonio Miranda, completan este equipo.

Junto a estas laboras de búsqueda, Fundación SAMU mantuvo activo un puesto médico avanzado en Adassil. Allí se atendió a las personas heridas durante el terremoto y también a aquellas que tuvieran cualquier necesidad sanitaria.

Además, el equipo realizó cada día diferentes expediciones a aldeas de los alrededores, conforme se iban limpiando los caminos rurales de escombros. Se visitaron más de 20 aldeas. También se llevaron a cabo traslados en ambulancia medicalizada a hospitales de mayor entidad en ciudades como Marrakech e incluso Tánger.

La primera expedición de SAMU a Marruecos regresó una semana después de su partida con más de 120 intervenciones sanitarias realizadas. Algunas de ellas han sido de gravedad, cuestión de vida o muerte, según explica Borja González de Escalada: “No hemos logrado rescatar supervivientes, pero sí hemos salvado vidas, y esto le da sentido y un gran valor al esfuerzo del equipo, de toda la organización y de todas las personas y entidades que nos apoyan”.

Una de las intervenciones más graves fue el episodio crítico sufrido por una niña que llegó al puesto médico con una cámara de bicicleta a modo de torniquete en su brazo izquierdo, que estaba fracturado. El estado de la paciente empeoró hasta el punto de tener que ser intubada por el equipo y trasladarla de urgencia a la Clínica Internacional de Marrakech, donde fue intervenida.

Otros casos destacados fueron la atención a un chico que sufrió un ataque epiléptico que puso en peligro su vida, y otro niño con un traumatismo craneoencefálico severo. Además, se realizaron numerosas atenciones a personas a las que se habían realizado curas de emergencia pero sin ningún tratamiento ni seguimiento.

Relevo inmediato

El primer contingente fue relevado de forma inmediata por una segunda expedición, bajo petición de las autoridades locales y de Project HOPE. Estuvo formada por 10 personas (dos médicos, un enfermero, cinco TES, una psicóloga y un médico), bajo el mando operativo de Andrés Rodríguez Holst.
La misión se dirigió a la aldea de Tigouga, en la provincia de Taroudant, a unos 300 kilómetros de Marrakech y cerca del epicentro del seísmo. Este fue el destino asignado por las autoridades marroquíes.

Los voluntarios estaban agrupados en equipos móviles con capacidad logística ligera y capacidades para la autosuficiencia. Dos equipos sanitarios se desplazaron a numerosas aldeas con vehículos 4×4 y, de esta forma, consiguieron acceder a poblaciones más apartadas y de difícil acceso.

Los habitantes de estos lugares habían recibido asistencia médica inmediata tras el terremoto y los más graves habían sido evacuados. Sin embargo, después dejaron de recibir asistencia, por lo que la labor de los sanitarios de SAMU fue muy importante para curar heridas, retirar vendajes, quitar suturas y, en definitiva, dar continuidad a los cuidados inmediatos. Además, se atendió a mujeres embarazadas, niños y adultos dependientes o personas con enfermedades crónicas, como hipertensos y diabéticos.

Andrés Rodríguez Holst reconoce que la presencia en el equipo de una psicóloga permitió ofrecer charlas comunitarias y acometer los síntomas tempranos de estrés postraumático que ya se está revelando entre la población. Desde el 18 de septiembre y durante sus diez días de trabajo, este segundo contingente asistió a medio centenar de personas cada día, hasta sumar más de 500 intervenciones, a falta de balance oficial.

Ola de solidaridad

Borja González de Escalada ha destacado la ola de solidaridad del pueblo marroquí con sus vecinos, con miles de personas desplazándose a las zonas afectadas con sus vehículos cargados de agua, pan y mantas en las primeras jornadas que siguieron al desastre. También ha subrayado el enorme agradecimiento que ha vivido su equipo por parte de los propios marroquíes, que aplaudían y saludaban a los vehículos de SAMU durante todo su recorrido desde Marrakech a Tánger.

La misión de SAMU ha contado con el respaldo de la ONG estadounidense Project HOPE, colaboradora habitual de la entidad en proyectos de ayuda internacional.

SAMU cuenta con presencia corporativa en Tánger desde 2017 y, en la última década, ha desplegado hasta tres misiones humanitarias en el país. De hecho, la organización estuvo en el terremoto de Alhucemas de 2004.

Una escuela que mira al mundo

SAMU y su escuela de emergencias cuentan desde hace ocho años con la colaboración de la empresa Global Education and Career Development Abroad (GlobalEd), especializada en el desarrollo de programas de educación internacional que permiten a estudiantes norteamericanos viajar a Sevilla para mejorar sus conocimientos académicos y/o realizar prácticas formativas.

Steven Davis, fundador y director de GlobalEd, lleva 23 años trabajando en el sector de los estudios extranjeros, pero no se independizó y formó su propia empresa hasta 2009. “Mi pasión siempre han sido las prácticas formativas. Mi objetivo es lograr que mis estudiantes aumenten su empleabilidad durante su estancia en el extranjero, es decir, sus aptitudes y actitudes para poder conseguir y conservar un empleo, además de ayudarles a lograr un curriculum de calidad que les permita tener una candidatura competitiva”.

En el ámbito sanitario, las primeras rotaciones que realizaron los estudiantes extranjeros en Sevilla fueron en el Hospital Infanta Luisa en 2011. “La primera rotación fue un éxito. Todos los médicos dijeron que les había encantado la experiencia. Y, a partir de ese momento, hubo un efecto dominó con otros hospitales”, relata Steven Davis.

La relación con SAMU y su escuela de emergencias comenzó en 2015. “SAMU y GlobalEd tienen una mentalidad y una filosofía de trabajo similar. Siempre estamos pensando en cómo seguir creciendo y mejorando”, observa Davis.

Durante los primeros años de esta colaboración, varios grupos de estudiantes de entre 18 y 23 años de la Universidad de Texas (Dallas, Estados Unidos) que querían ser médicos se formaron durante varios días en las instalaciones de Escuela SAMU, lo que les permitió conocer de primera mano la realidad del sector de las emergencias sanitarias.

En Estados Unidos, a su edad, las prácticas no son participativas, sino que los alumnos se dedican exclusivamente a observar. Sin embargo, en Escuela SAMU, los estudiantes se tienen que poner manos a la obra y participar de forma activa en cada ejercicio. “Aquí pueden llevarse hasta 14 horas trabajando sin parar y acaban completamente exhaustos, pero están encantados porque participan y están en contacto directo con las víctimas”, explica Steven Davis.

En concreto, este programa de estudio en el extranjero incluía tres semanas de formación en hospitales de Sevilla, donde realizaban rotaciones por las diferentes especialidades médicas, y otra semana de ejercicios prácticos en Escuela SAMU sobre soporte vital al trauma en el ámbito prehospitalario.

“Estudiar en el extranjero en mi época, a finales de los años ochenta, significaba una inmersión cultural y lingüística. Hoy esto ha cambiado mucho. La duración de los programas es menor y cada vez más clases se imparten en inglés. No hay una inmersión cultural ni lingüística, sino que esta experiencia se basa más en saborear y descubrir el mundo”, explica Steven Davis, director de GlobalEd. “El número de estudiantes extranjeros se ha incrementado muchísimo en los últimos treinta años y para las universidades es algo a su favor tener alumnos en el extranjero”.

Con la llegada de la pandemia, GlobalEd, al igual que otras muchas empresas, tuvo que renovarse y explorar nuevas formas de colaboración con las diferentes entidades, incluida SAMU. “Los efectos de la crisis del Covid-19 en mi sector, que se basa en estudios extranjeros, fueron catastróficos. Pasamos de 100 a menos cero. Los gastos fijos eran los mismos, pero no teníamos ingresos y, además, tuvimos que hacer frente a devoluciones de pagos realizados”, recuerda Steven Davis.

“Empezamos entonces a pensar qué podíamos hacer y una de las ideas que tuvimos fue poner en marcha prácticas online. Hablamos con universidades en Estados Unidos sobre este nuevo plan y fue nuestra salvación. El mundo no estaba preparado para una pandemia y el aislamiento que esto provocó. Había muchas carreras que requerían de prácticas para terminar los estudios. Nosotros empezamos a ofrecer prácticas online, pero muy enfocadas a empresariales, marketing, gestión, finanzas y las tecnologías de la información, principalmente. En el caso del sector sanitario, hablamos con hospitales para que nuestros estudiantes realizasen prácticas, pero siempre relacionadas con la gestión y la administración”.

Según explica el fundador de GlobalEd, conforme se comenzaban a abrir las fronteras y las normas anticovid eran más flexibles, comenzaron a desarrollar un nuevo programa de rotaciones en ambulancias junto a SAMU, en concreto en Sevilla y Málaga, pero éste no tuvo la aceptación que se esperaba.

Además, durante la pandemia, los estudiantes de GlobalEd participaron como voluntarios en varias iniciativas de SAMU First Response, la filial de SAMU en Estados Unidos. “Un grupo de alumnos de la Universidad de Dallas colaboró en la creación de conciencia y en darle visibilidad al proyecto de SAMU en Estados Unidos, ayudamos a contactar con posibles donantes y participamos durante un año en las diferentes fases del programa de acogimiento y asesoramiento de familias y menores no acompañados durante la última gran crisis migratoria vivida en EEUU”, apunta Steven Davis.

El pasado año, varios egresados realizaron prácticas formativas en la clínica SAMU Wellness, especializada en salud mental, y en la Residencia Santa Ana, que se centra en la atención a personas dependientes con daño cerebral adquirido, centro gestionado por Fundación SAMU.

Además, este año un grupo de 19 estudiantes han realizado un curso intensivo de un día en Escuela SAMU y GlobalEd ha desarrollado un programa de dos semanas con ejercicios de soporte vital de trauma prehospitalario en Escuela SAMU que se completarían con rotaciones en hospitales de Sevilla. “Este verano no hemos podido sacarlo adelante, no he logrado venderlo bien, pero es un buen programa y estamos seguros de que podremos ponerlo en marcha el próximo año. No obstante, estamos contentos porque en julio tuvimos a 100 estudiantes de manera simultánea en Sevilla y 37 de ellos realizaron prácticas en hospitales”, apunta Steven Davis.

“Ahora no tenemos un programa claro sobre la mesa con SAMU, pero no me sorprendería estar hablando de uno la semana que viene. SAMU me ve como un recurso, igual que yo los veo a ellos. Juan González de Escalada, director de Emergencias de SAMU, y todo su staff son unos grandes profesionales, especialmente, Thomas Couyotopoulo, director de escuela SAMU, y el instructor Andrés Rodríguez Holst, unos magníficos líderes y profesionales”.

“Para mí, SAMU forma parte de mi familia. Tenemos una mentalidad muy parecida, muy abierta, siempre con la intención de colaborar y de crecer juntos en muchas iniciativas”, continúa Davis, que asegura que sus estudiantes viven una experiencia única en SAMU y que “jamás podrán tenerla en EEUU”. “Aquí tienen contacto directo con el mundo de las emergencias y hospitalario. En EEUU, son demasiados jóvenes, no por edad, sino por su trayectoria académica, y no pueden realizar prácticas médicas. Mis estudiantes, cuando echan su solicitud para ser pediatras, por ejemplo, pueden explicar su experiencia y decir que han estado presentes en más de un parto o que han hecho rotaciones en cardiología, radioterapia, pediatría o urgencias”. Estos estudiantes tienen una experiencia diferente a la del resto de alumnos, lo que los hace más competitivos y únicos.

“Todo el mundo debería vivir una experiencia así”

Alba Molina Fajo y Julia Ceballos Ramírez. Enfermeras y miembros del contigente que ha participado en la Misión de Chile.

 

Las enfermeras especialistas en Pediatría Alba Molina Fajo (Jaca, Huesca, 1995) y Julia Ceballos Ramírez (Granada, 1998) formaron parte de la misión humanitaria de Fundación SAMU en Chile que se desarrolló entre junio y julio de este mismo año en Coyhaique, ciudad de la región de Aysén, al sur del país. Durante 18 jornadas consecutivas, ambas voluntarias hicieron frente al brote de virus respiratorio sincitial que ha afectado, de forma especial, a bebés menores de un año, provocando al menos siete fallecimientos en los peores días de la crisis y una saturación de camas para pacientes críticos.

Este despliegue volvió a demostrar la capacidad de respuesta y de especialización de Fundación SAMU ante la llamada de la OPS/OMS (Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud) y su vocación de ayudar a los que lo necesitan, allá donde estén.

—¿Por qué decidieron participar en la misión humanitaria de SAMU en Chile?

—Alba Molina (AM): SAMU buscaba para esta misión un perfil específico de enfermera con experiencia en cuidados críticos pediátricos y casos de bronquiolitis. Todo ello se adaptaba bien a mi experiencia profesional y personal. Siempre intento estar atenta a este tipo de oportunidades laborales y de voluntariado. Cuando me enteré de esta misión sentí que estaba lo bastante preparada para dar el paso.

—Julia Ceballos (JC): En mi caso, conozco SAMU desde que comencé a estudiar la carrera de Enfermería, e incluso me atrevería a decir que desde antes. Siempre me ha interesado mucho su escuela de emergencias, la formación que imparten y todas las labores y acciones que realizan. De hecho, aún tengo pendiente realizar su Máster de Enfermería en Urgencias, Emergencias, Catástrofes y Acción Humanitaria. La verdad es que no me pensé mucho el participar en la misión de Chile. Desde que era pequeña he querido participar en algún proyecto de ayuda humanitaria y, en este caso, al ser con SAMU, la decisión fue fácil.

—¿Cómo supieron que SAMU estaba preparando una misión a Chile?

—AM: Una compañera que hizo el Máster de Enfermería de SAMU me lo comentó.

—JC: Lo mismo. Me enteré también a través de una compañera que realizó este mismo máster hace ya unos años.

—¿Habían participado anteriormente en alguna otra misión humanitaria?

—AM: Sí, con una ONG local pequeña en Huancayo, Perú, y con la Fundación Pablo Horstmann en Lamu, Kenia.

— JC: En mi caso, ésta ha sido la primera vez.

—¿Qué se encontraron cuando llegaron a Chile?

—AM: Encontramos una situación un poco diferente a la que esperábamos. Había niños ingresados con un diagnóstico de bronquiolitis y necesidades de cuidados críticos en un servicio de UCI de adultos con una falta de profesionales con experiencia en el manejo del paciente crítico pediátrico.

—¿En qué estado ingresaban los niños?

—JC: No todos los niños ingresaban con la necesidad de unos cuidados intensivos. Todo se iba viendo en función de la evolución del paciente. Pero sí es cierto que algunos de ellos llegaban al hospital directamente con necesidad de ventilación mecánica o con un patrón respiratorio complicado.

—¿Les recordaba la virulencia del virus sincitial a los tiempos del coronavirus en España?

—AM: Sí, en general, la virulencia y el estado en el que ingresaban los pacientes resultaba similar al que nos habíamos enfrentado en España unos meses antes en nuestra propia epidemia en invierno.

—JC: Más que a la situación de 2020 ó 2021, a mí me recordó más a la situación vivida el pasado invierno en España. Nosotras mismas en nuestra unidad vivimos una situación difícil. Hubo muchos niños ingresados por VRS (virus sincitial respiratorio), que requirió de un aumento de personal y de camas de cuidados críticos pediátricos.

—¿Cuál era el estado de alerta entre la población?

—AM: La población estaba bastante enterada de la situación de la epidemia de infección respiratoria infantil y los medios de comunicación se hacían eco constantemente de la misma, así como de la preocupación local sobre la falta de una UCI pediátrica para dar respuesta a los niños que llegaban en una situación crítica.

—JC: Las personas estaban algo angustiadas porque relacionaban esta situación con otra anterior vivida en 2017, cuando tuvieron una carga asistencial muy grande, sobre todo, de pacientes pediátricos, y en la que en más de una ocasión vivieron momentos difíciles y duros.

Recursos disponibles

—¿Cómo era el hospital en el que trabajaron?

—JC: Si tuviese que clasificarlo como normalmente hacemos aquí en España, diría que se trataba de un hospital de carácter comarcal. El centro contaba con la mayoría de los servicios esenciales. Estaba bien dotado tanto de personal como de material y equipamiento. Y, con respecto a lo que nos podemos encontrar en nuestro país, no había mucha diferencia. Lo que sí es cierto es que, en los que se refiere al área de pediatría, no contaba con todos los recursos necesarios. En este caso, no contaba con una UCI pediátrica, un proyecto que se lleva gestionando, según nos informaron, desde 2017.

—¿Con qué medios contaban? ¿Eran similares al de un hospital de España?

—AM: A nivel de medios, el hospital de Coyahique, hasta lo que nosotras humildemente pudimos conocer, estaba adecuadamente dotado. Las diferencias se evidenciaban más a nivel de recursos humanos formados de forma específica para utilizar los medios disponibles para dar unos cuidados concretos a la población pediátrica.

—¿Cómo fue el trabajo con el equipo local?

—JC: El trabajo con el equipo de allí fue muy fácil. Nos recibieron muy bien. Además, creo que nuestro equipo se adaptó muy bien a ellos, al igual que ellos a nosotros. SAMU fue a ayudar y, aunque es verdad que acabamos adaptándonos a su forma de trabajar, siempre aceptaban cualquier consejo o experiencia que les transmitíamos.

—¿Qué aprendizajes y lecciones se han traído de esta experiencia?

—AM: La colaboración fue muy satisfactoria. Nos recibieron con amabilidad y compartieron con nosotras turnos y momentos duros, aportando con ellos a la vez nuestros conocimientos y experiencias particulares.

—JC: Con esta experiencia he podido confirmar que dedicarse al ámbito sanitario es algo vocacional, pues, independientemente de los recursos que se tengan, todo el personal se involucra al cien por cien para que el paciente salga hacia delante o para que los cuidados que reciban sean siempre los más óptimos posibles.

—¿Cómo valoran la experiencia?

—JC: Ha sido muy positiva tanto a nivel profesional como personal. Creo que todo el mundo debería vivir alguna vez una experiencia así.

—¿Qué fue lo que más les impresionó o les resultó más difícil de hacer?

—AM: Para mí, quizás, la parte más difícil fue lidiar con algunas situaciones críticas en las que, en mi contexto de trabajo, estoy acostumbrada a proceder de forma protocolizada, lo que asegura una respuesta organizada y eficaz, pero, en Chile, no siempre podía actuar así, ya que el servicio de UCI pediátrica todavía estaba en proceso de desarrollo, con algunos profesionales instruidos en ese área de práctica clínica pero con muchos todavía en el proceso de formación.

—JC: Lo que más me impresionó fue el hecho de que un hospital un poco incomunicado a nivel de carreteras no contará con una unidad de cuidados críticos pediátricos y sí con otros servicios. Y lo que tal vez me costó un poco más fue el tema burocrático, dado que los pacientes con ventilación mecánica tenían que ser trasladados a un hospital que contara con unidad de críticos pediátrica y eso suponía realizar varias gestiones. Es algo que nosotras no llegábamos a manejar del todo. Pero es cierto que todo es hacerse al sistema de trabajo.

—¿Repetirían la experiencia?

—AM: Me encantaría tener la oportunidad de repetir con SAMU en próximas misiones, especialmente en proyectos de ayuda humanitaria motivada por desastres naturales, un área humanitaria en la que no he trabajado nunca y en la cual tengo un gran interés en aprender.

—JC: Repetiría sin lugar a dudas. La experiencia ha sido enriquecedora en todos los sentidos. Y trabajar con SAMU también lo ha hecho todo mucho más fácil.

Fernando Segura: «Tras un año en Escuela SAMU, me apunto a un bombardeo»

Fernando Segura Román (Sevilla, 2000) acaba de finalizar sus estudios del Máster de Enfermería en Urgencias, Emergencias, Catástrofe y Acción Humanitaria en Escuela SAMU con el mejor expediente de su promoción, título que comparte con su compañera Eva María Gil Centeno.

 

—Enhorabuena, acaba de graduarse con uno de los dos mejores expedientes de su promoción. ¿Qué le pasó por la cabeza cuando le dieron el diploma en el acto de graduación tras un duro año en Escuela SAMU?
—Lo primero que hice fue dirigirme a Andrés Rodríguez, instructor y una de las personas más importantes para mí en Escuela SAMU, y le dije: “Andrés, yo ese chaleco me lo voy a poner. Voy a ser instructor. El día de mañana quiero trabajar en SAMU”. Sé que ahora no es el momento, no tengo experiencia y tengo que aplicar todo lo aprendido antes de enseñárselo a los demás, pero voy a volver.

—Tiene muy claro su futuro.
—El miedo que me da es perder el contacto con SAMU en ese tiempo. Ahora, por ejemplo, estoy trabajando en Mallorca en el servicio de Urgencias de Pediatría del Hospital Son Espases, pero me han dicho que ese contacto nunca lo voy a perder, que si ya he entrado en SAMU, siempre van a contar conmigo cuando sea necesario.

—Vayamos por orden. ¿Por qué decidió estudiar el Grado de Enfermería?
—No fue por tradición familiar, de hecho, soy el primer enfermero de mi familia. Fue por un tema personal, por la pérdida de un ser querido. Esto me hizo acercarme al mundo de la sanidad y querer salvar la vida de los demás, ya que, en aquella ocasión, no pude hacerlo.

—¿Puedo preguntarle quién era ese ser querido?
—Sí, mi padre. Murió en su casa. Yo tenía 13 años. Su pérdida me hizo interesarme por el mundo sanitario, totalmente desconocido para mí en ese momento.

—¿Y siempre tuvo claro que quería especializarse en el campo de las emergencias?
—A lo largo de la carrera fui cambiando muchas veces de opinión. Entré queriendo ser matrona, después me atrajo la Atención Primaria, luego quise hacer la especialidad de Enfermería Familiar y Comunitaria porque existía la opción de trabajar en el DCCU (Dispositivos de Cuidados Críticos y Urgencias). Y cuando hice prácticas en la UCI me enamoré de la especialidad de críticos. Durante mi estancia en Portugal con una beca Erasmus hice varias guardias en una ambulancia, y también me di cuenta de que lo mío eran las situaciones críticas e impredecibles.

—¿Conocía el Máster de Enfermería de Escuela SAMU?
—Cuando terminé la carrera de Enfermería, lo primero que pensé fue en irme fuera a trabajar. De hecho, acepté un contrato en Barcelona. Pero, en realidad, me apetecía seguir estudiando, no trabajar, porque, realmente salí de la carrera con la sensación de no saber nada. Me sentía inseguro, sentía que me faltaba formación y empecé a buscar posgrados presenciales. Finalmente, encontré dos, uno en La Universidad Pablo de Olavide y el de SAMU.

—¿Por qué se decantó por el máster de Escuela SAMU?
—Laura Fernández, una compañera de la facultad, que ya había hecho el máster de SAMU, me lo recomendó, pero fue muy sincera conmigo. Me dijo: “Haz este máster. Va a ser un año en el que perderás tu vida social y te aislarás. Si tienes pareja, puedes perderla, y también a los amigos, pero, por su formación, merecerá la pena. No te arrepentirás en ningún momento”. También le pregunté a otros compañeros que habían ido a una visita a Escuela SAMU mientas yo estuve de Erasmus y me dijeron: “Allí están todos locos, son unos salvajes”. Y en el fondo tenían razón, un toque de locura tenemos todos en SAMU. Al final me fié de Laura y me matriculé. No fue fácil tomar la decisión. Cambié la opción de estar un año ganando dinero en Barcelona por la de gastarme lo que me quedaba de la herencia de mi padre en esta formación. Aposté todas mis cartas a una y rechacé el contrato de trabajo de Barcelona sólo 12 días antes de empezar y me preparé a conciencia las pruebas de acceso. Iba a muerte. Me lo tomé muy en serio.

—¿Se arrepiente de esa decisión?
—En absoluto. No me arrepiento para nada. Ha sido un año muy difícil, de enorme esfuerzo económico y personal. He perdido a mi pareja y me he enfadado con amigos, pero tenía claro que quería priorizar mi formación y mi futuro laboral.

—¿Qué se lleva de este año en Escuela SAMU a nivel personal y profesional?
—A nivel personal, he alucinado con el vínculo que se crea tanto con los profesores como con los compañeros. Te llevas un año compartiendo tu día a día, tu rutina, un estilo de vida, tus risas y tus desgracias con las mismas 30 personas y eso une mucho. Respiras el mismo oxígeno. Duermes durante cuatro días seguidos con ellos en medio de la nieve y sufres con ellos los retos de las acampadas de supervivencia que te llevan al límite. Somos muy distintos todos, pero esa diferencia hace que seamos un grupo tan compatible. Ellos y la escuela en general han sido mi familia y mi casa durante un año, una familia y un hogar que me hacían mucha falta. Y, cuando se ha finalizado el curso, me ha costado mucho aceptar que todo esto se ha acabado.

—¿Y profesionalmente?
—Aún no puedo contestar a esta pregunta porque no soy plenamente consciente de ello. Solamente llevo una semana trabajando en Mallorca y ya me he dado cuenta de lo mucho que he evolucionado en un año. Me refiero al cambio de actitud por mi parte y a la seguridad que tengo ahora en mí mismo.

—¿Cómo se ve, profesionalmente hablando, con respecto a otros compañeros de Mallorca?
—Compañeros que llevan un año trabajando en ese hospital me preguntan cosas a mí, que sólo llevo una semana, sobre todo, el por qué hago algo de una manera y no de otra. En este tiempo, he tenido varios casos graves, por ejemplo, un niño que llevaba 30 minutos convulsionando. Ahora, después de un año en Escuela SAMU, me apunto a un bombardeo. Antes evitaba los problemas, me quedaba sólo con lo mío, más tranquilo, y ahora me meto en los casos más graves para echar una mano. En SAMU he aprendido a preparar los fármacos, las dosis, sé lo que el médico necesita antes de que me lo diga. Puedo emitir un juicio aunque la decisión final sea de otros. Sé manejar todo el material de críticos y los protocolos de actuación en caso de epilepsia de un niño, por ejemplo. En el máster he aprendido cosas que van más allá de mis competencias como enfermero, pero eso me ha permitido tener mucha más seguridad en el trabajo y saber en todo momento qué estoy haciendo, por qué y saber que lo estoy haciendo bien.

—El Máster de Enfermería incluye una parte de acción humanitaria. ¿Ha podido ir ya de misión?
—Aún no, pero tengo claro que lo haré. Es mi sueño. Cuando ocurrió el terremoto de Turquía nos dijeron que nos íbamos todos de misión y que teníamos tres días para prepararnos. En ese momento, estaba trabajando a media jornada en un hospital privado de Sevilla. Como siempre hago, aposté todo por algo. Dejé el trabajo, lo que me acarreó muchos problemas, y me involucré al máximo en los preparativos de la misión. El día antes de salir, nos dijeron que no nos iban a activar porque la demanda había bajado. Me quedé clavado en la mesa. Otros compañeros también habían renunciado a su trabajo para poder ir. Fue un palo muy grande. Esa es la parte negativa de las misiones, que de 30 salen 5, y que hay q estar preparado tanto para vivir una aventura en otro país como para quedarte en el caso de que se cancele.

Rumbo a Chile contra el virus respiratorio sincicial

Una misión de sanitarios de Fundación SAMU partió el viernes 23 de junio desde Sevilla con destino a Chile para sumarse al dispositivo internacional que hace frente a la crisis provocada por un brote de virus respiratorio sincicial (VRS). Hasta final de junio, el virus había causado la muerte de siete bebés lactantes en el país. El brote ha puesto a las autoridades sanitarias en vilo.

Fundación SAMU ha activado esta misión de cooperación como respuesta a la solicitud de apoyo internacional formulada por el Ministerio de Salud de Chile (MINSAL) y de la PAHO (Organización Panamericana de la Salud) a entidades colaboradoras de todo el mundo.

Cuatro voluntarios forman parte de este primer contingente: dos enfermeras especializadas en pediatría, Julia Ceballos y Alba Molina; un intensivista pediátrico boliviano, Nils Casson; además del director de área de Emergencias de SAMU, Juan González de Escalada, que está al frente de la misión.

Tras las conversaciones mantenidas con la PAHO, los especialistas de SAMU irán destinados al refuerzo de la UCI pediátrica del hospital de Coyhaique, ciudad de la región de Aysén. Es una zona muy poco poblada del sur de Chile, con enormes glaciares, fiordos y montañas nevadas, en la que se ha identificado la necesidad de reforzar las urgencias pediátricas. El proyecto tiene una duración inicial estimada de dos semanas.

Recepción de candidaturas

“Estamos abiertos a la posibilidad de enviar más equipos, aunque la singularidad de esta misión es que necesitamos personal especializado en cuidados intensivos pediátricos, que es el que puede desempeñar un papel decisivo ahora en el país. Tenemos abiertos nuestros procesos de selección”, ha explicado Juan González de Escalada.

En su reporte del miércoles 21 de junio, el MINSAL informó de que, hasta la fecha, un total de siete menores de un año habían fallecido en el país a causa del virus respiratorio sincicial.

“El virus sincicial causa una enfermedad grave, genera una destrucción del tejido de los pulmones y una insuficiencia respiratoria en los niños, especialmente en los menores de un año”, ha explicado el jefe del departamento de Epidemiología del Ministerio de Salud, Christian García. “Durante la pandemia, se ha generado una gran población susceptible y esto explica, en parte, la gran cantidad de circulación y de casos detectados por nuestro sistema sanitario”, ha añadido.

Las autoridades chilenas han catalogado el brote como “el más grande de los últimos años” y han anunciado el regreso del uso obligatorio de mascarillas para profesores y niños mayores de cinco años en espacios escolares hasta el término de la alerta sanitaria, fijado para el 31 de agosto.

En el citado reporte del 21 de junio, había un 92% de ocupación de camas críticas en los hospitales tanto en el sistema público como en el privado, que suman 1.386 plazas como dotación excepcional.

Bajas temperaturas

Además, se habían registrado 235 traslados pediátricos desde el inicio de la campaña de invierno. Para los próximos días, los pronósticos no son alentadores: la bajada de las temperaturas y la coincidencia del virus sincicial con otras patologías como la gripe amenazan con congestionar aún más la red hospitalaria.

Las dos últimas misiones internacional desplegadas por SAMU se desarrollaron en 2022 en las fronteras de Ucrania, con motivo de la crisis humanitaria provocada por la invasión rusa, y a principios de este año, en Turquía, tras el terremoto que devastó el sureste del país.

En las dos últimas décadas, SAMU ha desplegado misiones humanitarias en países como Irán, Marruecos, Indonesia, Sri Lanka, Haití, Perú, Sudán, Costa de Marfil, Sierra Leona, Nepal, Filipinas, Francia, El Salvador, Costa Rica, Honduras y República Dominicana.

Cuatro días para explorar los límites

El equipo de instructores de Escuela SAMU ha vuelto a dar todo de sí mismo para poder ofrecer a sus alumnos la mejor formación posible en una nueva edición de Crisis Task Force (CTF). El proyecto se ha concretado en una acampada logística de cuatro días de duración en los que el trabajo duro y la convivencia han sido los principales protagonistas. Esta acampada se desarrolló del 18 al 21 de abril en los terrenos de la antigua base militar americana de Sevilla, situada en el barrio de Sevilla este, bajo el nombre de Operación Azahar. Este espacio cuenta con un conjunto de instalaciones abandonadas y derruidas donde los alumnos pueden poner en práctica todo lo aprendido a lo largo del año a través de diversos ejercicios y simulacros de la más alta exigencia.

Crisis Task Force es un entrenamiento absoluto ideado para reforzar la resistencia individual, la gestión de la incertidumbre, la tolerancia al cansancio, el estrés y la capacidad de absorber la desorganización medioambiental.

En las jornadas de esta edición han participado los alumnos del Máster de Enfermería en Urgencias, Emergencias, Catástrofes y Acción Humanitaria (UECAH), del Máster de Emergencias Médicas y de los ciclos de Formación Profesional de Técnico en Emergencias Sanitarias (TES) y Protección Civil (TSPC), además de un nutrido equipo de docentes con una amplia experiencia en este tipo de ejercicios entre los que se encontraban Thomas Couyotopoulo (director de Escuela SAMU), Andrés Rodríguez, Cristian Estévez, Manuel Ángel Andrade, María Soto, José Antonio Rodríguez y Lidu Díaz, entre otros. También han participado sanitarios no adscritos a SAMU de los más diversos perfiles, a los que se les realizó una invitación, y profesionales de SAMU 31, institución capital en las emergencias de Francia.

“Mediante esta experiencia se espera que los concurrentes adquieran los conocimientos y aptitudes que permitan desarrollar las competencias profesionales para el despliegue, mantenimiento de estructuras y rescate en condiciones de austeridad y terreno hostil. Con el fin de alcanzar dicho objetivo, se desarrollaron diferentes actividades y simulaciones que llevaron a los participantes a experimentar sus propios límites físicos y psicológicos”, explican desde Escuela SAMU.

Las condiciones de austeridad y hostilidad se muestran impensables y lejanas a la realidad de nuestro entorno, sin embargo, no pasan desapercibidas en lugares donde sucesos como conflictos bélicos, terremotos, inundaciones o distintas enfermedades provocan desastres naturales que suponen pérdidas materiales y humanas. El trabajo del personal sanitario en estas situaciones se ve sometido a la falta de recursos, la gran cantidad de víctimas y la presión psicológica que envuelve el suceso.

“Escuela SAMU, bajo su lema Aprende haciéndolo, consigue cada año llevar a la práctica mediante simulaciones escenarios de catástrofe. Esto nos ayuda a comprender y conocer nuestras posibilidades y limitaciones que encontraríamos en la asistencia real. Durante esta actividad, el alumnado experimentó situaciones límites, adquiriendo de esta forma los conocimientos y habilidades necesarias para gestionar diferentes situaciones y coordinar recursos ante las mismas”, destacan desde el centro formativo. “Por otra parte, el trabajo interdisciplinar en equipo es fundamental para realizar cualquier tipo de trabajo, estando más presente en condiciones adversas. Por ello, en la Operación Azahar participaron diferentes perfiles profesionales (enfermería, técnico en emergencias sanitarias, medicina y protección civil) con el fin de aprender a coordinar, organizar y superar retos logísticos y personales”.

Durante la acampada se realizaron nueve talleres de diferente temática: táctico, rescate, extracción de víctimas del interior de vehículos y detección de riesgos. También se llevó a cabo un simulacro de medicina táctica durante la primera noche. “La asistencia del herido en un escenario de combate debe ser la mejor combinación posible de una buena medicina con una buena táctica militar”, apuntan desde la Escuela.

Dentro de esta acampada, el tercer día se desarrolló también una jornada IMV (Incidente con Múltiples Víctimas) dirigida a médicos de Atención Primaria, que culminó por la noche con un ejercicio final en el que participaron todos los alumnos.

“El ejercicio final de la acampada logística comenzó con una especie de circuito o gymkana con diferentes escenarios. Los alumnos, divididos por equipos, iban sorteando los retos de los diferentes escenarios, pero, de repente, sin previo aviso, empezamos a escuchar disparos. Era un francotirador que estaba disparando a civiles”, explica uno de los participantes. “En Escuela SAMU todo es posible. Nada es lo que parece. Estás concentrado haciendo un ejercicio y, de repente, resulta, que el verdadero ejercicio es otro del que tú no eres consciente, y todo el escenario cambia. Pasas de realizar un simple ejercicio de camilleo a estar salvando vidas en un incidente simulado con múltiples víctimas. Te metes tanto en el papel que, a veces, olvidas que no es real”.

“Teníamos como objetivo elevar la complejidad de la simulación para que los alumnos pudieran poner en práctica todo lo aprendido y profundizar aún más en su formación”, explica el enfermero Andrés Rodríguez, jefe de la acampada junto a María Soto. “En general, la experiencia ha sido muy buena, los alumnos se han ido con muy buenas sensaciones a pesar del cansancio, la falta de comodidades o la presión recibida”, continúa el instructor.

Sinónimo de calidad

Aprende haciéndolo es el lema que ha caracterizado a Escuela SAMU desde los inicios de su actividad a finales de los 80 y hoy tiene más vigencia que nunca. Al igual que todo SAMU, la Escuela quiere ser sinónimo de calidad, en este caso, aplicada a la formación de profesionales en activo y de futuros profesionales sanitarios y de las emergencias, siempre a través de la práctica y la experiencia como base formativa.

“En Escuela SAMU, uno no se saca un curso, lo supera y lo consigue, porque los instructores de ayer y de hoy no regalan nada, ni en los aspectos teóricos ni mucho menos en los actitudinales y prácticos. Las profesiones de emergencias son vocacionales y deben serlo porque, en los momentos difíciles, la formación, capacidad y actitud del profesional marcan la diferencia y, en algunos casos, es lo que permite salvar vidas”, comenta Thomas Couyotopoulo, director de Escuela SAMU. “La metodología y las exigencias marcan a los alumnos, y los profesionales del sector lo notan. No es raro que a un antiguo alumno de nuestra Escuela le digan en su trabajo ‘¿Tú te has formado en SAMU, verdad?’. Este comentario se ha dicho incluso en un hospital de Barcelona en una conversación sobre enfermeros de nuestro Máster que dejan el listón alto con su actitud, su eficacia y la famosa ‘reactivación’ (ordenar, limpiar y verificar el material después de su uso, factor clave para garantizar su efectividad para la siguiente activación)”.

“Nos comprometemos con la excelencia en la enseñanza. Fomentamos la investigación, la innovación y el desarrollo como medio para el crecimiento continuado de nuestra escuela. Garantizamos la calidad en la enseñanza creando una escuela viva, innovadora, abierta a los cambios, a las necesidades del momento y a la búsqueda continua de la mejora”, explican desde el centro formativo situado en Gelves. “Además, nuestros alumnos adquieren un papel activo en su formación, asimilando estrategias de resolución de problemas en situaciones de estrés, de trabajo en equipo multidisciplinar y trabajando sobre procedimientos actualizados. La formación más exigente tiene como fruto a los profesionales mejor preparados”.

Cuando una vida está en juego

El área de Emergencias es una de las piedras angulares de SAMU. Las emergencias son el origen de la organización, su razón de ser. SAMU nació en una UVI Móvil, la primera que se introdujo en España hace ya más de 40 años. Hoy, esta área de la organización cuenta con una amplia cartera de servicios tanto en el traslado de pacientes críticos como en el sector de la formación, el despliegue de dispositivos médicos y riesgos previsibles y la acción humanitaria a nivel mundial.

A través de los dispositivos de UVI-Móviles de Sevilla, Málaga y Huelva, SAMU atiende las necesidades de pacientes críticos gracias a los contratos vigentes con el 061, dependiente del Servicio Andaluz de Salud de la Junta de Andalucía. En total, en 2022, se realizaron 7.309 traslados entre interhospitalarios y primarios.

Sevilla es la provincia con la plantilla más numerosa de las tres unidades de críticos existentes. Allí trabajan cerca de 50 personas entre médicos, enfermeros y técnicos en emergencias sanitarias (TES). Alfredo Delgado Vargas y José María Rodríguez Pérez son dos de los técnicos más veteranos de SAMU. El primero lleva 20 años trabajando en esta empresa y, el segundo, 18 años. “Lo mío es pura vocación. Yo estuve trabajando como camionero ocho años, pero, cada vez que veía una ambulancia, se me ponían los vellos de punta. Yo quería ser sanitario”, reconoce José María Rodríguez.

En el año 2000, decidió formarse cómo TES. Tres años después comenzó a trabajar en Ambulancias Tenorio, y, en marzo de 2005, en SAMU. “Siempre llevaba en mi camión libros de Soporte Vital Básico, de Soporte Vital Avanzado y de Trauma para estudiar durante las horas de descanso. Quería quitarme de la carretera”, recuerda ahora.

Las funciones de un TES son múltiples, pero José María Rodríguez admite que lo que más le gusta de su profesión es “el volante”. “Mi prioridad es llevar y traer a mi equipo de manera segura y, en el caso del paciente, trasladarlo a un centro sanitario en las mejores condiciones.

Los dispositivos de UVI-Móviles de SAMU se dedican al traslado de pacientes críticos. Estos traslados pueden ser primarios o secundarios. Los primeros “hacen referencia a pacientes cronodependientes, es decir, que el tiempo es vital para su diagnóstico, como es el caso de los pacientes que sufren un ictus o un infarto y las víctimas de accidentes de tráfico o de incendios, por ejemplo”, explica el técnico. Los traslados secundarios son los interhospitalarios para un mejor diagnóstico o tratamiento del paciente. Muchos de estos traslados son interprovinciales.

En el caso de Sevilla, en cada turno de 24 ó 12 horas trabajan seis personas divididas en dos equipos de tres miembros cada uno (un médico, un enfermero y técnico).

La coordinación es clave

Rodríguez hace hincapié en que, en los avisos, especialmente en los incidentes con múltiples víctimas, la coordinación de los equipos es fundamental. Siempre debe haber un mando al que no se le puede discutir. “El doctor Carlos Álvarez Leiva, presidente de honor y fundador de SAMU, siempre nos dice que más vale una mala decisión que una indecisión, y que orden más contraorden es igual a desorden”, señala el técnico a la vez que recuerda la actuación reciente en el incendio de una vivienda en el Polígono Norte de Sevilla. “Cuando nos dieron el aviso nos dijeron que íbamos como apoyo del equipo del 061, pero, por mi experiencia, sabía que no iba a ser así”.

En un incidente de estas características, según cuenta Rodríguez, se moviliza a todas las dotaciones disponibles porque, en un primer momento, no se conoce la magnitud ni la gravedad de la situación. “En SAMU nos enseñan a gestionar el caos y la incertidumbre. Yo no me pongo nervioso nunca, pero, aquel día, estaba inquieto porque había niños atrapados en la vivienda. Al principio fue un poco caótico. En la zona había muchos vecinos y familiares de las víctimas”, relata. La primera persona que salió del edificio fue el padre de la familia, que había saltado por la ventana para huir de las llamas. Tenía graves quemaduras en las dos extremidades superiores, varias fracturas y una intoxicación por monóxido de carbono.

“La orden fue que lo atendiera el equipo de SAMU, a pesar de que íbamos como equipo de apoyo. Nosotros seguimos las instrucciones y trabajamos en perfecta armonía con el 061 porque, como he comentado antes, don Carlos siempre nos ha inculcado que orden más contraorden es igual a desorden”.

Rodríguez explica que un técnico siempre debe estar preparado para cualquier cosa e ir por delante de la situación. “Debo saber en todo momento cuáles son los pasos que van a dar el enfermero y el médico para prestarle apoyo avanzado. Por ejemplo, si es necesario intubar, yo tengo que saber el tipo de tubo que necesita el médico antes de que él me lo pida. En estas situaciones, las órdenes son concisas y concretas. Se habla poco. No podemos titubear”.

El técnico reconoce que hay días más duros que otros y, en algunos casos, por mucho que intentes “no llevarte el trabajo a casa, es imposible quitar el enchufe y desconectar; hay actuaciones que recuerdas de por vida”. En el caso de José María Rodríguez, nunca olvidará un aviso en un domicilio de Las Cabezas de San Juan, en la provincia de Sevilla.

“Era una señora de cuarenta y pocos años. Al parecer, le había dado un infarto mientras estaba en la piscina y se había ahogado. Cuando llegamos, su hijo de cuatro años estaba en el borde de la piscina llorando e intentaba rescatar a su madre muerta con el recogehojas. Cogí al niño en brazos y me lo llevé de allí. Jamás olvidaré esa escena ni la cara del niño mirándome a la vez que me agarraba la pierna. Llevo 18 años aquí y éste ha sido mi peor caso. A la vuelta, tuve que parar la ambulancia para llorar”.

Para Alfredo Delgado, otro de los técnicos de Sevilla, su actuación más impactante también está relacionada con un menor de edad. “Era un 5 de enero, en la barriada sevillana de El Tardón. Recuerdo perfectamente el nombre de la calle y el número. Un bebé de dos meses estaba en parada. Estuvimos dos horas intentando reanimarlo con la madre a nuestro lado rota de dolor hasta que llegó el padre al domicilio y nos dijo que parásemos. El bebé había nacido con una malformación congénita y existía la indicación ‘no reanimar’. Imagínate lo difícil que es para un padre decirle a un médico que pare y no reanime a su hijo”, cuenta el técnico.

“Recuerdo que era una octava planta y cada uno de nosotros bajamos de una forma distinta, uno por las escaleras, otro por el ascensor, y otro se asomó a una ventana antes de bajar. Queríamos estar solos. Sólo queríamos llorar. Cuando llegamos abajo, la asociación de vecinos estaba preparando la visita del cartero real. Hablamos con ellos y les pedimos que trasladaran la fiesta a otro lugar porque en breve iban a bajar unos padres que acababan de perder a su hijo”, continúa Alfredo Delgado. “Todos tenemos fantasmas de los que no nos vamos a olvidar nunca por mucho que pase el tiempo”.

El técnico asegura que su profesión también es vocacional. En un primer momento estudió Pedagogía porque no le alcanzó la nota para entrar en Enfermería, carrera que ahora está a punto de terminar. “Gracias al apoyo de mis compañeros he podido estudiar Enfermería, algo que deseaba mucho hacer. Y no descarto estudiar ahora Fisioterapia”, comenta. “He aprendido más en SAMU gracias a los simulacros, sus cursos y ejercicios prácticos que en la propia carrera de Enfermería”.

De guardia

Durante la entrevista telefónica, el técnico es testigo de una colisión. “Ahora te llamo. Ha habido un accidente”, se despide precipitadamente Alfredo Delgado mientras sale de su vehículo para ayudar a los heridos olvidándose de apagar el móvil. Al parecer, un hombre de 27 años había resultado herido tras colisionar la motocicleta que conducía contra un turismo que habría realizado un giro indebido en la Avenida de El Greco de Sevilla, según informó después Emergencias Sevilla.

El técnico logra retomar la entrevista minutos después: no quiere olvidarse de mencionar a sus compañeros. “El nivel de los profesionales que salen de Escuela SAMU es muy potente, especialmente los enfermeros y los técnicos. Yo me iría con cualquiera de ellos de misión humanitaria”, reconoce Alfredo Delgado, que participó en las misiones de SAMU en Haití y en el Atlas Marroquí.

En el caso de la unidad de Málaga, la plantilla está formada por 12 enfermeros, nueve TES y seis médicos, y cuenta con dos servicios: el Equipo de Coordinación Avanzada (ECA), formado por un enfermero y un técnico; y una UVI-Móvil, compuesta por un médico, un enfermero y un técnico.

“Solemos realizar entre seis y 15 traslados al día entre avisos de críticos y primarios”, explica Ana Julia Suárez, que trabaja como médico de SAMU desde hace 15 meses. “Soy anestesista, natural de Venezuela, y decidí trabajar en el campo de las emergencias mientras conseguía la homologación de mi especialidad. No creía que me fuera a gustar tanto. Estoy encantada con el equipo. Estamos completamente compenetrados. Aquí se trabaja muy bien. Disfruto mucho trabajando en SAMU. La colaboración y la coordinación de los diferentes profesionales es perfecta”, comenta la médico que también ha trabajado en el servicio DCCU (Dispositivo de Cuidados Críticos y Urgencias) del Servicio Andaluz de Salud. “Creo que he elegido muy bien mi lugar de trabajo, ya que cuento con un equipo muy bien formado y con ansias de superarse cada día. SAMU es sinónimo de calidad y eficiencia”.

Al preguntarle sobre una actuación reciente, la médico recuerda un accidente de tráfico en el que un coche, que circulaba por un puente volteó y cayó sobre otro coche que circulaba por la carretera que estaba debajo del puente. “Íbamos de regreso a la base cuando nos encontramos con el accidente. Avisamos al centro coordinador y empezamos a atender a las víctimas porque en ese momento no había más recursos disponibles y nosotros ya estábamos allí”, relata.

La doctora Suárez explica que el equipo de Málaga realiza muchos traslados interhospitalarios: Jaén, Sevilla, Córdoba, Ronda, Antequera o Marbella son los principales destinos.

La médico reconoce que, una vez que consiga la homologación de su título de anestesista, su intención es compaginar el quirófano con las emergencias. “Me llena de satisfacción saber que estás contribuyendo positivamente en la salud de un paciente”.

La base más reciente de SAMU con servicio de 24 horas es la de Huelva, que en 2022 cumplió diez años. Aquí trabajan unos 20 profesionales, y, a diferencia de Málaga y Sevilla, cuyas bases son independientes, en Huelva comparten base con el personal del 061, lo que permite una mejor relación con los compañeros de otros dispositivos de emergencias.

Carmen Espina es una de las enfermeras de la unidad de Huelva. Recientemente, ella y dos de sus compañeros, un médico y un técnico, han sido reconocidos por el 061 por su actuación durante el incendio de una vivienda a finales de enero en el que fallecieron tres jóvenes estudiantes.

“El aviso llegó a las 7:50 de la mañana. Nuestros turnos son de 24 horas y empiezan a las ocho de la mañana, por lo que, afortunadamente, todos los miembros del turno entrante ya estábamos allí y fuimos los que acudimos al aviso”, explica la enfermera, antigua alumna de Escuela SAMU. “La situación era bastante compleja. Había muchos heridos. En un principio, pensábamos que sólo habría entre dos y cinco víctimas. Pero no fue así”.

El fuego se originó a primera hora de la mañana en un piso de estudiantes en la barriada de Isla Chica de Huelva. En el piso, de cuatro habitaciones, los bomberos encontraron varios colchones distribuidos por el suelo. Diez amigos habían salido la noche anterior para celebrar el fin de los exámenes y se habían quedado a dormir en el piso de cuatro de ellos. Siete jóvenes lograron salir por su propio pie, pero los otros tres dos chicas y un chico de entre 20 y 22 años, se quedaron atrapados en una de las habitaciones y fallecieron en el hospital por la inhalación del humo. La causa del fuego fue una estufa. “Trabajamos en equipo junto con el 061 y el servicio SUAP de Huelva. Además de los estudiantes, también resultaron heridos otros vecinos del edificio. Nosotros atendimos a una víctima que estaba inconsciente”, recuerda Espina.

Trabajar en el caos

En total hubo 13 heridos y tres fallecidos. “En aquel momento era muy importante saber gestionar el caos y trabajar de manera coordinada no sólo con el resto de los sanitarios, sino también con los bomberos y la policía. Fue una situación muy difícil porque había muchos familiares nerviosos esperando noticias y las víctimas eran muy jóvenes”, comenta. “El resto del día fue muy complicado. No había hecho más que empezar el turno y teníamos que estar a la misma altura. Fue un día muy duro y difícil”.

Tanto SAMU como el 061 han alabado la actuación de este equipo de Huelva. “En este tipo de avisos hay que estar a la altura profesional y personalmente y, al finalizar, tener la tranquilidad de que se hizo todo lo que se pudo”.

Además de participar en incidentes con múltiples víctimas, otra de las funciones principales de la unidad de Huelva son los traslados interhospitalarios de pacientes críticos. “Es común trasladar a un paciente desde Huelva hasta Sevilla o Málaga para un mejor diagnóstico o tratamiento. En nuestro caso, realizamos muchos traslados de pacientes pediátricos porque Huelva no tiene un hospital Materno-Infantil. Trasladamos a Sevilla muchos neonatos en incubadora. Estos avisos son los que más me impactan. Es injusto que una provincia como Huelva no tenga un centro de referencia materno-infantil. Es muy necesario”.

“Los profesionales de estas tres unidades son nuestros héroes del día a día. Héroes 24 horas diarias, 365 días del año”, destaca Juan González de Escalada, director del área de Emergencias de SAMU, que se muestra muy orgullosos del equipo de críticos, de su entrega y dedicación”.

Aliados estratégicos en el Aljarafe sevillano

Varios miembros del equipo de Gobierno de Tomares, liderado por el alcalde José María Soriano, ha realizado una visita a las instalaciones de Escuela SAMU, ubicada en Gelves. Gracias a esta reunión, que se celebró el 7 de marzo, se han podido seguir afianzando las relaciones institucionales con el Ayuntamiento de Tomares. La visita ha permitido dar a conocer las instalaciones al gobierno municipal e informar a sus miembros de la amplia oferta académica que ofrece este centro de formación. Los asistentes pudieron acercarse a las diferentes actividades que se llevaban a cabo en ese momento en las instalaciones de Escuela SAMU y conocer de primera mano las necesidades que tiene actualmente el centro y cómo el Ayuntamiento puede colaborar a la hora de cubrir dichos requerimientos.

Además del alcalde de Tomares, José María Soriano, también formaron parte de la visita Nicolás Borreguero, concejal de Deportes y Protección Civil; Emilio Gallego, jefe de la Policía Local de Tomares; y Jaime Fernández, jefe de Protección Civil de Tomares. Por parte de SAMU, acudieron Thomas Couyotopoulo, director de Escuela SAMU; José Antonio Trujillo, director general adjunto; Lourdes Vázquez, responsable de Formación In-Company de Escuela SAMU; Juan González de Escalada, director del área de Emergencias; y José Luis Benavente, relaciones institucionales de la zona sur.

“Se realizó una visita guiada por las instalaciones de la escuela y, posteriormente, se llevó a cabo una reunión de trabajo donde tanto el Ayuntamiento de Tomares como desde SAMU se plantearon posibles colaboraciones conjuntas. Asimismo, desde el gobierno tomareño se nos informó de las necesidades formativas que tienen los miembros de la corporación local de protección civil con el objetivo de establecer acciones conjuntas. También se nos planteó la posibilidad de realizar ejercicios prácticos y simulacros en espacios públicos de Tomares. En este sentido, personal de SAMU estuvo hace unos días visitando parques y otros espacios de Tomares donde poder llevar a cabo futuras actividades”, explica Thomas Couyotopoulo, director de Escuela SAMU.

Desde septiembre de 2022, este centro de formación ofrece la titulación del Grado Medio en Técnico en Emergencias y Protección Civil, que permite a sus alumnos acceder a puestos de trabajo del sector de servicios de extinción de incendios forestales y apoyo en contingencias del medio natural y rural, prevención y Protección Civil, así como en los servicios públicos de atención de emergencias y cuerpos de bomberos, en administraciones públicas y privadas.

Este ciclo de Grado Medio está enfocado a la escala básica de los servicios de bomberos o de acceso al cuerpo de bomberos. Las labores que van a desempeñar en el plano laboral son más prácticas que en el ciclo superior. Se trata de la escala básica de: los servicios de bomberos, otros cuerpos de bomberos y servicios, personal de protección civil y personal de operaciones, entre otros.

Escuela SAMU, en su propósito por optimizar los espacios docentes y de simulación, cuenta con un nuevo aulario, un simulador de helicóptero de transporte sanitario, una pista de entrenamiento multifuncional, un área forestal y se trabaja en la adaptación de una ambulancia de simulación. El nuevo aulario ha permitido ampliar los espacios con ocho aulas adicionales y dar un salto cualitativo a nivel de infraestructuras incorporando mobiliario y herramientas audiovisuales interactivas.

A finales de 2022, se utilizó también por primer vez un estudio de grabación audiovisual, que ha permitido mejorar la calidad de los contenidos pedagógicos generados para los distintos cursos.