Nueva misión internacional de SAMU: Polonia

Un equipo sociosanitario de voluntarios de SAMU formado por cuatro personas de diversas disciplinas (trabajador social, pedagogo, técnico en emergencias sanitarias y enfermero) acudieron en noviembre a la frontera de Polonia con Bielorrusia para realizar una incursión en el terreno y detectar las necesidades existentes y así tomar las acciones correspondientes, debido a la situación de extrema precariedad en la que se encuentran miles de personas procedentes en su mayoría de Oriente Medio y África, especialmente de países en conflicto o con una difícil situación económica tras años de guerra, como Siria, Afganistán o Iraq. El objetivo de SAMU era poner en marcha un dispositivo de atención a los refugiados.

La crisis migratoria en la frontera oriental de la Unión Europea, que empezó la primavera pasada, se ha agravado desde noviembre. Miles de personas han quedado atrapadas en tierra de nadie, vagando en difíciles condiciones por los bosques de la región que separa Bielorrusia de Polonia.

Los días más tensos se produjeron durante la primera quincena de noviembre, días en los que hubo enfrentamientos con la Policía polaca, equipada con material antidisturbios. En sólo cuatro días, más de 30.000 personas intentaron cruzar la valla de alambre de espino que separa ambos países.

Varsovia y Bruselas han acusado al régimen de Minsk de orquestar el tráfico ilegal de personas para presionar a la Unión Europea en represalia por las sanciones económicas impuestas, debido a las graves violaciones de derechos humanos en el país tras las protestas por las elecciones celebradas en agosto de 2020, cuyo resultado no ha sido reconocido por la UE.

Las autoridades polacas están viendo que no pueden con la avalancha de migrantes que están atrapados en su línea divisoria y que llegan empujados por las tropas del régimen bielorruso. El endurecimiento de sanciones o las gestiones diplomáticas para intentar tapar vuelos con destino a Minsk para refugiados iraquíes, sirios y yemeníes se escapan de la influencia de Varsovia. Y esa labor la están llevando a cabo las instituciones europeas.

La Misión Polonia, como ha sido denominada la acción de SAMU, se puso en marcha el 15 de noviembre, escasos días después de la llegada de cientos de migrantes a la frontera. El día 16, martes, se activó un gabinete de crisis, y, finalmente, el 17 se producía la salida de la expedición. Esta misión de cooperación tuvo como objetivo brindar apoyo y colaboración a las autoridades, principalmente locales, así como a las entidades que estaban prestando sus servicios en esta zona a los colectivos atendidos. El contingente de SAMU elaboró informes diarios que recogían aspectos sanitarios y sociales de la situación, y prestaron asistencia sociosanitaria. También donaron materiales a las entidades que atendían a las personas refugiadas in situ y realizaron una agenda de contactos y afianzaron posibles cooperaciones futuras.

“Los niños no entienden lo que está pasando. Ellos están bien. Son críos y al final se adaptan a lo que ven. No están tristes, se les ve felices”, asegura Ángel Jesús Casares, sevillano de 31 años y uno de los cuatro trabajadores del equipo multidisciplinar de SAMU que se trasladó desde Sevilla hasta Bialystok para trabajar con los pocos refugiados que conseguían superar la frontera. Junto al psicopedagogo Ángel Casares viajaron también el trabajador social Adrián Moreno, el enfermero Juan Manuel Tallón y el técnico en emergencias sanitarias Jesús Romero.

“Hay familias que están sobreviviendo en condiciones nefastas y tienen muchas carencias”, comenta Jesús Romero. “Antes de viajar, sabíamos que nos íbamos a encontrar con una barrera militar pero teníamos claro que íbamos a intentar acercarnos a ellos para ofrecerles nuestra ayuda. Están pasando frío y apenas tienen alimentos. Están retenidos”.

Adrián Moreno explica que en Polonia “la situación es complicada y no llega mucha información”. Todo el mundo se imagina qué ocurre allí, en el bosque, pero prácticamente nadie lo puede afirmar con exactitud. Las cifras que se manejan estiman que hay entre cuatro y cinco mil personas en medio de esa nube de árboles, según informa El Confidencial. “Tú pasas de día y no se ve nada, imagínate de noche. Allí hay bisontes, alces… Es muy peligroso. Más aún con estas temperaturas”, señala Moreno.

Entre las personas que tratan de acceder a Polonia, hay grupos familiares completos con menores a su cargo y mujeres en cinta, que son los casos más vulnerables. Pero en su mayoría son hombres de entre veinticinco y cuarenta y cinco años de edad, explican desde SAMU. Los grupos de migrantes han instalado tiendas de campaña a pocos metros de la frontera polaca y han encendido hogueras, según cuentan diferentes activistas. Entre ellos hay muchas mujeres y niños pequeños y las condiciones son extremadamente peligrosas, con temperaturas bajo cero durante la noche. En los últimos dos meses, al menos ocho personas han muerto en la zona.

El jefe de la misión de SAMU, Adrián Moreno, explica en un artículo de El Confidencial que algunos activistas solidarios se juegan hasta 15 años de prisión por llevar a los refugiados comida y ropa. “No entiendo cómo Europa consiente esto. La culpa no puede ser de quien se muere en los bosques. En otras crisis humanitarias dejan que se ayude a las personas. Al final, nosotros nos trasladamos a estos puntos para echar un cable en lo que podemos. En este contexto es más complicado de lo normal. Por la tensión política, claro, y porque están impidiendo que las entidades humanitarias colaboren”, aseguran desde SAMU, refiriéndose a la negativa del Gobierno de Polonia a dejar que las ONG entren en la zona de exclusión.

En esta misión, SAMU ha volcado toda su experiencia en la gestión de misiones de cooperación. Sólo en el último año, la entidad ha coordinado tres misiones humanitarias internacionales en los países de Dominica, El Salvador y Costa Rica. Asimismo, recientemente, desplegó un dispositivo de atención a los afectados por el volcán de La Palma, y está participando activamente, desde el inicio de la crisis migratoria, en la atención a los menores que llegaron desde Marruecos en mayo de 2021, gestionando actualmente varios de estos centros de atención a los menores.

Asimismo, SAMU viene llevando a cabo desde hace más de treinta años proyectos de carácter humanitario en numerosos lugares del mundo, y desde 2018 cuenta con presencia en Washington DC (EE.UU.) a través de SAMU First Response, cuyo objetivo es captar fondos y recibir donaciones corporativas y a título individual para llevar a cabo dichas misiones.

El duelo en personas con discapacidad intelectual

En este artículo no pretendemos hacer una exposición exhaustiva del proyecto de intervención sobre el duelo en personas con discapacidad intelectual no verbal: sería demasiado extenso. Más bien nuestro propósito es reflexionar y compartir la experiencia de trabajo que supuso la elaboración e implementación de este proyecto de investigación, con la esperanza de que otros profesionales encuentren un referente para su práctica diaria.

Bien sabido es que no existen modelos generalizables ni situaciones en las que podamos aplicar programas que no partan de la propia realidad en la que se pretende instaurar. Por ello, el proyecto partió de la necesidad y sufrimiento que detectamos en una de nuestras usuarias (en adelante N.P.) en la Unidad de Estancia Diurna San Lucas, en Sevilla.

A lo largo de la historia, el tema de la discapacidad ha sido poco tratado por la sociedad en general y, en el peor de los casos, existía un modo de ver a estas personas que, por suerte, ya hemos superado. Actualmente, gracias a la labor que desempeñamos profesionales de distintos campos, se ha conseguido hablar con normalidad de este tema y se van tratando de cubrir las necesidades que este colectivo presenta.

Hay que mencionar, además, que el tema de la muerte en nuestra cultura queda ‘escondido’. Aun cuando sabemos que la muerte es el acto cierto de la vida, no se aborda en el área educativa. En las personas con discapacidad intelectual (DI), el panorama es más desolador ya que normalmente se mantiene durante la etapa adulta. Tácitamente se les niega la posibilidad de sufrir el duelo en base a falsas creencias (no se enteran, son personas eternamente felices, libres de preocupaciones….). Lo cierto es que sufren, se estresan y tienen ansiedad al igual que el resto de las personas.

Existen estudios que han llegado a valorar que un alto porcentaje de personas con DI que experimentaban repentinos cambios emocionales o conductuales, habían vivido de cerca una muerte o pérdida. En estas personas suele verse demorado el proceso de duelo y la pena que conlleva. Les cuesta identificar sus sentimientos, suelen retardar la respuesta de duelo, requieren un ritmo diferente para su elaboración y tienen una capacidad distinta de percibir el tiempo.

En ocasiones, pueden ver desencadenado su dolor no con la vivencia de la pérdida de su ser querido, sino con otra situación de estrés posterior (la despedida de un profesional, el cambiarse de casa o residencia, una separación….). Este destiempo de despliegue emocional hace que a veces no se identifiquen las reacciones y cambios comportamentales actuales con la pérdida de su familiar que pudo haberse producido muchos meses antes, incluso años, como fue en el caso de N.P.

La finalidad del proyecto fue favorecer y mejorar el acompañamiento emocional a personas con DI moderada o severa y serias limitaciones en sus habilidades comunicativas en la asimilación del duelo y facilitarles los medios y recursos para manejarse ante la pena, tratando asimismo de aumentar su comprensión de la muerte y las pérdidas. Estas personas, dadas sus características, presentan una mayor vulnerabilidad y van a requerir en este proceso de duelo de unos apoyos específicos para vivirlo de la manera más normalizada posible.

Nuestro plan de intervención, como ya hemos mencionado, se planteó como respuesta a las necesidades concretas que estaba presentando una de nuestras usuarias, pero consideramos que algunas fases de dicha intervención podrían ser muy beneficiosas para todo el grupo de usuarios que compartían sus mismas características cognitivas y comunicativas.

El objetivo principal de la intervención fue ayudar a N.P. en su proceso de elaboración del duelo con el fin de mejorar su calidad de vida. Para su consecución, nos planteamos los siguientes objetivos específicos: ofrecerle el apoyo emocional y social necesario para aliviar los efectos adversos del estrés, ansiedad y sufrimiento que estaba experimentando; facilitarle estrategias para expresar y comprender sus sentimientos y emociones; y enseñarle cuál es el proceso natural del ciclo vital, mediante técnicas específicas para ella.

Estos objetivos nos hicieron trazar dos tipos de actuaciones. Por una lado, los episodios espontáneos de emociones y sentimientos (N.P. los expresaba con brotes de llanto desconsolado, gritos, deambulación errática…) los abordamos únicamente con la voluntad de estar con ella durante el tiempo de su dolor y pena. El contacto físico, un abrazo… formas de comunicación no verbal por excelencia que expresan atención, apoyo y compañía cuando las palabras no son suficientes o carecen de significado.

Por otra parte, nos planteamos enseñarle de forma más estructurada el proceso natural del ciclo vital, utilizando estrategias y técnicas específicas para ella (método de Comunicación Total -Habla Signada- de Benson Schaeffer) y apoyos visuales, que nos permitieran ubicarla en el tiempo, entender lo que le estaba sucediendo y a adaptarse a los cambios.

La limitación de no tener adquirido el pensamiento abstracto hacía que no entendiera los conceptos de pasado, presente y futuro, ya que son nociones abstractas que no podía elaborar bien. Esto provocó que no pudiéramos emplear estos términos para poder situarla en el concepto de muerte y de pérdida. En cambio, recurriendo a las capacidades que tenía de sensibilidad, percepción, lenguaje comprensivo, buena memoria y aprendizaje visual, pensamos que podría ser muy valioso utilizar el precioso cuento ¡Vuela, mariposa! ¡Vuela! para conseguir este objetivo.

Atendiendo a las características de nuestros usuarios y a la dinámica de funcionamiento del centro, trabajamos el cuento de manera transversal en los distintos talleres a los que asistía N.P. (comunicación, manualidades, dinámicas de ocio, musicoterapia y desarrollo cognitivo) ya que su rutina diaria (trabajo, compañeros de grupo, hábitos, costumbres, horarios…) le aportaba estabilidad y seguridad y, en consecuencia, la intervención sería más fructífera.

Repeticiones y rutinas

La metodología utilizada se basó en la repetición constante; aunque pensemos que lo habían entendido, era necesario asegurarnos de que era así y lo iban interiorizando. Se emplearon las mismas herramientas una y otra vez. La constancia, las repeticiones y las rutinas sirvieron para ayudarles a aprender y entender.

Dado que la manera de comprender los efectos del duelo en estos individuos se refleja principalmente a través de la conducta, nuestra metodología se apoyó en gran medida en la observación del cambio conductual. Nuestras intervenciones estuvieron guiadas por las tesis de la Intervención Comunicativa y el Apoyo Conductual Positivo.

Este modelo no trata de eliminar la conducta desajustada (se sabe que la mayoría de estas conductas tienen un punto de partida en una función adecuada: comunicar mensajes, manejar emociones, evitar sucesos desagradables, etcétera), sino de enseñar formas alternativas de conseguir esos fines, positivos y comunicativos, pero que sean funcionalmente equivalentes y que estén adaptadas al entorno y a las capacidades de cada usuario.

No se estableció una delimitación temporal al plan de actuación propuesto, ya que la intervención no se planteaba como una terapia propiamente dicha (sería inviable dadas las características de N.P.), sino como un acompañamiento emocional.

Cada persona reacciona de manera distinta ante situaciones de pérdida. Razón por la cual no tenía sentido establecer día y hora para este acompañamiento. Había que dar tiempo y respetar el ritmo y las peculiaridades de su proceso de duelo, por lo que fue la usuaria núcleo de la intervención la que iba marcando el ritmo del mismo. De igual modo, resaltar que la actitud de los profesionales ante este proceso fue de total disponibilidad para atenderla cuando ella lo necesitaba.

Acompañar emocionalmente a personas con DI moderada o severa y serias limitaciones en sus capacidades comunicativas es un gran desafío. La propia naturaleza de las limitaciones que afectan a estas personas hace que sea imprescindible la formación continua y la actividad investigadora de los profesionales que trabajamos con ellos. Esta formación, además de ir unida a la calidad y funcionalidad de nuestras intervenciones, es fuente continua de motivación. Una formación adecuada así como un enfoque positivo de nuestro trabajo redunda en la calidad de vida de estas personas y de sus familias, más aun cuando éstas viven un proceso de duelo.

Ángel Riviére nos decía en el prólogo del libro Sistemas alternativos de comunicación (Sotillo, 1993): “Hay duros silencios cargados que ocultan un rico mundo interior…Hay también silencios estruendosos para los demás. Lo que no hay es silencios impuestos que sean aceptables para los profesionales y los familiares que viven con personas con necesidades educativas especiales”.

Nos rebelamos ante esos “ silencios impuestos” y, aunque somos realistas y sabemos que trabajamos con individuos que presentan una sintomatología muy severa, al enseñarles estrategias alternativas de comunicación les estamos ofreciendo la posibilidad de expresar sus sentimientos y emociones y comprender lo que les está sucediendo. Si no, conscientes del hándicap que supone para sus logros y avances las evidentes limitaciones de estas personas para acceder a conocimientos más complejos, nuestra intervención fue un acto de humanidad al acompañar emocionalmente a N.P. en su proceso de duelo.

Por Nieves Perales. Educadora de la Unidad de Estancia Diurna San Lucas (Sevilla)

Bajo el amparo de Fuentequintillo

Fundación SAMU abrió en julio de 2021 su primer centro especializado en la atención de niños con discapacidad física y/o intelectual que provienen del Sistema de Protección de Menores de la Junta de Andalucía. Se trata de siete menores de entre 5 y 16 años que han encontrado en el Centro de Fuentequintillo, en Montequinto (Dos Hermanas, Sevilla), un nuevo hogar, y en el equipo de profesionales de SAMU, una gran familia que los quiere, cuida, protege.

El centro de Fuentequintillo abrió por primera vez sus puertas en febrero de 2019 con el objetivo de acoger a menores inmigrantes, primero a chicos y, más tarde, a un grupo de chicas que procedían del recurso de SAMU en Melilla. Cuando éstas fueron trasladadas a Madrid, las instalaciones de Fuentequintillo quedaron vacías y SAMU optó a un concurso de la Junta de Andalucía para acoger a menores con discapacidad, todos ellos de nacionalidad española, según explica Alejandro Cala, director de Zona Andalucía Centro.

El primer niño con discapacidad llegó al centro el 30 de junio de 2021 procedente del Instituto Doctor Sacristán, un centro residencial para usuarios gravemente afectados ubicado en Sevilla. Al día siguiente, llegaron el resto de sus compañeros, todos ellos procedentes de Ciudad San Juan de Dios, en Alcalá de Guadaíra (Sevilla).

“El centro cuenta con ocho plazas, pero actualmente hay siete menores”, comenta María Casado, psicóloga del Centro Fuentequintillo. El perfil de los menores es bastante variado. El más pequeño tiene 5 años y el mayor, 16, aunque la mayoría se encuentra en plena adolescencia, entre los 12 y 14 años. “Son niños muy especiales. Algunos, además de su discapacidad, tienen un autismo muy severo, hasta el punto de que no hablan. También hay algunos menores con el Síndrome de Asperger, parálisis cerebral o con enfermedades raras, como el Síndrome de Smith-Magenis o el Síndrome de Cornelia de Lange. En estos dos últimos casos, se trata, además, de niños muy impulsivos e hiperactivos, según explica María Casado. Otros, por ejemplo, a su discapacidad se suman problemas de conducta. “Todos ellos son niños que proceden de familias conflictivas o desestructuradas y que se encuentran bajo el amparo del Sistema de Protección de la Junta de Andalucía”.

El primer reto para estos chicos en Fuentequintillo fue adaptarse al centro y al nuevo equipo de SAMU. En este recurso trabajan 13 personas bajo la dirección de Javier Espejo García, pero durante las primeras semanas, el equipo de Fuentequintillo fue reforzado con profesionales de otros recursos de SAMU especializados en la atención de menores. “Para estos chicos, los cambios son muy difíciles y les cuesta adaptarse. Requieren unas necesidades concretas y de un esfuerzo extra por ambas partes. El primer mes fue un poco ensayo-error. No nos conocían, éramos personas extrañas para ellos y se mostraban muy nerviosos. Algunos estaban cohibidos, lo que nos impedía saber cómo eran realmente y cómo se portaban. Pero, tras los primeros días, todo ha ido bastante bien y estamos muy orgullosos de lo bien que se han adaptado. Los niños nos conocen y están contentos, aunque es cierto que tienen muchas subidas y bajadas, algo normal dadas sus características y situación”.

Tras el verano y con la llegada del nuevo curso escolar, estos menores vivieron un nuevo proceso de adaptación y cambio de rutina, con algunas modificaciones en los horarios y actividades. Durante el verano, cuando llegaron, las mañanas se dedicaban a talleres terapéuticos y educativos donde se reforzaban las actividades propias del colegio (según el nivel de cada menor), los hábitos saludables, se trabajaban las emociones (generalmente, su identificación), las habilidades sociales, la imaginación, la creatividad y el vocabulario. Los sábados, la estrella era un taller de cocina, muy demandado por parte de los chicos, mientras que los domingos se realizaban salidas y excursiones programadas y una asamblea semanal donde los menores ponían en común sus inquietudes y se solucionaban los problemas que hubieran tenido durante la semana. A esta planificación de actividades no faltaba tampoco los chapuzones en la piscina y las actividades deportivas y al aire libre. Todas estas actividades se vieron modificadas con el inicio de las clases, pero se han seguido desarrollando en su gran mayoría, con otros horarios.

“Aquí no hay dos niños iguales, por lo que todas las actividades están plenamente adaptadas al nivel de cada uno y a su grado de dependencia”, explica la psicóloga María Casado, que, semanalmente, tiene dos sesiones individuales y personalizadas con cada uno de los niños para trabajar objetivos terapéuticos concretos. “Según el niño, trabajo con ellos habilidades sociales, estimulación sensorial, la dislexia… Cada niño tiene su propio plan. Recientemente, vimos necesario tener una charla sobre sexualidad con uno de los adolescentes del centro y, en otro caso, fue necesario reforzar los esfuerzos para la adaptación de la vuelta a las clases. Nos adaptamos a las necesidades de cada niño de forma individual y personalizada”.

Casado admite que, profesionalmente, Fuentequintillo, ha sido un reto. “Venía de trabajar un año en la clínica SAMU Wellness, con usuarios de perfiles completamente diferentes. Anteriormente y fuera de SAMU, sí había trabajado con niños con dificultades de aprendizaje y dentro del espectro autista, pero no con el grado de severidad que tenemos aquí. Yo soy neuropsicóloga, por lo que he trabajado mucho con anterioridad las alteraciones de conducta y los problemas de aprendizaje. Pero es cierto que en Fuentequintillo se juntan muchas cosas. Estamos ante niños con una discapacidad, dificultad de aprendizaje y en situación de desamparo. Esto sí es nuevo para mí”, reconoce la psicóloga del centro. “Para mí ha sido todo un reto, pero estoy encantada porque el trabajo que realizamos con estos niños es muy gratificante. Ves en sus caras cuando algo les gusta, y cuando logras comunicarte con ellos es muy gratificante e ilusionante, te sientes realizado”.

En el poco tiempo que estos menores llevan en Montequinto, Casado admite apreciar una pequeña evolución en ellos, aunque es consciente de que en algunos casos el margen de mejora es muy relativo. “Uno de estos niños está en cuidados paliativos, por lo que nuestro único afán es que no empeore y que esté bien estimulado, bien atendido. Tenemos casos muy complicados, por ejemplo, el caso del menor con el síndrome de Cornelia de Lange (un trastorno del desarrollo hereditario que se caracteriza, sobre todo, por un fenotipo facial distintivo, anomalías en extremidades superiores y retraso del crecimiento y psicomotor). Aunque trabajamos mucho con él el tema de la fonética, es un niño de 5 años que todavía no habla”.

La psicóloga también destaca el caso de un menor con 16 años con autismo severo y que no es capaz de comunicarse plenamente. “No damos ningún caso por perdido ni mucho menos, pero somos consciente de que su evolución es lenta y que el margen de mejora de muchos ellos es relativo. Nuestro objetivo principal es que aprendamos a comunicarnos con ellos y que ellos logren transmitirnos sus ideas y pensamientos. La comunicación es clave en su desarrollo. Si un niño no sabe o no es capaz de hablar y de comunicarse, todo es más difícil”.

Como se ha mencionado anteriormente, a la situación de estos menores se suma el hecho de que pertenecen al Sistema de Protección de Menores de la Junta de Andalucía y que no viven con sus familias, aunque sí tienen contacto con ellas.

“Desde Fundación SAMU hacemos un gran esfuerzo para que los niños conserven el contacto con sus familiares, siempre y cuando la Junta lo autorice. Hay niños con padres en la cárcel. Nosotros intentamos proteger al menor de una realidad tan dura. Ellos no son conscientes de que su madre o su padre está en prisión, pero intentamos facilitarle la llamada y que haya una comunicación entre ambas partes. De hecho, desde el primer día, se intentó continuar con el régimen de visitas que tenían programados en sus centros anteriores. Eso sí, todas las visitas son supervisadas por algún profesional del centro. Actualmente, estamos estudiando los casos uno por uno para comprobar si algunas de estas visitas podrían ser aptas para realizarse sin supervisión, siempre que la Junta lo autorice”. El equipo de profesionales de Fuentequintillo, junto a los responsables de la Junta de Andalucía, también trabaja con familias colaboradoras para que estos niños cuenten con un apoyo social fuera del centro.

Programa Autonomía Horizontes Andalucía

En enero de 2021, Fundación SAMU iniciaba la gestión del Programa de Autonomía Horizontes, un programa de alta intensidad para la adquisición de competencias sociolaborales necesarias para la plena emancipación y la transición a la vida adulta, con cargo al 0,7 % IRPF.

El proyecto de mayoría de edad, de la mano del Área de Infancia y Familia de Fundación SAMU, nació de la ilusión y el convencimiento de que se pueden cambiar los destinos.

Por nuestro proyecto han pasado cerca de 30 personas, de historias de vida, de sueños y proyectos. Para muchos de ellos y ellas, el Programa Horizontes ha sido un refugio en el que ponerse a salvo, una estación de parada que conduce a sus destinos.

Nuestro viaje parte de diferentes puntos de la autonomía andaluza. Desde Granada, hasta Algeciras, pasando por Málaga Córdoba y Sevilla.

La búsqueda de mejores oportunidades y la construcción de un proyecto de vida son las razones principales por las cuales las niñas, los niños y los adolescentes migran. La historia de tránsito de la mayoría, hasta llegar a nuestra estación, ha estado marcada por altos niveles de vulnerabilidad y fragilidad emocional, que en ocasiones han resuelto con una madurez precoz.

Los proyectos migratorios traen consigo una mezcla de sentimientos, en ocasiones, contradictorios, como la esperanza y el miedo al fracaso. Quienes emigran han construido imaginarios sobre las posibilidades laborales y de evolución personal de acuerdo con sus motivaciones y expectativas particulares. El envío de remesas a su familia en el país de origen es una de las expectativas principales. No obstante, si después de un tiempo no logran cumplir este objetivo, interpretan que ha fracasado el proyecto migratorio.

Pero el impacto es mayor al tomar en cuenta que nuestros jóvenes llevan consigo las consecuencias de su historia migratoria, donde han experimentado tristeza, incertidumbre, frustración, aislamiento y sentimiento de fracaso, entre otros.

El impacto en la identidad

Desde la óptica de la interculturalidad, ninguna persona que migra está exenta de experimentar un impacto en su identidad. Los procesos de relación e intercambio entre las personas de diversas culturas pueden ser enriquecedores, pero también afectar de manera profunda cuando se enfrenta la desigualdad y la discriminación.

Para conseguir la transición a la vida adulta de las personas beneficiarias, en condiciones de seguridad e igualdad, el Programa de Autonomía Horizontes ha desarrollado una estrategia de atención integral desde múltiples enfoques. Desde un enfoque psicosocial, se han comprendido los comportamientos, emociones y pensamientos de las personas beneficiarias en el contexto social y cultural en el que se han desarrollado, salvaguardando por encima de todo los derechos humanos, fomentando que desarrollen sus potencialidades y hagan uso pleno de sus derechos ciudadanos.

Desde el enfoque de género, considerando el género una construcción social y cultural que responde a una organización social del poder, que ubica a las mujeres y lo femenino en subordinación frente a los hombres y lo masculino, desarrollando nuestro programa desde una perspectiva que ha permitido entender las necesidades específicas de mujeres (y hombres,) y los efectos diferenciales de cada situación en ellas y ellos.

El enfoque diferencial e intercultural, ha permitido apreciar y valorar las múltiples diferencias, no solo desde la identidad de género, sino también desde la orientación sexual, las condiciones de clase, la espiritualidad, la religión, los hábitos y las costumbres, la etnia y la nacionalidad. Entendemos que frente a la diversidad no existe una única forma de atención, sino que cualquier intervención debe realizarse a partir de las particularidades y necesidades de cada persona, prevaleciendo la coexistencia de las diversidades con el enriquecimiento mutuo que deriva de esta interacción.

Nuestro enfoque de participación ha involucrado a las personas beneficiarias en la toma de decisiones durante todo el proceso de la atención, en todas las etapas y niveles, brindando la formación e información necesaria que les ha ayudado a comprender la situación en la que se encuentran y activar el plan de acción, de manera conjunta, para alcanzar sus objetivos.

Conscientes de que la atención psicosocial de las personas en situación de vulnerabilidad involucra un entramado de instituciones sociales; sanitarias, judicial, social, policial, educativo e informativo, entre otros, sin duda, hemos articulado una adecuada coordinación entre dichas instituciones y el Programa Autonomía Horizontes.

En todas las acciones llevadas a cabo para la construcción de los proyectos de vida de las personas beneficiarias, se ha visualizado previamente los efectos de las intervenciones a corto, mediano y largo plazo en la vida de cada persona a quien se le brinda apoyo. Vigilantes siempre, revisando y analizando críticamente el impacto de las acciones que se desarrollan en la vida de nuestros jóvenes, siempre hemos sido conscientes que, las intervenciones que funcionan en un contexto no necesariamente son las más adecuadas en otro, por lo que para nuestro programa siempre ha primado el enfoque de la acción sin daño.

Los logros alcanzados este primer año han sido fruto del esfuerzo de las numerosas personas implicadas en el desarrollo de este proyecto, jóvenes y equipo orientador que, con su atención y acompañamiento han creado un espacio de seguridad para el desarrollo integral de todas las personas atendidas en el Programa de Autonomía Horizontes. Terminando un año y emocionadas con la llegada del siguiente.

Por Siham Khalifa El Abdi. Coordinadora Programas de Mayoría de Edad Andalucía

Equipo SAMU: inclusión a través del deporte

Desde el centro ISL SAMU Arcos apostamos por una inserción social y laboral real, y, por ello, realizamos un gran trabajo para que nuestros menores participen en la mayor parte de actividades deportivas y culturales de la localidad. El objetivo principal de la participación en estas actividades es la inclusión de nuestros menores en la vida social a través del deporte.

Nuestro centro acoge a menores inmigrantes, en edades adolescentes y en riesgo de exclusión social. A pesar de las dificultades y obstáculos, nuestros jóvenes disfrutan mucho del deporte y encuentran en él una magnifica herramienta para superar sus miedos, expresar sus sentimientos y emociones. Es una actividad que les reconforta mucho.

El deporte moviliza emociones y sentimientos, pero, sobre todo, puede influir en las actitudes y comportamientos de las personas a través de los valores que transmite: esfuerzo, superación, perseverancia, igualdad, respeto, deportividad, solidaridad y compañerismo, éxito personal y colectivo, entre otros muchos, que son tan importantes trabajar con este colectivo. Creemos que la mejor manera de conseguir la integración de nuestros menores es trabajando de forma activa en las actividades de ocio que ofrecen los diferentes organismos, y de forma especial en las actividades deportivas que tanto les gusta. Gracias a su trabajo, esfuerzo y trabajo en equipo, se sienten partícipes e importantes por su labor colaborativa.

Nuestros jóvenes ya han participado en varias actividades deportivas que han tenido lugar en el municipio acompañados por los educadores, siendo voluntarios en las organizaciones de éstas.

Estas colaboraciones les han colmado de sentimientos de utilidad y orgullo, ya que han formado parte de actividades muy reconocidas a nivel deportivo y social. Al mismo tiempo han servido para abrir puertas, consiguiendo otras oportunidades en otras actividades culturales realizadas en el pueblo.

Entre las actividades realizadas destacamos la participación de nuestros menores en eventos deportivos de gran importancia como el “XII Triatlón Cros Sprint Arcos, Tierra que inspira”, que tuvo lugar en el Centro de Actividades Acuáticas del lago de Arcos de la Frontera (Cádiz). Fue una prueba con una alta participación de corredores, donde destacaron el buen nivel competitivo y una sobresaliente organización. Nuestros menores fueron partícipes de ello, haciendo un gran trabajo en uno de los puntos de avituallamiento de la travesía.

Los chicos también participaron en el “III Trail Urbano Ciudad de Arcos”, organizado por el Club De Atletismo Ciudad de Arcos, una prueba de 17 kilómetros de recorrido de ensueño por todos los rincones de nuestra localidad, dónde los menores estuvieron colaborando en diferentes puntos del casco histórico señalando y ayudando a los participantes.

Gracias a su buen trabajo y dedicación, el “Equipo SAMU”, es así como se les conoce al grupo de menores de nuestro recurso, han logrado el reconocimiento de toda la sociedad en estos eventos deportivos y son considerados para su participación en próximas actividades que se realizaran en el pueblo por las distintas organizaciones, clubes y asociaciones municipales y deportivas.

En definitiva, estas acciones serán recompensadas en un futuro a nivel personal y profesional.

“Si vas paso a paso y con confianza, puedes llegar lejos”, Diego Armando Maradona.

Por ISL SAMU Arcos

ISL SAMU Huelva: Psicología diversa para la integración social

Desde pequeña siempre defendí la igualdad y la inclusión de todas las personas. Eso me llevó a comenzar la carrera de Psicología, para poder poner mi granito de arena y reducir las desigualdades de la sociedad. Cuando comencé mi andadura en la psicología, muchos profesores me decían: “eres más social que psicóloga”. Y es cierto. En definitiva, me considero una luchadora por y para inculcar la igualdad de todas las personas. Lo que nunca imaginé es que la vida me iba a dar la oportunidad de trabajar en ISL SAMU Huelva para poder luchar por ese objetivo.

La psicología me ha enseñado a analizar y comprender todo tipo de personalidades, analizando siempre el contexto e implicando todos mis conocimientos para ayudar a la integración global e integral de las personas. Cuando comencé esta aventura, tengo que reconocer que la emoción e ilusión llenaban todo mi ser.Posteriormente, he ido afianzando todos los conocimientos que mi formación académica me había dado. Poder llevar a la práctica todos mis sueños e ilusiones que tuve durante mi formación es uno de los sentimientos más emocionantes que he vivido en esta experiencia. Poco a poco he ido definiendo objetivos y expectativas con los menores.

Tengo que reconocer que todos los días llego al centro con ganas de aprender y aprender y de seguir formándome como psicóloga social. Para mí, cada día es una gran aventura. Y es que no hay dos días iguales y todos vuelvo a casa con una lección aprendida.

Mi mayor objetivo como auxiliar técnica educativa es acompañar a todos los menores en su recorrido migratorio. Siempre tiendo a recurrir a mis conocimientos en psicológica y eso me hace intervenir con esa perspectiva; aun así, busco que sientan ese apoyo, compresión y que siempre encuentren a alguien con quien poder hablar y confiar sus inquietudes. Pongo todas mis ganas para poder ayudar a todos los menores a conseguir sus objetivos.

Sin embargo, a pesar de todo, hay veces en las que la frustración también se apodera de mí. Me he dado cuenta de que a pesar de todo lo estudiado, la metodología a seguir se podría describir como de “ensayo y error”. He aprendido que no existe una única Psicología, sino que es necesario que aplique una psicología diversa y que se adapte a las necesidades de cada menor.

Sin lugar a dudas, lo más valioso que me llevo día tras día de este camino es el crecimiento personal que estoy obteniendo y además de eso, toda la perspectiva intercultural que estoy construyendo en mi personalidad. Lo que no saben los chicos es que son ellos los que me acompañan y me dan lecciones de vida. En definitiva, los menores a los que guío y acompaño en esta travesía me han enseñado más en cuatro meses de la psicología que todo lo que he podido estudiar. Son ellos, y todos los compañeros que forman parte de este equipo, los que están haciendo de mí una nueva persona.

Por Esperanza Quintero Cruzado. Auxiliar Técnica Educativo ISL SAMU Huelva

Grandes talentos, grandes personas en ISL El Castillejo

Lo recuerdo como si fuera ayer mismo. Monkam Emaley Mozard, fue uno de aquellos chicos que en mayo de 2021 llegaron al centro ISL El Castillejo, localidad del Bosque (Cádiz), con una maleta cargada de anhelos, deseos e ilusiones de tener una vida y un futuro mejor, no sin antes haber pasado por un largo y duro camino saliendo de Camerún y cruzando Nigeria, Niger, Benin, Burkina Fasso, Mali, Argelia, Marruecos y finalmente Algeciras y llegada a ISL El Castillejo.

Frente a él, mirada fija, semblante serio, de pocas palabras, reservado y tímido. Fuerte, corpulento y con cara de pocos amigos. Esa fue mi primera impresión. Sin duda estaba equivocado en mi primera impronta. Poco a poco, con una mejor adaptación, mejor aprendizaje de nuestro idioma y una mejor inclusión en los ritmos y estilos de vida de nuestra cultura española y europea hemos descubierto que nada tiene que ver aquella imagen con la que ahora muestra.

Día a día hemos podido comprobar cómo ha mejorado respecto a sus capacidades cognitivas y habilidades sociales; Hasta tal punto que hace unos días, Monkam, nos ha mostrado su lado más sensible y creativo, con cualidades hasta el momento desconocidas en el manejo de la pintura sobre lienzo de figuras, formas y paisajes.

Ahora sus horas de ocio son más entretenidas y enriquecedoras. Aprovecha ese tiempo para dibujar y expresar en el lienzo todos sus anhelos, sus dudas, sus miedos, temores, alegrías, todo ello vivido como un intenso y continuado aprendizaje que sin duda seguro le ayuda diariamente ante la situación de encontrarse lejos de su casa, su país y de sus seres más queridos, a formarse y desarrollarse como persona y como no a redecorar y darle luz al recurso colocando su arte en espacios comunes y habitaciones de los menores.

Hoy ponemos como ejemplo a Monkan Emaley Mozard pero dentro de nuestra familia SAMU seguro que hay muchos como él, solo tenemos que ayudarles a indagar un poco dentro de sí y que crean en sus capacidades, en sus metas, en sus objetivos y concienciarles que no solo por tener talento se triunfa en la vida, más bien con esfuerzo, sacrificio y mucha voluntad se consigue todo.

Por Mariano Garrido Fernández. Equipo educativo ISL Castillejo 

Gran Recogida de Alimentos: Ya es tradición

Ante la emergencia alimentaria, Fundación SAMU vuelve a colaborar por tercer año consecutivo con el Banco de Alimentos de Sevilla con el fin de ayudar a las familias más necesitadas y en situación de vulnerabilidad, muchas de las cuales han visto empeorar su situación como consecuencia de la pandemia generada por el Covid -19.

Los Bancos de Alimentos son entidades sin ánimo de lucro, apolíticas y aconfesionales que trabajan para combatir el hambre, la pobreza y el desperdicio de alimentos a través de su aprovechamiento y reparto entre las personas que así lo necesitan. Para este fin, el Banco de Alimentos de Sevilla hizo una labor de sensibilización a los menores de nuestra Fundación, impartiendo una charla sobre esta temática que resultó muy interesante. Varios responsables de la organización visitaron diferentes centros de menores gestionados por Fundación SAMU, entre ellos, el centro de Polanco, ISL Alcalá de Guadaíra y el ARB Miguel de Mañara.

Tal como explican desde el centro de menores de Polanco, ubicado en Sevilla capital, el responsable del Banco de Alimento realizó una descripción general de la fundación, de sus objetivos y de sus diferentes acciones encaminadas a mejorar la salud nutritiva de las personas más necesitadas.

Los chicos mostraron mucho interés durante la exposición y participaron en un interesante debate en el que surgieron diversas opiniones sobre las causas y las posibles soluciones para minimizar el estado de necesidad económica que, por desgracia, sufren muchas personas.

Antes de concluir, el responsable del Banco de Alimentos de Sevilla invitó a los menores a participar en la Gran Recogida de Alimentos que se celebró el 20 de noviembre.

La Gran Recogida de Alimentos supone la actividad más importante de todas las acciones de captación de los Bancos de Alimentos a lo largo de todo el año. Y este 2021, al igual que el año pasado, todos los centros de Fundación SAMU han colaborado en esta iniciativa, adaptándose a las medidas preventivas de la pandemia actual.

Así, en todos los centros y recursos de SAMU se han colocado estos días una hucha para promover la recaudación económica. La participación del personal y los usuarios de SAMU ha sido significativa, reflejando el compromiso que la Fundación sostiene con la sociedad y, en especial, con los colectivos vulnerables. Destaca la creatividad de algunos centros para poder recaudar lo máximo posible. Los usuarios de la Residencia San Sebastián, en Cantillana, por ejemplo, han elaborado pulseras de colores donde han inscrito valores como amistad, inclusión, amor… Este esfuerzo será recompensado por el Área de Sostenibilidad.

Seguimos avanzado por un mundo mejor, aportando nuestro pequeño granito de arena.

Por Rocío Álvarez. Directora del área de Sostenibilidad de SAMU

Actuación de SAMU en Ceuta: Las voces de Piniers

Los menores han sido la carne de cañón de la mayor crisis migratoria que ha sufrido Ceuta en las últimas décadas, los mayores damnificados del enésimo choque diplomático entre España y Marruecos. De las más de 12.000 personas que irrumpieron en la ciudad entre el 17 y el 18 de mayo, al menos 1.500 (aunque pudieron ser muchos más) eran niños y niñas. Todos se lanzaron a la frontera como en una marcha festiva cuando el rumor de que en Ceuta daban papeles para cruzar a la Península ardió como la pólvora en las calles de Marruecos y en esas otras calles concurridas que son redes sociales. Pero cayeron en una trampa y quedaron bloqueados en tierra de nadie, acogidos en una ciudad desconcertada y en situación de caos. ¿Qué ha sido de esos niños?

El equipo de SAMU, con más de 250 compañeros en Ceuta, tiene respuestas a esa pregunta. La entidad estuvo en primera línea de esta crisis “casi desde el primer minuto”, recuerda Francisco Javier Olier, uno de los pioneros de este dispositivo. El exdirector del centro de Inserción Sociolaboral (ISL) El Castillejo, en el pueblo gaditano de El Bosque, llegó a Ceuta junto a cinco compañeros en misión humanitaria a las ocho y media de la tarde del 19 de mayo con el objetivo de ayudar a los equipos de Cruz Roja. “Al bajar del barco, nos hicimos cargo del centro de Piniers I, con 250 niños. Dos días más tarde, sumamos Santa Amalia, con otros 250 menores. A los tres días, abrimos un tercer centro en el Tarajal para 280 menores. Además, en plena crisis de Covid, con muchos de ellos positivos o en aislamiento. Una locura”, relata Olier.

En el pico de la crisis migratoria, SAMU llegó a atender a 940 niños en tres recursos: Piniers, El Tarajal y Santa Amelia. “Que cómo se gestiona eso… Pues con muchos dolores de cabeza. Fuimos creando equipos con personal de aquí que ya tenía experiencia y con un apoyo impresionante de la central de Sevilla y del gabinete de crisis, analizando constantemente cómo mejorar. Para mí fue fundamental. El apoyo logístico de Sevilla marcó la diferencia”, reconoce.

Han transcurrido seis meses de aquellos días en los que Europa tomaba el café con la imagen de la valla de Ceuta en los informativos y la situación no es la misma, pero sigue siendo insostenible. SAMU sigue al frente de la gestión del centro de menores de La Esperanza y, sobre todo, del complejo de Piniers, con alrededor de 350 menores bajo su responsabilidad, aunque la cifra varía cada día. Los que faltan han vuelto a su país, han cruzado el Estrecho o están durmiendo al raso en las calles de Ceuta.

Piniers, el lugar elegido para alojar a estos niños y adolescentes, se extiende en una árida explanada junto a la prisión de Mendizábal y el recinto de una empresa de maquinaria industrial, cerca de la barriada del Príncipe Alfonso, la mítica El Príncipe, y con vistas al mar en el horizonte. Allí se suceden Piniers I, II, III y IV, cada uno con sus instalaciones: carpas que hacen las veces de comedores; casetas prefabricadas que cumplen el papel de dormitorios; iglús o habitaciones de obra, en Piniers III, “la joya de la corona”, señala Bilal Amar, de 32 años, Auxiliar Técnico Educativo de SAMU, que hace las veces de guía por los distintos recintos.

En Piniers no hay lujos. Sí hay condiciones dignas para que estos chicos puedan vivir en la situación de provisionalidad por la que atraviesan. Cama. Comida. Higiene. Educación. Protección. Cuidado. Ellos muestran orgullosos sus habitaciones, que decoran con alguna bandera, algún póster, alguna manualidad o pequeño mueble fabricado in situ, “algo que han conseguido o que han comprado en sus salidas”, explica Bilal Amar, al que todos saludan durante su recorrido, pues es parte de esta particular familia.

Los chicos se levantan a las 8:30. Recogen su habitación. Se asean. Desayunan. Limpian el centro y las zonas comunes. A las 11:00, empiezan sus actividades: deportes, manualidades o cursos. Y así transcurre la mañana, hasta las 13:30, cuando se preparan para almorzar a las 14:00.

La tarde es tiempo de formación. La educadora social Marta Ojeda, de 30 años, que es la coordinadora de todos los centros de SAMU en Ceuta, explica que la escolarización ha dado “un impulso” a los chicos. 143 de ellos, los menores de 16 años, se han incorporado a centros educativos de Ceuta que han habilitado turnos extra por las tardes para que estos menores puedan recibir su enseñanza obligatoria. “Cuando escuchan que pueden ir a la escuela están encantados. Les gusta muchísimo. Ellos quieren formarse. Saben que es un paso adelante hacia su futuro”, apunta la canaria.

Para los mayores de 16, fuera del proceso de educación obligatoria, es más complicado. Se habilitan formaciones en recursos diversos de instituciones como Cruz Roja. “Es difícil para ellos, a veces piensan que están perdiendo el tiempo”, explica Ojeda.

En una explanada de Piniers I avanza la construcción de varias aulas, a cargo del Ministerio de Educación, que se destinarán a la realización de un proyecto de atención socioeducativa e inmersión lingüística para estos menores. Incluso se valora la posibilidad de ofrecerles formación profesional de nivel 1. Marta Ojeda cree que este recurso “puede cambiar las cosas”. “Mientras, tiramos de ingenio y de creatividad. Los recursos en Ceuta son limitados y la cantidad de niños que ha entrado es enorme. Estamos constantemente ideando actividades que se ajusten a sus perfiles y a sus gustos”, subraya la educadora social. Javier Olier añade que se les busca actividades deportivas fuera del centro, con equipos de fútbol de la ciudad. Salen a ver al Ceuta FC. A la playa. Ahora se está trabajando para que puedan salir del centro de forma autónoma. “Intentamos que el día a día no se les caiga encima”, concede.

El día en Piniers finaliza a las 23:00. Después de la cena, llega el silencio. ¿Con qué sueñan estos niños? ¿Cuáles son sus planes? Todos te darán la misma respuesta: Ir a España y trabajar. “Porque para ellos esto no es España”, asevera Marta Ojeda. “Quieren cruzar, sea como sea. Y están constantemente viendo cómo hacerlo. La gran salida de los centros es para irse al puerto a ver si tienen suerte. Nosotros hablamos con ellos constantemente, en las asambleas y en el cara a cara. Esto es una montaña rusa. Les llega una información de que hay pase para la Península y eso motiva su salida del centro. Intentamos hablar con ellos desde la honestidad, y no mentirles. Las cosas aquí se llevan a cabo sobre la marcha. Cada día es una aventura total. Es un trabajo duro, pero muy bonito”, relata.

Cada vez que se realizan recuentos, y se realizan recuentos “a todas horas”, es normal que falten niños. Se marchan a la ciudad. A la calle. Es posible verles en la puerta de los supermercados al caer la tarde, o en las gasolineras, buscándose la vida. Algunos se quedan viviendo en asentamientos, como el que es casi permanente en el muelle de la Puntilla, una zona de carga y descarga portuaria.

SAMU, en coordinación con el Ayuntamiento de Ceuta, ha puesto en marcha un equipo de calle que se dedica exactamente a eso: salir a la calle a buscar a los chicos y ofrecerles asistencia fuera del recinto del centro de menores. Mina Mohamed y el educador Fuad Mohamed forman este equipo. Ella lleva el peso de contacto con los chicos. Muchos la ven como una madre. “Les hablo del peligro que tiene montarse en un camión, de cómo se juegan la vida. Les facilitamos alimento o ropa, si lo necesitan. Hacemos un trabajo sobre todo de concienciación y les explicamos que en los centros estarán cuidados. Nos ganamos su confianza, les transmitimos tranquilidad, seguridad, porque tienen un miedo terrible de que les devuelvan a Marruecos”.

En el primer mes y medio de trabajo de actividad, este equipo contactó con 280 niños y consiguió que más de un centenar volvieran al centro. Pero muchos se vuelven a marchar tan rápido como han regresado. En muchas ocasiones, la expectativa de cruzar a España es más seductora que comer caliente y dormir tapado.
El auxiliar de enfermería Manuel Martín es uno de los cinco sanitarios que atienden a los menores en los centros. Llega a Piniers a mediodía procedente de La Esperanza, donde ha realizado el control de niños diabéticos y ha atendido lesiones comunes como cortes y heridas, o patologías previas que los chicos traen de Marruecos, operaciones pendientes o tratamientos que no han recibido. “Ahí es donde tenemos la principal baza de trabajo. Intentamos llevar las cosas lo mejor posible con nuestros recursos, pero hay casos más especiales que hay que tratar en hospitales, de la mano de las autoridades sanitarias”, explica el sevillano, que llegó a Ceuta el 4 de junio, directo del máster de Escuela SAMU, y que está realizando otro máster aún más intensivo, con su mochila al hombro y mucho trabajo por hacer cada día.

La vida en Piniers no es un cuento. Sean 900 menores o 350, todos arrastran historias muy particulares. Muchas, problemáticas. Hay niños adictos al hachís o al pegamento. Los hay agresivos. Los hay enfermos. La psicología, la mediación y el diálogo son herramientas decisivas para evitar el conflicto en un lugar que vive en un permanente y delicado equilibrio. Desde julio, la figura del Auxiliar de Control Educativo juega un papel clave para mantener el control en los centros de SAMU.

Nuhayla Dibdi Abselam, de 20 años y natural de Ceuta, está al frente de un equipo de 65 personas que cumplen una labor pedagógica, frente a la disuasión propia del perfil de vigilante de seguridad. El ACE es una “figura pedagógica”, insiste Nuhayla. “Evitamos que los menores abandones los centros, que se suban a los muros y se lesionen, que se lancen cosas al exterior o del exterior al interior. Intentamos controlar los conflictos con diálogo, con contención verbal, intentando empatizar y generando un espacio de confianza y tranquilidad para los menores”, relata. “Todos hablamos dariya, por lo que no hay barrera idiomática, y estamos consiguiendo muchos avances en el ambiente de los centros”, defiende.

Pero la vida en Piniers no es un cuento y hay conflictos y dificultades que atender cada día, tal y como reconoce Javier Olier: “Fuegos que hay que apagar”. Él recalca que la situación de los menores en Ceuta no tiene nada que ver con la que viven los menores de centros como el que él ha dirigido en El Bosque, en plena Sierra de Cádiz, junto al Parque Natural de Grazalema, con 60 plazas y un entorno social y laboral mucho más amable y esperanzador para estos niños. La situación en Ceuta, durante muchos meses, ha sido de emergencia. Aún hoy el Gobierno de la ciudad sigue reclamando apoyo a voz en grito para que la ciudad alcance un estatus de normalidad con respecto a la inmigración.

Mabel Deu del Olmo, vicepresidenta del Gobierno de Ceuta: “No queremos que Ceuta sea una prisión para los que vienen y para los propios ceutíes”

María Isabel Deu (Barcelona, 1966), vicepresidenta, consejera de Presidencia del Gobierno de Ceuta y responsable del área de Menores, ha vivido en primera línea, como política y como ciudadana, un año convulso para la ciudad tras la crisis migratoria de mayo, cuando más de 12.000 personas cruzaron la frontera en 48 horas

—¿Cómo vivió la crisis de mayo? ¿Qué recuerda de las jornadas del 17 y 18 de mayo, y los días sucesivos?
—Lo vivimos intensamente y con muchísima preocupación. Sobre todo porque no sabíamos qué estaba ocurriendo. En la tarde del 17 de mayo empezaron a entrar personas de forma intensa… A nado… Corriendo. Las calles se fueron llenando de masas de personas mojadas, sin que nadie supiera a qué venían, si estaban de paso o si no… Al día siguiente recuerdo que fue curioso porque los vecinos no salieron a la calle. Los niños no fueron al colegio. Los comercios cerraron. Había miedo, desconocimiento, angustia. Estaba el Ejército… Caminabas por la calle e ibas viendo un devenir de masas de personas. Algunos se agrupaban en un establecimiento de tarjetas de teléfono o de cambio de dinero. También había mucha gente de Ceuta llevando comida y abrigo a quienes habían cruzado, porque había que atender a todas aquellas personas. Según nuestros cálculos fueron más de 12.000 personas.

—Y entre ellos, ¿cuántos menores, según sus cálculos? Las cifras publicadas entonces fueron tan gruesas como entre 1.000 y 3.000.
—1.500, seguro, aunque es imposible tener un registro 100% fiable. Según la Policía, fueron 1.109 los menores filiados, pero había muchos más que no lo fueron, que estaban en la calle, en asentamientos irregulares. Muchos se encuentran allí todavía hoy. Por eso calculamos que fueron más de 1.500.

—¿Cómo reaccionaron las administraciones?
—Como parte del Gobierno de la ciudad, íbamos de camino a Sevilla cuando recibimos la información de lo que estaba pasando. Cuando llegamos a Algeciras en el barco, nos dimos la vuelta. Se creó un comité de crisis del que formaban parte las distintas administraciones. La Guardia Civil dio un dato clave: estaban entrando 90 personas por minuto en la ciudad. Este gabinete empezó a trabajar en distintas soluciones. Los ceutíes entendimos, y entendemos, que lo que se produce es una transgresión del territorio nacional y, evidentemente, el Gobierno central es el que tiene que actuar. El gabinete se tuvo que interrumpir en varias ocasiones porque había que buscar un lugar en el que albergar a todas aquellas personas, organizar su manutención… La capacidad de la ciudad se vio desbordada. Al final, ante la dificultad de que se pusieran al alcance de la ciudad otros espacios o infraestructuras por parte de la Administración del Estado, nos vimos obligados a utilizar el Polígono del Tarajal como lugar de acogida.

—¿Partiendo de cero?
—Habíamos tenido una experiencia previa de uso de ese espacio durante el confinamiento en plena pandemia de Covid-19. Alojamos allí a muchas personas transfronterizas que se habían quedado con la puerta cerrada, a este lado de la frontera, y no podían regresar a su casa. También a menores, más de un centenar, que no querían estar en un recurso y esperaban para cruzar el Estrecho.

—Entonces, emplearon recursos propios para afrontar una crisis que desbordaba por completo a la propia ciudad.
—Sí. También habilitamos espacios deportivos y, después del confinamiento, empezamos a trabajar en las naves del Tarajal para aquellas personas que llegaban por mar pero tenían que ser sometidos a una cuarentena. Esos espacios de cuarentena y de procedimiento de prevención contra el Covid volvieron a entrar en funcionamiento en mayo. Desarrollamos un espacio singular en un albergue en Piniers durante la pandemia, también para poder cumplir los protocolos de Covid, y con la invasión volvimos a ponerlo operativo para albergar a una parte de los menores.

—En aquellos primeros días la labor del Ejército también fue muy valorada.
—Sí, fue fundamental. Nos ayudaron a limpiar, a hacer traslados de camas, mesas para que las personas pudieran comer, cubas de agua para que pudieran lavarse… Fue decisiva aquella labor coordinada. Nos ayudaron a poner en marcha aquellos dispositivos de emergencia.

—¿Cómo ha sido la evolución de esta crisis desde mayo? ¿Qué ha sido de aquellas 12.000 personas que entraron en Ceuta?
—Muchas personas regresaron a su país. Otros obtuvieron el asilo o encontraron, de una forma o de otra, la posibilidad de llegar a la Península o a otros países. En cuanto a los menores, hemos trabajado en muy diversas vías. Una de ellas es la petición a la Administración General del Estado del impulso del Acuerdo Marco entre los gobiernos de España y Marruecos firmado en 2007, y publicado en 2012, donde se hablaba específicamente de que las partes podrán concretar la forma del retorno asistido de los menores, bien para que sean reagrupados familiarmente, bien para que sean protegidos a través de una entidad de protección del país de donde procedan.

—¿Cómo ha sido la aplicación de ese protocolo?
—Para su ejecución se mantuvieron reuniones con diferentes ministerios, principalmente, Exteriores e Interior; y diferentes reuniones y acuerdos con las autoridades marroquíes. Se abordó cómo realizar esos retornos de la mejor manera posible. Y así se acordó una devolución de 15 menores al día para que las familias, en su caso, o las entidades de protección se hicieran cargo de ellos. Así empezamos el retorno asistido un 13 de agosto. A los cuatro o cinco días, a través de una solicitud de habeas corpus que presentaron cinco chicos, ya se produjo una paralización cautelar de los retornos.

—Varias asociaciones denunciaron entonces que se estaban produciendo repatriaciones forzosas.
—Se estaba aplicando un acuerdo marco redactado en 2007 y publicado en 2012 en el que se llega a un acuerdo para el regreso a casa de esos menores. Desde la paralización, ese acuerdo ya no se ha aplicado. Ahora la forma de volver a casa es la repatriación. Pero es un procedimiento muy costoso en el tiempo. Nosotros apostábamos por la máxima protección del menor. No es lo mismo estar en una residencia o una casa donde puedas hacer una vida normal a estar en un pabellón donde no da la luz del sol y donde hay 200 niños que están todos juntos. Hemos hecho más de lo que hemos podido, pero estos espacios son de estancia provisional, no lugares en los que vivir de forma permanente. Entendemos que proteger al menor es que tenga una vida lo mejor posible. Siempre descartando aquellos casos de menores vulnerables, menores, niños o niñas cuya situación se detecta rápidamente al llegar a Ceuta. Esos menores no los contabilizo entre aquellos que creemos que es mejor que vuelvan a casa. No digo que para estar en las mejores condiciones posibles, pero sí para estar mejor que en las calles de Ceuta, en escolleras o en albergues provisionales en el mejor de los casos. El retorno asistido podría ser mejor que el proceso de repatriación.

—¿Cuántos menores extranjeros no acompañados quedan en Ceuta ahora?
—440 niños en los albergues, y 100 ó 120 en la calle.

—¿Cómo intervienen con los que están en la calle? ¿Qué se puede hacer por ellos?
—Los vamos localizando a través de las autoridades locales o los equipos de calle de SAMU. Pero hay muchos que van y vienen de los recursos. Prefieren buscar la manera de llegar a la Península antes que estar en un centro. No todos se atreven a jugarse la vida, eso sí.

—Están tratando de escolarizar a esos menores. ¿Cómo lo hacen?
—Sí, a los que siguen aquí. La escolarización es competencia del Ministerio de Educación. Algunos chicos se han integrado en el sistema educativo ordinario, los que están en edad de estar en el colegio. Algunos de ellos incluso tienen a sus familias enteras en el Tarajal, pues vinieron todos sus miembros durante la crisis migratoria. Otro grupo, jóvenes de 12 a 16, unos 140, se han incorporado a un turno de tarde extra que se ha creado en algunos centros educativos para atenderles.

—¿Diría que la situación derivada de la crisis migratoria ya está bajo control?
—Bajo control creo que ha estado desde el inicio. Lo que sí tenemos es una situación insostenible. Hay menos personas, eso sí. Pero hablamos de 19 kilómetros cuadrados de territorio, gran parte bajo titularidad de Defensa, y 86.000 habitantes. Es insostenible. Nosotros pedimos que Ceuta vuelva a la normalidad, que seamos igual que el resto de territorios de España. Con nuestra diversidad, con nuestros servicios… No queremos que Ceuta sea una prisión para las personas que vienen ni para los propios ceutíes. No queremos que Ceuta se convierta en un espacio de 19 kilómetros cuadrados, con la diversidad que tenemos, para la contención de la inmigración ilegal. No lo queremos los ceutíes, ni lo quieren los melillenses, ni los canarios ni el resto de los españoles.

—¿Qué demandan directamente a la Administración española y la Administración europea?
—Lo que pedimos es una frontera segura. Que no esté en el puerto, sino en el Tarajal. Que haya una entrada en condiciones. Que las personas que pueden entrar, entren, y las que no, que no lo hagan. Y que los que entren puedan salir. Ceuta y Melilla son las dos fronteras de Europa en África. Hay que cuidarlas. Hay que protegerlas. Y hay que crear buenas relaciones con el Reino de Marruecos y una prosperidad compartida, que será buena para todos.

—¿Cree que ha habido avances en este sentido desde la crisis de mayo?
—El 10 de junio el Parlamento Europeo hizo una resolución reconociendo lo que había pasado en Ceuta y cómo se había actuado, también a través de la dotación de fondos europeos. Yo siempre le digo a nuestros interlocutores que solo faltaría que los ceutíes tuvieran que hacer frente con su patrimonio a todos los costes económicos que tiene el proteger y alimentar y cuidar a tantas personas desde el 17 de mayo. Eso siempre ha sido una petición del presidente Vivas a todos los gobiernos: una mejora de la infraestructura de frontera, seguridad, refuerzos de los cuerpos de seguridad del Estado. Y si hay efectivos procedentes de la Unión Europea, muchísimo mejor.

—Aunque no sea una relación diplomática entre iguales, país a país, ¿cómo es la relación entre Ceuta y el Gobierno de Marruecos?
—Como ciudad no mantenemos relaciones institucionales. Pero en agosto tuvimos por primera vez una reunión en la frontera, en suelo español, entre autoridades marroquíes y autoridades ceutíes. Ha sido la primera vez que han reconocido nuestro estatus. No es ninguna tontería.

—Ceuta es una de las ciudades más multiculturales de Europa. ¿Cómo ha vivido la ciudadanía esta situación de crisis excepcional?
—Ceuta es multicultural, con mucha diversidad, pero sobre todo es muy española. La mayoría de las personas que viven en Ceuta, da igual su origen o a quién recen, se sienten españolas. Ceuta ha demostrado que es una ciudad solidaria. Muchos ceutíes acogieron a personas en sus casas. Pudimos reconocerlo el 2 de septiembre, Día de la Ciudad Autónoma, con la entrega de la Medalla de la Ciudad al pueblo de Ceuta, por su compromiso, entrega, madurez y solidaridad a la hora de vivir una experiencia como ésa, sin incidentes, sin problemas. Nosotros queremos que nuestros niños, cuando crezcan, se formen y trabajen para el futuro, no piensen “me voy a Sevilla, me voy a Bilbao”, como pasa con los marroquíes que vienen. Ceuta no puede ser espacio de contención para alguien que viene pero que, además, no quiere estar aquí sino llegar a España o a otros países.

—¿Cree que hay un discurso cada vez más extendido de criminalización de estos menores?
—Aquí tenemos menores desde 1999. Sin embargo, el perfil de los menores que han entrado este año en Ceuta es diferente. Hemos estado con niños y niñas hasta las cuatro de la mañana buscando a sus familias, intentando localizarlas con los teléfonos. Ellos querían volver a casa, lloraban porque querían ir al colegio. Algunos estaban preparando sus exámenes. Otros querían ver a sus familiares enfermos y no se les dejaba volver. Algunos tenían ortodoncias, teléfonos de alta gama… No son el perfil de menor al que estamos acostumbrados. También los había vulnerables, niños que habían sufrido abusos, maltratos, infinidad de situaciones, pero estos son separados inmediatamente.

—¿Viven con miedo al ‘efecto llamada’ o a que puedan repetirse situaciones como la vivida este año cada vez que haya un movimiento legislativo, como por ejemplo la reciente reforma del reglamento de Extranjería?
—Miedo no, porque esto es la cuna de la legión. Fuera de broma, miedo no. Lo que tenemos es el mismo derecho que el resto de los españoles a estar protegidos por quien puede y quien debe, que es el Gobierno de la Nación, y también de la Unión Europea. La colaboración y lealtad de Ceuta es clarísima, gobierne quien gobierne.

—¿Esta crisis es el principal reto político y de gestión al que se ha enfrentado?
—Dentro de la historia reciente, es uno de los hechos más importantes que hemos vivido. Ha sido muy difícil de encauzar, de asimilar y dar respuesta… Por suerte no hemos estado solos, ha estado todo el país a nuestro lado. Muchas personas e instituciones, como SAMU, que de forma inmediata ha venido en auxilio al pueblo de Ceuta, desde el primer día, prestando colaboración y apoyo al pueblo. La situación es crítica y todavía sigue pasando factura. Tenemos que trabajar para que no vuelva a ocurrir.