Gemma González: «La investigación también es una forma de intervención»
Gemma González García (1997, Jaén) es investigadora técnica en I+D+i de SAMU. Se incorporó a la organización en febrero de 2022 y hoy forma parte del área de Innovación e Implantación Digital de la entidad. Ha estado vinculada al programa Mentoring Doctorando del ISIC por su tesis sobre las experiencias de discriminación de mujeres afrodescendientes universitarias.
—¿Cómo comenzó su vínculo con SAMU?
—Me incorporé en 2022 como técnica de proyectos en el área de Infancia y Juventud (antes Infancia y Familia) de SAMU. Me encargaba de redactar proyectos técnicos, especialmente para licitaciones y subvenciones de administraciones públicas. Fue una etapa de mucho aprendizaje: entré en un equipo muy reducido, junto a Ana García, y tuvimos que construir desde cero la dinámica de trabajo. En ese proceso intenté aportar una mirada interseccional y de género, algo cada vez más demandado en el diseño de políticas sociales.
—¿Qué funciones desempeña ahora en el departamento de Innovación e Implantación Digital?
—Mi puesto actual es investigadora técnica en I+D+i. Sigo redactando proyectos, pero ahora desde una visión más transversal. Colaboro con todas las áreas sociales de Fundación SAMU: infancia, mujer, discapacidad, dependencia… Nuestro objetivo es proponer nuevas formas de hacer, generar conocimiento y aplicar la innovación como una herramienta útil. También elaboramos propuestas de investigación que estamos empezando a presentar, aunque aún estamos en fase preliminar.
—¿Qué papel juega la innovación dentro de SAMU, especialmente en el ámbito social?
—Nuestro reto es que SAMU sea un referente en innovación social. Es un ámbito donde todavía faltan muchas iniciativas, especialmente desde entidades que están en contacto directo con la realidad. La innovación, bien entendida, no es solo tecnología: también es repensar cómo intervenimos, cómo diseñamos proyectos más ajustados a las necesidades reales. Para mí, investigar también es una forma de intervenir.
—Además de su trabajo en SAMU, ha presentado su tesis doctoral en la Universidad de Granada. ¿Cómo ha sido ese proceso?
—Ha sido duro. He compaginado una jornada completa en SAMU con una tesis que también ha requerido un compromiso a tiempo completo. Empecé la investigación en 2019, me matriculé en el programa de doctorado en 2021 y justo después comencé a trabajar aquí. Han sido años de mucho esfuerzo, pero también muy enriquecedores. He sentido apoyo por parte de SAMU: se me facilitaron permisos y pude vincular mi trabajo con la investigación. Incluso durante una estancia internacional pude tomarme una excedencia sin problemas.
—¿Cuál es el título de su tesis y en qué consiste?
—Se titula Las otras: mujeres jóvenes y racializadas. Experiencias interseccionales en el contexto andaluz. Analiza las discriminaciones específicas que viven las mujeres universitarias negras, africanas y afrodescendientes. Estudié cómo son percibidas y tratadas tanto en el espacio público como en el ámbito educativo. Hablamos de discriminaciones que combinan racismo y sexismo: se las considera menos inteligentes, se las sexualiza o criminaliza, y todo eso genera una forma de exclusión muy concreta.
—¿Qué le motivó a investigar este tema?
—Mi compromiso feminista y antirracista. Llevaba años formándome en perspectiva de género y teoría feminista, y sentía que este enfoque era necesario. También me influyeron muchas autoras que han abordado estas cuestiones y la escasez de estudios en el contexto español. En Reino Unido hay más investigaciones sobre mujeres negras universitarias, pero aquí todavía hay un gran vacío.
—¿Cuáles han sido los hallazgos más significativos de su trabajo?
—Uno de los principales es que la discriminación que viven estas mujeres es muy específica. A diferencia de las mujeres blancas, ellas son percibidas con estigmas muy concretos: se las asocia a la prostitución, se duda de su capacidad intelectual, se las excluye sutilmente. También descubrí que muchas de estas violencias pasan desapercibidas por su carácter implícito, lo que las hace más difíciles de combatir.
—¿Qué impacto espera que tenga su investigación?
—Mi tesis no pretende quedarse en el ámbito académico. Incluye un decálogo de propuestas dirigidas a universidades, instituciones públicas y servicios sociales. Hago una crítica al racismo estructural presente en la universidad, tanto por parte del profesorado como del alumnado, y propongo cambios concretos. Quiero que sirva para transformar, para visibilizar, para dar herramientas a quienes trabajan con estos colectivos.
—A través de su tesis ha estado vinculada también al programa Mentoring Doctorando de SAMU. ¿Qué valoración hace?
—No formé parte activa del programa porque ya tenía la tesis muy avanzada cuando se puso en marcha, pero he estado presente en alguna sesión tras defender la tesis, apoyando en lo que he podido. Creo que es una iniciativa pionera: pocas entidades apuestan por acompañar académicamente a su personal. Ojalá lo hubiera tenido desde el principio; me hubiera sido de mucha ayuda. Ahora aspiro a tener un rol de referente, acompañando a otras compañeras que están empezando su doctorado.
—¿Qué valor tiene generar conocimiento desde dentro de una organización como SAMU?
—Muchísimo. La universidad a veces está desconectada de la realidad cotidiana. SAMU, en cambio, tiene un conocimiento profundo de los servicios, de la atención directa, de la intervención. Si conectamos esa práctica con la investigación, podemos generar propuestas más útiles, más eficaces. Y al revés, también. Es decir, desde la investigación podemos enriquecer la práctica. Yo me sitúo en ese punto intermedio, entre la academia y la acción social. Creo que ahí hay un potencial de cambio enorme.
—¿Qué mensaje lanzaría a otros compañeros de SAMU que estén valorando hacer una tesis o investigar?
—Que son muy valientes. Una tesis no es cualquier cosa, requiere tiempo, compromiso y mucha vocación. Pero en SAMU hay mucha gente con talento, con actitud, y eso es justo lo que se necesita. Si alguien siente esa inquietud, le diría que adelante. No estamos solas, hay iniciativas como el programa de Mentoring que pueden hacer el camino más llevadero.
—¿Y cuál es su siguiente meta?
—En este momento me apetece asentarme, profundizar, consolidar lo aprendido. Después de años de tesis y trabajo intenso, siento que necesito mirar un poco hacia dentro. Pero no descarto seguir investigando, especialmente sobre mujeres migrantes extuteladas, que es un tema del que aún se sabe muy poco y que quiero retomar más adelante. Generar datos sobre estas chicas es urgente, no solo para investigar, sino para poder intervenir mejor.