Marta Ramos (fisioterapeuta): “Es gratificante ver cómo el paciente supera sus retos”

Marta Ramos García (Santa Cruz de Tenerife, 1989) trabaja desde hace un año como fisioterapeuta en la Residencia Santa Ana y está especializada en fisioterapia neurológica y terapias ecuestres.
—¿Qué tipo de pacientes trata en SAMU?
—Trabajo con todos los pacientes de la Residencia Santa Ana, 36 en total. La mayoría de ellos sufre daños cerebrales a causa de un accidente de tráfico o por el consumo de drogas. También hay pacientes con trastorno de conducta o con la enfermedad de Huntington, una patología neurogenerativa progresiva y hereditaria que se manifiesta a partir de los 30 ó 40 años. El usuario más joven de la residencia tiene 29 años, aunque la mayoría tiene entre 40 y 50 años
—¿Cómo es tu experiencia en SAMU?
—Es muy gratificante ver cómo los pacienten superan sus retos día a día y ellos te lo agradecen. Su recuperación requiere mucho esfuerzo físico y emocional y es muy satisfactorio ver cómo evolucionan personas que llegaron al centro en silla de ruedas con un diagnóstico negativo y ahora son capaces de ponerse de pie. A simple vista, en muchos casos son pequeños avances, pero para ellos son muy importantes porque mejoran su calidad de vida.
—Al ser una recuperación tan dura y lenta, supongo que algunos sentirán frustración cuando no consiguen sus objetivos.
—Sí. Quieren superarse a sí mismos pero no conocen sus limitaciones. Tengo un paciente que está en silla de ruedas y sólo quiere caminar. Yo le enseño ejercicios que pueden beneficiarle en su día a día y, a la larga, a deambular, pero él sólo quiere levantarse y caminar y caminar. Y al final nos frustramos los dos (sonríe). Muchos se comparan con otros usuarios que no tienen la misma afección física o quieren volver a ser tal y como eran antes. Esto se suma a que algunos sufren una afección cognitiva y no son conscientes de sus limitaciones. Es un quiero pero no puedo que les frustra.
—¿Cómo trabaja esta frustración?
—Aquí trabajamos todas las áreas en conjunto, de forma integral. En muchas ocasiones pido ayuda a los compañeros del área de psicología y juntos tratamos al paciente.
—Está especializada en fisioterapia neurológica en adultos, pero también realizó un máster en terapias ecuestres por la Universidad Pablo de Olavide. ¿Qué beneficios aportan estas terapias?
—Las terapias ecuestres aportan un beneficio tanto cognitivo como físico, porque el movimiento que hace el caballo es el mismo movimiento de caderas que hace el ser humano cuando camina. Para los usuarios que van en silla de ruedas, ir en un caballo es como si fueran caminando, porque sus caderas hacen el mismo movimiento y ejercitan mucho el tronco. Por otro lado, cognitivamente, el vínculo que se crea entre el animal y el usuario es muy fuerte y muy beneficioso para los niños autistas, por ejemplo. En otros casos como los pacientes con parálisis cerebral, no funciona tanto.
—¿Recomienda este tipo de terapia?
—Sí, mucho. Me gustaría llevar a un grupo de usuarios de la Residencia Santa Ana a una sesión de terapia ecuestre y a que conozcan mi caballo, Orballo, que significa chirimiri en gallego, y que ya es famoso en la residencia. Me preguntan constantemente por él. Lo adopté, era un caballo al que habían maltratado.