Reflexiones sobre la gestión de crisis sanitaria de la Covid-19

Las catástrofes existen. Las globales, se dan cada seis o siete años, pero existen también. En diciembre de 2019, en la ciudad china de Wuhan se detectó en humanos un nuevo virus causante de un síndrome respiratorio letal, SARS Covid-19. En junio de 2020, las cifras arrojan más de 7,1 millones de personas contagiadas en más de 185 países del mundo, de las cuales 400.000 han perdido la vida. La pandemia ha reunido todas las características de una catástrofe humanitaria por lo insólito de su expansión, la agresividad de sus manifestaciones, el caos organizativo, el caos psicológico y, sobre todo, por la desproporción trágica entre necesidades y medios. Hay un único culpable: el coronavirus Covid-19.

España vivió su particular punto crítico en marzo y abril con un número de 240.000 afectados y 27.127 fallecidos distribuidos de forma irregular por todo el territorio. Al objeto de suplir carencias de camas de hospitalización, se generó la inmediata necesidad de improvisar unidades de absorción. Se usaron para ello recursos circunstanciales, especialmente hoteles y centros de congresos. Correcto: en la declaración del estado de alarma, a pesar de la profusión de indicaciones sobre confinamiento, transporte, higiene, seguridad, movilidad, etcétera, en ningún momento se determinaron criterios sobre las prioridades asistenciales (triaje), quedando esta decisión a la exclusiva discrecionalidad de profesionales y algunas agencias que se han atrevido a llevarla a cabo, y que, aunque ahora son denostadas, hicieron lo correcto.

El triaje es el primer escalón del proceso asistencial en medicina de catástrofes y tiene como función única y dolorosa adecuar los recursos asistenciales a la situación individual de cada paciente, en beneficio de la mayoría.

Estábamos inmersos en una situación de catástrofe real, documentada y declarada. Por ello, los procesos cambian con respecto a una situación de normalidad y es de rigor evitar la confusión (verdades todas entrecruzadas) creada por la mezcla de emociones de las familias y los profesionales, y las conveniencias políticas.

La jurisprudencia deberá orientarse con cuidado a la hora de marcar responsabilidades porque los criterios de triaje marcan inequívocamente que a la hora de empeñar recursos críticos, entre un paciente sin patología previa y calidad de vida sana y uno añoso pluripatológico (prescindamos de emociones), la medicina de catástrofes decidirá tratar al primero.

La vida misma es selectiva y el mensaje a trasladar debe ser sincero, riguroso y descontaminado. Lejos estamos de emitir juicios de valor sobre determinadas actuaciones. Nos corresponde solo poner de manifiesto que, en situaciones de emergencia colectiva compleja, el triaje se hace necesario para preservar al conjunto de la sociedad asegurando su supervivencia.

En nuestro criterio, las debilidades más significativas de la gestión de esta crisis han estado, fundamentalmente, ligadas a la formación de los gestores y la ausencia de previsiones estratégicas.

Con respecto a los primeros, el modelo de “coordinación” elegido, “mandar por acuerdos”, es solo adecuado en momentos de normalidad. En situaciones de crisis complejas, el proceso adecuado es el de mando y control, por muy políticamente inadecuado que parezca. Es preferible uno, aunque mande mal, que muchos que pretenden hacerlo bien.

La preparación en riesgos biológicos, químicos y nucleares se ha demostrado que es manifiestamente mejorable no solo entre los sanitarios, sino también en profesionales de todos los sectores.

La formación en gestión de crisis deberá formar parte del diseño curricular de cualquier gestor con responsabilidades comunitarias. Deben ser obligatorias la disponibilidad de reservas estratégicas de recursos críticos y el entrenamiento continuado en su manejo. Eso es tratar la curva impidiendo que suba. La reserva estratégica implica, además de disponer de determinados estocajes, la posibilidad de reconvertir por decreto procesos industriales en beneficio del déficit coyuntural manifiesto. La inversión en riesgo es una inversión rentable.

La medicina de campaña recupera protagonismo como elemento de reserva asistencial para situaciones de catástrofes, ya que es cierto que una enfermedad en cualquier parte del mundo “es una enfermedad en todas partes”.

La gestión de la angustia de familiares, pacientes y profesionales se ha revelado como un estándar de calidad asistencial al mismo nivel que la atención medica. Las nuevas tecnologías suponen un paradigma nuevo en el desarrollo de mando y control, así como en la gestión de la angustia familiar.

La teledirección, reforzada con el liderazgo rotatorio sobre el terreno, se ha mostrado logísticamente posible y organizativamente eficiente. Las crisis se gestionan con templanza y determinación con un horizonte único: disminuir el daño final, asumiendo que el buen gestor lo hace con lo que tiene, no con lo que debería haber tenido.

Carlos Álvarez Leiva.

Fundador de SAMU y presidente de Fundación SAMU.

Experto en gestión de crisis.

Dispositivo de SAMU en Hotel Alcora: “Lo más duro ha sido la soledad de la enfermedad”

Las enfermeras Clara Buzón (1991, Sevilla) y Andrea Luis (1995, Algeciras, Cádiz) han sido junto a Saray Toro las responsables máximas del dispositivo sanitario desplegado por SAMU en el Hotel Alcora para atender a personas mayores con Covid-19 durante la mayor crisis sanitaria vivida en España en el último siglo.

—Durante casi 40 días, ambas han estado al frente de uno de los mayores dispositivos sanitarios andaluces levantado fuera de un hospital para atender a personas con Covid-19. ¿Cómo afrontaron este reto?
— [Andrea Luis] Yo llevaba ya tiempo queriendo intervenir de algún modo en la situación de crisis mundial que estábamos viviendo con motivo del coronavirus, pero, al trabajar en la clínica de salud mental SAMU Wellness con colectivos vulnerables, no podía exponerme demasiado. Una noche, mi subdirectora, Clara Buzón, me comunicó que estaría al frente del hospital de campaña del Hotel Alcora. Al principio no me lo creía. Mentiría si dijera que no me lo pensé dos veces. Pero finalmente vi la gran oportunidad que tenía delante y que solo podía agradecer a SAMU la confianza que había depositado en mí. Estuve sola como mando único dos días. La carga de trabajo fue aumentando. Cada vez teníamos más pacientes ingresados y era fundamental crear un equipo de mando y control, al que se unieron Clara Buzón y Saray Toro para así poder descansar y dormir algo.

— [Clara Buzón] En un primer momento, yo iba a estar de apoyo, ya que debía continuar con mis funciones como subdirectora de la clínica de salud mental SAMU Wellness, donde trabajo desde octubre de 2017. Sin embargo, tras pasar allí los primeros dos días, Carlos Álvarez Leiva y Maribel Álvarez me comunicaron que me incorporaría al equipo de mando.

—¿Cómo fueron los primeros días?
—[A.L.] Como todo en la vida, los comienzos no son fáciles. Poco descanso y mucho trabajo. Te adaptas a esa nueva realidad y a una intensa y continua actividad mental. A medida que se iban gestionando los contratiempos y las necesidades, y que el personal se hacía a la dinámica de trabajo, todo fue mejorando. Nosotras estábamos sumergidas en el hotel Alcora, en una burbuja, y siempre tuvimos el apoyo del doctor Carlos Álvarez Leiva, que estaba las 24 horas de los siete días de la semana disponible para nosotras. Se preocupaba mucho por nuestros descansos tanto físicos como mentales. Ha sido un grandísimo apoyo.

—[C.B.] Se nos olvidada comer, dormir, ir al baño… Estábamos tan metidas en el trabajo y en que todo tenía que salir bien que dejábamos todo lo demás a un lado. Hacer que funcione un hospital de campaña de estas características, que se montó en una mañana y esa misma tarde ya recibió a los primeros pacientes, ha sido muy complicado. Pero nada que no se pudiera hacer con un buen equipo, con ganas e ilusión.

—Ambas han estudiado en Escuela SAMU, ¿qué lecciones les han ayudado a hacer frente a este trabajo?
—[A.L.] Todo lo que hemos vivido ya lo había previsto y mencionado el doctor Carlos Álvarez Leiva en alguna ocasión y de alguna forma. Destaco dos frases suyas: “gestión del caos”, y “gestión de la incertidumbre”. Gestión del caos porque inicialmente en toda crisis hay caos. Ser conscientes de eso hizo que lo aceptásemos en lugar de frustrarnos, y buscásemos soluciones en vez de agobiarnos. El desorden va implícito en la primera parte de estas crisis, y cuando cuentas con ello y te enfocas en absorberlo, es mucho más fácil seguir hacia adelante. Y gestión de la incertidumbre porque nunca sabías lo que podía pasar al día siguiente y tenías que ser consciente de que iba a pasar algo. Tenías que estar preparado para abordarlo de la mejor manera posible. Cuando sabes que eso va a suceder, se lleva de mejor forma.

—¿Cómo es trabajar tantas horas con un Equipo de Protección Individual (EPI)?
—[C.B.] Como uno puede imaginarse, esto no es nada cómodo ni sencillo, hace bastante calor con el mono completo, tienes sed, sudas, las gafas se te clavan en la cara cuando llevas ciertas horas, pero todo esto es fundamental para cuidar a los pacientes con el mínimo riesgo posible. A pesar de las dificultades y limitaciones que teníamos con el EPI, el personal asistencial ha estado al 100% y ha logrado hacer la estancia lo más confortable y adecuada a nuestros mayores.

—[A.L.] A mí me ayudaba mucho trabajar a nivel mental y centrarme en el trabajo. La sed, el agobio y el dolor de las gafas clavándose en la piel no desaparecían, pero sí pasaban a un segundo plano. Además, conforme te vestías y desvestías más veces, ibas mejorando los detalles y buscando tus propios trucos, como beber antes suficiente agua, limpiar mejor las gafas para que no se te empañasen o colocarlas en un punto justo para que no te apretasen.

—¿Cuáles han sido las principales dificultades a las que se han enfrentado en el Hotel Alcora?
—[C.B.] A nivel logístico, las principales dificultades que nos encontramos los primeros días fueron la disponibilidad de ropa de los pacientes, ya que venían con muy pocas pertenencias, y la gestión de residuos. Al ser todo material contaminado tenían que ir en contenedores de biorriesgos. Por otro lado, fue muy compleja la gestión del personal. Había mucho personal nuevo en muy pocos días y hacerlos trabajar en equipo fue complicado al principio. A esto se le sumaba el miedo que tenían algunos a contagiarse, pero día a día fueron conociéndose entre ellos y cuál era la dinámica del trabajo. Vieron que tenían la protección individual necesaria para minimizar los riesgos de contagiarse y todo esto hizo que el trabajo saliera bien y que ellos estuviesen cómodos y más tranquilos.

—¿Han tenido miedo de llevar el virus a casa?
—[C.B.] Sinceramente, los primeros días me daba más miedo que se contagiara el personal asistencial a que me contagiara yo. En mi caso, decidí quedarme a vivir en el hotel para evitar poner en riesgo a otras personas, al igual que lo hicieron otros profesionales. Siempre se le dio esta opción a cualquier trabajador del hotel, ya que el riesgo cero no existe y queríamos que pudieran dar seguridad a sus familias.

—[A.L] Creo que esta pandemia nos ha enseñado más del amor por los demás que por nosotros mismos, y el miedo a contagiar a tus seres queridos en muchas ocasiones era mayor que el del contagio propio. En mi caso, también estuve viviendo en el hotel. Todo esto tampoco habría sido posible sin el trabajo de gestión de la logística de Victoria Assaf, que, como gran enfermera que es, nos ha cuidado a todos y nos proporcionaba todo el material de protección necesario sin que nos faltara nunca lo indispensable.

—¿Qué lecciones han aprendido de esta experiencia?
—[A.L.] A nivel profesional puedo enumerar muchísimas cosas, pero para mí, lo peor de esta pandemia sin duda ha sido empatizar con la soledad de la enfermedad. Nosotros trabajábamos con familiares y pacientes y la gestión de la angustia a través de las videollamadas diarias, pero, aunque intentábamos que el triple guante que llevábamos le diera al paciente el calor de un abrazo de un hijo, no es lo mismo. Cuando observas de frente que la vida se te puede ir en un momento, y sin tus seres queridos, todo se ve de otra forma.

—¿Cómo ha sido trabajar con un mando con tres cabezas?
—[A.L.] Las tres nos hemos complementado de una manera mágica. Cada una de nosotras ha transmitido la energía necesaria en cada momento. Y aunque, como en todo, se podrían haber mejorado muchas cosas, y haber hecho otras tantas de otra manera, estoy enormemente orgullosa del equipo que formamos Clara, Saray y yo.

—Por el Hotel Alcora han pasado 89 pacientes procedentes de diferentes residencias de la provincia de Sevilla. ¿Cómo vivían las altas médicas?
—[C.B.] Cada alta era una victoria. Celebrábamos cada alta con música, aplausos… Lo más bonito era escuchar las palabras de agradecimiento de los pacientes que se marchaban. Esto te daba energías para continuar con la lucha. Es difícil explicar con palabras lo emocionante que eran esos momentos.

—¿Y cuando fallecía un paciente?
—[A.L] Por desgracia, por nuestra profesión, estamos más acostumbradas a tener la muerte cerca, pero no por eso ha sido menos complicado. Veías cómo hacíamos todo lo posible y la enfermedad se los llevaba sin más, sin opciones. También era muy duro por la soledad, una de las partes más duras para mí, como he comentado antes. Las despedidas no estaban permitidas. Empatizábamos. Y aunque intentábamos reponernos rápido, se removían muchos sentimientos.

—[C.B.] Sufríamos mucho cuando informábamos a los familiares, ya que los protocolos que había entonces impedían que estos pudieran ver a sus seres queridos y despedirse de ellos. Durante todo este tiempo, ha habido un excelente equipo de psicólogos que realizaban seguimientos a los familiares para apoyarles y ayudarles a pasar el duelo.

—¿Qué ha supuesto para ustedes esta experiencia?
—[A.L.] Profesionalmente lo he vivido como un gran cambio y crecimiento. Yo soy enfermera y me apasiona lo asistencial. Realizar labores de gestión ha sido un nuevo reto, pero indudablemente muy enriquecedor y gratificante. Y en lo personal, una vez más he explorado mis límites. Y que cuando crees que no puedes más, siempre puedes más. Me llevo momentos, sensaciones, emociones y personas que se quedarán conmigo para siempre.

—[C.B.] Ha sido una experiencia única. Quién me iba a decir que iba a estar 40 días viviendo en un hotel, lejos de la familia y amigos. Aunque tengo que decir que siempre estuvimos rodeadas de buenas personas que nos apoyaron y cuidaron, llegando a crear ‘nuestra familia Alcora’. Creo que hasta ahora éste ha sido el mayor reto tanto profesional como personal al que me he enfrentado. Me siento muy agradecida de que me hayan dado esta oportunidad y que hayan confiado en mí para este gran proyecto.

—¿Repetirían la experiencia de estar al frente de una misión de estas características?
—[C.B] Sin ninguna duda, ha sido una misión dura pero muy gratificante.

—[A.L] Por supuesto que sí. Por suerte, la memoria siempre olvida lo malo y se queda con lo bueno, y la satisfacción del trabajo bien hecho es mucho mayor que la dureza del principio. No cabe duda de que hoy somos un poquito mejores que ayer. Y eso le da sentido a todo. Estoy preparada para lo que venga.

—¿Qué mensaje enviarían a la ciudadanía tras lo vivido?
—[A.L] Que se tomen con calma la desescalada, por favor. El virus no ha desaparecido. No hay campañas en televisión que plasmen la realidad de lo que hemos vivido. La gente es menos responsable porque no lo ve y no lo tiene cerca. Muchas personas han muerto solas, y no sólo los más mayores. Pedimos que se respeten las medidas de seguridad y de higiene, y que seamos conscientes de la enfermedad. Esto solo podemos vencerlo todos juntos.

Mamen Martín, Acción Social CaixaBank: «Colaboramos con entidades para transformar la sociedad”

Caixabank ha canalizado 9.000 euros de la Fundación La Caixa hacia Fundación SAMU, en plena crisis sanitaria, para que sean destinados a la adquisición de material sanitario. Hablamos de éstas y otras acciones de la entidad con Mamen Martín Salinas, responsable de Acción Social en Caixabank en Andalucía Occidental y Extremadura.

—Caixabank ha llevado a cabo una serie de acciones sociales para apoyar a empresas y entidades que luchan contra el virus. ¿Cuáles destacaría?
—Efectivamente. Para paliar parte de los efectos de la pandemia del coronavirus Covid-19, desde CaixaBank, a través de nuestra Acción Social y en colaboración con la Fundación “la Caixa”, hemos desarrollado diferentes acciones de apoyo a los colectivos más vulnerables. Estamos en contacto y estableciendo colaboraciones económicas con las corporaciones públicas para facilitar en lo posible la atención a estos colectivos. También desde nuestra red de oficinas estamos contactando y gestionando diferentes colaboraciones, a través de la Fundación “la Caixa”, con multitud de entidades sociales para detectar necesidades especiales del momento y tratar de ayudar en las acciones que están llevando a cabo en esta situación crítica. Por dar un ejemplo, hemos reforzado el proyecto Comedores con Alma, puesto en marcha hace seis años, y en el que participan 136 comedores de toda España que durante estos días han intensificado el reparto de alimentos de primera necesidad entre la población con menos recursos ya que están recibiendo un incremento considerable de usuarios. La aportación total a estos comedores ha alcanzado el millón de euros.

—Caixabank ha colaborado con Fundación SAMU a través de la donación de 9.000 euros, que se destinará a material sanitario. ¿Cómo surge esta acción?
—Queremos estar al lado de los que más lo necesitan y por ello hemos sumado fuerzas con Fundación SAMU para paliar los efectos del coronavirus y atender las necesidades de la población afectada. Esta donación ha permitido dotar de material sanitario a los cinco dispositivos de urgencias y emergencias contra el Covid-19 que la Fundación SAMU ha mantenido en Madrid, Andalucía y Castilla La-Mancha. Para nosotros supone una gran satisfacción haber contribuido a esta labor tan importante en un momento de emergencia sanitaria.

—¿Por qué Caixabank ha decidido incluir a Fundación SAMU entre los beneficiarios de sus acciones?
—Colaboramos con entidades sin ánimo de lucro para transformar la sociedad. Fundación SAMU lleva haciéndolo desde hace ya muchos años ofreciendo una atención integral y de calidad a personas en situación de vulnerabilidad a través de su red de centros socio-sanitarios.

—Caixabank y la Fundación La Caixa ya había colaborado anteriormente con Fundación SAMU. ¿Podría destacar algunas de estas acciones?
—Mantenemos una relación muy estrecha y son muchos los proyectos que compartimos. Especialmente me gustaría destacar las últimas colaboraciones con el programa de Voluntariado de CaixaBank. Recientemente hemos impulsado una iniciativa para compartir conocimientos básicos sobre uso seguro de internet y de la banca online con 100 jóvenes de los centros de Fundación SAMU, ubicados en las localidades sevillanas de Castillo de las Guardas, Fuentequintillo, Sevilla capital, Valencina y Alcalá de Guadaira. En total, siete voluntarios del programa, todos ellos con conocimientos técnicos sobre ciberseguridad y comprometidos con el desarrollo de jóvenes en riesgo de exclusión, han ofrecido sesiones de formación por videoconferencia, dada la situación de excepcionalidad generada por la epidemia de Covid-19.

—¿Hay vocación de futuro en la colaboración de ambas entidades? ¿Qué destacaría de la labor social y asistencial de SAMU?
—Por supuesto. La Fundación SAMU está liderando numerosos proyectos en el ámbito de la salud en Andalucía. Tiene todo nuestro reconocimiento la gran labor que realiza esta fundación en servicios de salud y emergencia social, atención a personas dependientes, inmigración e intervención en catástrofes internacionales. Especial relevancia tiene el trabajo que mantiene con la atención y acogida de menores extranjeros no acompañados. Ambas entidades compartimos objetivos y de ahí nuestra voluntad de seguir compartiendo proyectos juntos.

—Fundación La Caixa y Caixabank han impulsado la campaña “Ningún hogar sin alimentos” con motivo de la crisis, con resultados impresionantes tanto de captación como de apoyo social y de personalidades. ¿Cómo lo están viviendo desde dentro?
—Lo estamos viviendo como una ola solidaria. Es una campaña que está siendo todo un referente a nivel nacional por la gran colaboración que estamos recibiendo de toda la sociedad. Hay más de 300.000 familias que nos necesitan y ya hemos superado los dos millones de euros que irán destinado a ellas mediante los Bancos de Alimentos.

—¿Cómo está reaccionando el voluntariado andaluz a esta crisis?
—La situación de confinamiento ha obligado al voluntariado a reinventarse. Como muestra, desde la asociación de Voluntarios de “la Caixa” formada por empleados, familiares, clientes y amigos hemos desarrollado actividades de voluntariado online para estar cerca de las personas más vulnerables. La primera acción específica que se lanzó fue la de Cartas contra la soledad para hacer llegar ánimos a personas mayores que están en residencias. Ha sido una manera de mantener el contacto con ellos y ha sido un éxito.

SAMU pone en marcha un laboratorio con impresora 3D para producir objetos de uso sanitario

SAMU, a través de su departamento de Ingeniería, ha puesto en marcha con motivo de la crisis del Covid-19 un laboratorio de fabricación digital (FabLab). Es un espacio de producción no industrial de objetos físicos mediante una impresora 3D controlada por ordenador y en el que se fabrican mascarillas de adultos e infantiles, salvaorejas, pantallas faciales protectoras, válvulas para adaptar máscaras de buceo como respiradores y tráqueas artificiales para que alumnos y profesionales puedan practicar traqueotomías en Escuela SAMU, entre otros objetos.

“Durante la pandemia, todos nosotros, y en particular por su especial responsabilidad la dirección de SAMU, sentíamos la necesidad moral de luchar con todos los medios y las fuerzas a nuestro alcance contra la escasez de medios de protección individual que existía. Por ese motivo, propuse este proyecto que llevábamos acariciando algún tiempo”, explica Juan Antonio Tocino, responsable del departamento de Ingeniería de SAMU. “El proyecto arrancó el viernes 21 de marzo con la llegada a SAMU de una impresora 3D, y ese mismo fin de semana ya empezamos a imprimir piezas para luchar contra el Covid-19”.

El FabLab ha producidos desde que comenzó su actividad unas 300 unidades de diferentes objetos. “Es una cantidad importante para un modesto espacio de creación que acaba de nacer con vocación de crecer, completar la maquinaria que nos falta, y con el deseo de acreditarnos oficialmente”, manifiesta Tocino, que trabaja en este proyecto junto a Jorge Ávila.

En Sevilla, al igual que en otros puntos del país, existe un importante movimiento de personas y organismos que han empezado a imprimir objetos en 3D para luchar contra el coronavirus a nivel individual, a veces, en sus propias casas. En Sevilla, uno de los FabLab con mayor producción es el de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad de Sevilla, en el que participan unos 150 voluntarios, y que han fabricado unos 20.000 piezas de equipos de protección individual, según datos de la Universidad.

“Durante la pandemia ha existido un gran espíritu de colaboración a nivel internacional y se ha puesto a disposición de la comunidad 3D todo tipo de modelos para su impresión. En el caso del respirador hospitalario, existía un modelo publicado de adaptador para acoplarlo a la máscara de buceo de la marca Decathlon, pero, sin embargo, no existía (y tuvimos que crear uno en SAMU) para el respirador pulmonar portátil, que hemos puesto a disposición de la comunidad 3D”, anota Juan Antonio Tocino. “Existe mucha colaboración entre todos las personas y organismos que estamos imprimiendo en 3D, tanto para resolver dudas como para compartir elementos y resultados de impresión”.

SAMU ha estado en contacto con varios grupos de impresión 3D de carácter médico y técnico, entre el que destaca el único grupo radiológico en 3D que existe (rsna.webwx.com), avalado por la Sociedad Americana de Radiología. Además, el equipo de Juan Antonio Tocino también ha contado para este proyecto con la colaboración de la doctora Ana Moreno Ballesteros, del Servicio de Radiodiagnóstico y Medicina Nuclear del Hospital Virgen Macarena de Sevilla; y la de Javier García Sola, del área de Arquitectura de la Sociedad Estatal de Correos y Telégrafos de España.

Los menores de Huesca cogen aguja e hilo

Los menores extranjeros no acompañados de Aragón se han puesto las pilas durante el confinamiento y se han embarcado en la tarea de confeccionar mascarillas caseras y escribir mensajes de ánimo para las personas mayores y realizar pasatiempos que hagan más llevadero el aislamiento.

Uno de los centros de protección de menores aragoneses implicados en este proyecto ha sido el recurso de SAMU Huesca, (Centro Residencia Fueros), de donde partió la idea gracias a la de la directora y la subdirectora de esta unidad. Tras conocer el proyecto, Fundación SAMU proporcionó a los chicos de este dispotivo tres máquinas de coser procedentes de la Escuela de Oficios de SAMU, en Gelves (Sevilla), además de vídeos formativos y tutoriales donde se explicaba el procedimiento de elaboración.

En un primer momento, los chicos de SAMU Huesca fabricaron mascarillas autoabastecimiento y, a continuación, comenzaron a coser más mascarillas para abastecer a aquellos centros de Aragón que lo necesitaran, a través de la Dirección Provincial del Instituto Aragonés de Servicios Sociales en Huesca.

“Cuando tuvimos 140 mascarillas, nos pusimos en contacto con el Instituto Aragonés de Servicios Sociales (IASS) para donárselas y que las repartiera por diferentes residencias”, explica Mara Andreu, directora del centro.

Estos jóvenes han tenido que aprender a coser ex profeso. “Al principio, el proceso de aprendizaje fue lento, no dejan de ser adolescentes. Pero poco a poco fueron cogiéndole el truco. Además, teníamos el apoyo de la subdirectora del centro, Tania Romojaro, que sabe coser, y de dos chicos que habían trabajado en confección”, relata Mara Andreu.

La respuesta de los chavales a esta actividad ha sido muy favorable. Lo hacen a gusto, con ganas, aunque al principio nos costó que entendiesen el sentido del confinamiento, sobre todo porque tienen una edad complicada en la que se hace difícil no salir a la calle, no relacionarse con amigos, o no ver a tu novio o novia. Pero el modelo cívico que están dando los ciudadanos oscenses quedándose en casa, sólo saliendo para lo básico, llevando mascarillas y respetando las distancias, les ha servido a estos jóvenes para comprender que esto no es un arbitrariedad,”, señala el subdirector provincial de Protección a la Infancia de Huesca, Javier Ferrer, en Europa Press.

En lo que respecta a la fabricación de mascarillas, los menores siguen todas las recomendaciones higiénico-sanitarias indicadas: llevan guantes, se cubren la nariz y la boca, se lavan frecuentemente las manos y desinfectan el lugar de trabajo. “Ahora nuestro reto es hacer mascarillas de dos tamaños, para que puedan usarlas los niños. Cuando tengamos 150 mascarillas, las donaremos a diferentes asociaciones”, relata la directora del centro.

“Estamos encantados con esta iniciativa porque es algo que sirve a los propios chicos para ocupar su tiempo y les hace sentirse útiles”. Según Javier Ferrer, también es útil para los adultos que están trabajando con ellos y ayudan a formar “ciudadanos cívicos” que forman parte, con su diversidad, de la sociedad del siglo XXI.

Ana del Valle, una superviviente nata

A sus 107 años, la rondeña Ana del Valle puede presumir de haberle ganado la batalla a dos pandemias: la gripe española de 1918 y el coronavirus Covid-19, del que se recuperó hace unos días en la Residencia Tiempo Libre de La Línea de la Concepción (Cádiz), donde fue trasladada desde la residencia de mayores de Alcalá del Valle.

Su historia ha saltado a los medios de comunicación gracias a su nuera Paqui Sánchez, que le ha relatado los hechos a la periodista María José García, de la televisión local de Ronda (Málaga) Charry TV.

“Ella era una mujer de campo y nos contaba que en su casa estaba todo el mundo malo”, explica su nuera en referencia a su primera gran crisis, hace más de cien años. “No tenían leche ni alimentos, así que ella, con sólo siete años, salió de su casa para buscar leche en el cortijo más cercano. Entonces, se cayó debajo de una encina y, horas después, su madre la encontró con una fiebre altísima”.

Paqui cuenta que ella siempre ha estado “al pie del cañón” y pendiente de su suegra Ana, y que en el verano de 2012 eligió para ella la residencia de mayores de Alcalá del Valle, donde la familia acudía a visitarla con frecuencia. Lo que no podía imaginar la familia era que viviría tan de cerca la crisis del coronavirus. Cuando trascendió que un buen número de profesionales y usuarios de la residencia habían contraído el virus fue un verdadero shock para toda la familia.

Tras la clausura de la residencia de Alcalá del Valle, todos sus usuarios, infectados, fueron trasladados a la Residencia del Tiempo Libre de La Línea de la Concepción, instalaciones que fueron medicalizadas por el equipo de SAMU, que pasó a gestionar su funcionamiento.

“Ana dio negativo en Covid-19 por primera vez el 4 de abril”, cuenta el enfermero Andrés Rodríguez, responsable de este recurso. “Es una señora muy agradable y entrañable. Le gusta mucho ser agasajada, que estemos atentos a ella y que le demos regalitos. Si te sientas a su lado, te cuenta su vida”.

La nuera de Ana del Valle ha agradecido a través de los diferentes medios de comunicación el trato que su suegra está recibiendo en La Línea por parte del equipo de SAMU. “Me llaman todos los días, incluso nos hacen videollamadas, y nos mandan vídeos y fotos”, relata Paqui Sánchez en Charry TV.

La rondeña señala que después de que su suegra Ana diera negativo, por primera vez, en su tercer test, y de que pasara por una unidad de críticos, con sedación y tranquilizantes, el avance en su salud física es increíble. “Según me contaron, un día pidió en la residencia que le dieran el andador y, con la ayuda de una enfermera, consiguió levantarse y caminar un poco por el pasillo”, recuerda.

Paqui Sánchez destaca la calidad humana que han demostrado todos los profesionales que trabajan por el bienestar de su suegra en la residencia medicalizada del Campo de Gibraltar y que mantiene a su familia informada en todo momento: “Los profesionales muestran una gran dulzura y cariño con nosotros y con ellos. Es gente maravillosa. Estamos muy agradecidos”.

Talleres de EPI en Escuela SAMU: La importancia de la autoprotección

Más de 450 personas se han formado hasta la fecha en el curso de normas de seguridad y autoprotección para primeros intervinientes en zonas de riesgo biológico del virus SARS-CoV-2 puesto en marcha por Escuela SAMU en sus instalaciones de Gelves.

En una nueva acción para luchar contra la propagación del coronavirus Covid-19 en España, SAMU a través de su Fundación, hizo el domingo 22 de marzo un llamamiento público para reclutar voluntarios de diferentes categorías profesionales. En sólo dos días, más de 600 personas respondieron a la convocatoria, que se ha convertido en un enorme éxito.

Los voluntarios seleccionados se han formado junto con personal de SAMU en estos cursos cuyo contenido va desde el esencial lavado de manos hasta cómo ponerse y, lo que es más importante, cómo quitarse sin contaminarse un equipo de protección individual. Aquellos voluntarios con un perfil sanitario reciben una formación más específica a modo de recordatorio de sus conocimientos.
Una vez formadas, todas estas personas pasan a formar parte de una bolsa a la que recurre SAMU cuando es necesario incorporar personal para las distintas misiones de la organización, como traslado de pacientes, funciones logísticas o apoyo psicológico, entre otras acciones.

En total, se han celebrado 75 cursos en 32 días en los que se han formado a 453 personas de diferentes categorías profesionales. La mayoría de ellas (32%) son técnicos en cuidados auxiliares de enfermería (TCAE), seguido de enfermeros (11%), pero también hay técnicos de emergencias sanitaria, estudiantes de Medicina y Enfermería, terapeutas, educadores, monitores, conductores, personal de limpieza, costureras, personal de mantenimiento y logística, personal de lavandería y trabajadores sociales, entre otros.

Tanto el número de cursos que se celebraban al día como sus participantes ha ido disminuyendo conforme pasaban los días y los alumnos respondían más a perfiles concretos en función de las necesidades del momento. “Los últimos días hemos formado a tres curas, ya que muchos de los pacientes del Hotel Alcora y de la Residencia del Tiempo Libre de La Línea, todos ellos ancianos, son religiosos y reclamaban la presencia de un sacerdote”, explica Carlos D. Luján Martínez, miembro de Escuela SAMU. “Se ha formado incluso a una peluquera para que pudiera entrar en el Hotel Alcora y acicalar a los pacientes que recibían el alta médica”.

Otro dato interesante es el número de personas que se han ofrecido como voluntarios durante esta crisis sanitaria a través de la web de SAMU. Desde el 26 de marzo hasta el 23 de abril, SAMU ha recibido a través de su web 1.080 solicitudes de voluntarios de toda España. De este total, 854 provienen de Andalucía y 607 de la provincia de Sevilla. Una vez más, la mayoría de ellos son TCAE, seguidos de estudiantes de Enfermería y Medicina, trabajadores sociales y conductores.

SAMU y TESMA suspenden el Crisis Task Force 2020 por el Covid-19

La dirección del ejercicio Crisis Task Force 2020 (CTF), formada por máximos responsables de Escuela SAMU y Técnicos de Emergencias Sanitarias en Mallorca (TESMA), se ha visto obligada a aplazar sine díe su celebración como consecuencia de la crisis del coronavirus.

La primera fecha programada para este evento era los días 21, 22 y 23 de abril. Aunque se valoró posponer el simulacro al 9, 10 y 11 de junio, las circunstancias obligan a los organizadores a otear, como pronto, el último trimestre del año para llevar a cabo esta edición.

Crisis Task Force, uno de los ejercicios de simulación de urgencias y emergencias sanitarias más importantes del país, traslada este año por primera vez su sede de Andalucía a las Islas Baleares. De la mano de TESMA, la organización ha puesto en marcha un despliegue logístico, profesional e institucional del máximo nivel. Las entidades han valorado CTF como una oportunidad única para trabajar una metodología real de entrenamiento y de calibración de sus capacidades de respuesta ante cualquier situación de emergencia. Pero por ahora, habrá que esperar para hacerlo realidad.

“La situación nos desborda en un auténtico ejercicio interinstitucional y global. Estamos en una crisis inusitada, por lo infrecuente de su presentación, que es lo que ha desbordado todas las previsiones. Crisis Task Force hay que hacerlo porque hay que estar preparado para lo inesperado. Ése es el único objetivo que tienen nuestros ejercicios y por eso hoy os animo a mantener el entusiasmo para que en nuestra próxima edición podamos identificar qué hemos aprendido en esta situación tan inédita y agresiva. Tenemos que estar de nuevo en todo lo que signifique prepararse para lo inesperado”, ha subrayado el Dr. Carlos Álvarez Leiva, presidente de Fundación SAMU.

La edición 2020 de Crisis Task Force cuenta con el apoyo de, entre otros, la dirección general de Emergencias 112, SAMU 061 de Palma GSAIB, Salvamento Marítimo, el Instituto Balear de la Naturaleza, la Universidad de las Islas Baleares, Cruz Roja, Protección Civil, Bomberos del Consell de Mallorca y el Ayuntamiento de Andratx.

Apoyo psicológico frente al Covid-19: La voz al otro lado del teléfono

Un gabinete formado por doce psicólogos de SAMU, principalmente de la clínica de salud mental SAMU Wellness, y de consultas privadas, todos ellos especializados en Psicología Clínica, ofrecen apoyo psicológico a pacientes y familiares del Hotel Alcora (Sevilla) y la Residencia de Tiempo Libre El Burgo de la Línea de la Concepción (Cádiz). Estos profesionales también asisten a trabajadores de SAMU que intervienen en el traslado de pacientes en Madrid o en alguno de los centros medicalizados mencionados anteriormente. Desde que se puso en marcha este servicio a finales de marzo, se han realizado más de 400 intervenciones psicológicas.

“El proyecto nació tras observar la magnitud creciente de los casos y las medidas de confinamiento tomadas para su prevención. Pensamos en las consecuencias psicológicas que podría sufrir la sociedad y cómo podríamos ayudar desde nuestra experiencia. Al mismo tiempo, se estaban gestando dos proyectos sanitarios dentro de SAMU: la apertura del Hotel Alcora como centro medicalizado de recepción de pacientes positivos derivados de residencias de ancianos, y el traslado de personas mayores de la residencia de Alcalá del Valle hasta la Residencia de Tiempo Libre El Burgo, en La Línea de la Concepción”, explica Roberto Alconada Padilla, psicólogo de SAMU Wellness y coordinador de este proyecto.

El trabajo de estos psicólogos se basa principalmente en gestionar la angustia de los familiares de los pacientes ingresados, ofrecerles información sobre su traslado y estado de salud, contener las respuestas emocionales a la situación de crisis que se presenta por tener a un familiar positivo en Covid-19 y ofrecerles herramientas para afrontar la situación cuando la persona se ve desbordada. Todo ello, de forma telemática.

“Otro trabajo ha sido el de gestionar la angustia de los propios usuarios ingresados. Muchos de ellos han presentado sintomatología ansioso-depresiva, crisis de angustia y desorientación”, continúa Roberto Alconada.

También se ofrece apoyo y tratamiento psicológico a los profesionales sanitarios, piezas claves en este proceso. “Estar lejos de la familia, o exponerse a situaciones de riesgo y de desgaste por los equipos de protección individual utilizados durante la jornada laboral pueden llevar a un desbordamiento de la situación que puede desencadenar en síntomas postraumáticos”, señala.

Las intervenciones se realizan de forma telefónica o por videollamada. Dependiendo del caso, se hacen sesiones diarias, semanales o quincenales.

“Lo más duro son las situaciones de duelo tras el fallecimiento de un familiar. Los familiares no pueden despedirse en condiciones de su ser querido. En el mejor de los casos podrán despedirse del difunto una vez acabe la crisis, fecha que nadie conoce. Por esta razón, en los centros gestionados por SAMU, la realización de videollamadas es algo primordial y de vital importancia”, destaca el psicólogo. “Estar lejos de un familiar contagiado resulta una situación vital estresante, más aún si la persona está en fase terminal. Para la familia es muy importante estar ‘presente’ aún en la distancia. Poder acompañar a su padre o madre en sus últimos días permite que la situación posterior de duelo sea más fácil de llevar”.

“También estamos tratando duelos de familias a las que no se les ha permitido despedirse de su ser querido en otros hospitales de España. Nos estamos encontrando familias muy desbordadas, situaciones que pueden desencadenar en duelos complejos por la mala gestión del fallecimiento. Nuestro gabinete de psicología acompaña a la familia antes, durante y después del fallecimiento”, continua Roberto Alconada.

El psicólogo de SAMU Wellness destaca que a la sociedad no se le ha preparado para esta pandemia y que cada persona tiene que utilizar sus propios recursos para hacer frente a esta situación. “Si contamos con herramientas útiles saldremos airosos de esta crisis, pero si las herramientas con las que contamos (o la situación en la que nos encontramos) no son las mejores, contar con un equipo de psicología que pueda ayudarnos a adquirir estrategias de afrontamiento más adaptativas es algo muy beneficioso. Saber que al otro lado del teléfono hay una persona que te escucha, entiende por lo que estás pasando y te ofrece técnicas para gestionar la situación hace que la situación de crisis se lleve de una forma más saludable y con el menor impacto emocional posible”.

José Antonio Rodríguez, ‘Sabiduría’, TES: “En SAMU llevamos años preparándonos para esto”

José Antonio Rodríguez (Sevilla, 1973) -conocido por sus compañeros como ‘Sabiduría’- formó parte el 21 de marzo del primer equipo de profesionales de SAMU que acudió a Madrid para colaborar en el traslado de mayores infectados por el Covid-19, misión en la que ha participado durante 25 días.

—Tras 25 días de duro trabajo en Madrid, ya está en casa. ¿Cómo ha sido la vuelta?
—He estado unos días en aislamiento de manera preventiva, ya que he trabajado casi un mes con pacientes infectados con coronavirus. Me han hecho las pruebas y los resultados han dado negativo. Pocas horas después de conocer el resultado, me fui a Escuela SAMU, donde trabajo desde hace más de un año en el área de logística.

—¿Por qué decidió presentarse voluntario para participar en la misión de apoyo a Madrid en plena crisis sanitaria?
—Mis compañeros dicen que me apunto a un bombardeo. Lo cierto es que hago mucho voluntariado y me gusta ayudar a los demás. Antes de entrar a estudiar en SAMU, ya colaboraba con Protección Civil. Yo soy así y mi familia ya está acostumbrada.

—¿Cuál fue su impresión al llegar a Madrid?
—Fue una sensación muy extraña. No reconocía la ciudad. Yo conozco Madrid en otras circunstancias, llena de gente y con atascos. Madrid estaba vacía. No había nadie en la calle. Los madrileños ya llevaban 10 días confinados cuando llegamos. Sabías que estabas en Madrid pero no la sentías.

—¿Cuántos profesionales eran en el primer contingente?
—Éramos tres personas, dos Técnicos de Emergencias Sanitarias y una enfermera. Fuimos un poco a modo de avanzadilla, como apoyo asistencial. No sabíamos muy bien qué nos íbamos a encontrar, pero lo cierto es que antes de que llegáramos ya nos estaban esperando.

—¿A qué se refiere exactamente?
—Después de ocho horas de viaje, directamente, sin ni siquiera pasar por el hotel para dejar nuestras cosas, tuvimos que trasladar a tres pacientes contagiados desde las residencias de mayores en las que vivían hasta un hospital. En uno de los traslados tardamos una hora en llegar, y eso que no había tráfico. No conocíamos el terreno, utilizábamos el GPS.

—¿Cómo ha vivido estas situaciones a nivel personal?
—Ha sido una experiencia brutal, con muchos sentimientos encontrados. Tú tienes unas costumbres, una formación. En tu ser está atender a todo el mundo. Pero cuando llegas a un hospital y te echan para atrás a un paciente enfermo, te rompen tus esquemas. Cada vez que salías con la ambulancia era una aventura. Nunca podríamos habernos imaginado lo que ha ocurrido.

—¿Cuántos traslados realizaban al día?
—Depende. Había días en los que podíamos hacer tres o cuatro traslados y otros, siete. Lo malo era que no conocíamos el terreno, que nos movíamos por toda la Comunidad de Madrid y había trayectos muy largos.

—¿Cómo ha sido la relación con el resto de profesionales de Madrid? ¿Cómo les recibían?
—Muy bien. El SUMMA 112 nos ha apoyado mucho. También hemos tenido el respaldo de los bomberos y de la UME (Unidad Militar de Emergencias), con los que hemos colaborado en varias ocasiones. Nos conocían como los sevillanos, estábamos en todos lados. Nosotros teníamos la base en el mismo hotel donde nos quedábamos a dormir. Todos los que estábamos en el hotel éramos sanitarios que habían decidido dormir lejos de sus familias mientras durara la crisis por precaución. La Policía también venía a vernos, nos preguntaba si necesitábamos algo y nos ayudaba con la revisión de los vehículos.

—¿Cuál ha sido el momento más duro de esta misión?
—El día que clausuraron una residencia con 40 abuelos, 20 de ellos sin posibilidad de movilidad, y tuvimos que repartirlos entre hospitales y residencias de la zona. Ese fue un día de mucha tensión. Aunque, sin duda, los primeros días fueron los peores, cuando trasladabas a un abuelo a un hospital y al día siguiente preguntabas por él y había fallecido. Eso te desanimaba.

—¿Cómo conseguían animarse tras estas situaciones?
—El apoyo de los compañeros y de los vecinos ha sido fundamental. En estas situaciones es muy importante el apoyo de la persona que tienes al lado y yo he tenido suerte. A mi lado he tenido compañeros maravillosos.

—¿Sigue activa la misión?
—Sí, hay nueve compañeros que siguen en Madrid.

—Por curiosidad, ¿por qué sus compañeros le llaman ‘Sabiduría’?
—¿Se ha fijado en mi año de nacimiento? Yo entré en la Escuela para estudiar el curso de FP de TES hace unos tres años. Todos mis compañeros tenían veintipocos años. Yo era el padre de todos y empezaron a llamarme Sabiduría y con ese apodo me he quedado.

—¿Por qué decidió estudiar en Escuela SAMU?
—Me dedicaba a la osteopatía y la acupuntura. También estuve en Protección Civil y surgió la oportunidad de estudiar el curso de TES, que me interesaba mucho. Estuve viendo diferentes centros y cuando conocí las instalaciones de Escuela SAMU en Gelves lo tuve claro: dónde iba a estudiar mejor que aquí.

—¿Recomendaría a sus conocidos estudiar en Escuela SAMU?
—Mucho. De hecho, mi hijo de 16 años está estudiando allí ahora el curso de FP de Técnico de Emergencias Sanitaria, lo mismo que hice yo.

—¿Cree que la formación recibida ha sido la adecuada?
—Muchas veces, en los simulacros y acampadas, nos preguntábamos para qué nos iba a servir una formación de esas características a nosotros. Y aquí estamos, en plena crisis sanitaria de alcance mundial. El jefe [Dr. Carlos Álvarez] tenía razón. Siempre ha tenido visión de futuro. SAMU lleva años preparando a sus alumnos para una crisis así.