Concepción Lissen (SAMU First Response)

Concepción Lissen: “El voluntariado es mi vocación”

Concepción Lissen Villadiego (Sevilla, 1985) trabaja desde 2019 en SAMU como PTIS (personal técnico en integración social) en dos colegios. Este verano, cuando SAMU pidió entre sus empleados voluntarios para impulsar su proyecto en EEUU, ella no dudó en embarcarse en esta aventura.

—¿Cómo fueron sus inicios en SAMU?
—Trabajo en SAMU desde 2019. Comencé en el departamento de Desarrollo cuando aún lo dirigía José Antonio Trujillo (actual adjunto a la dirección general de SAMU). Trabajaba como técnica en licitaciones públicas, coordinando los proyectos técnicos del área. Luego formé parte del departamento de Dependencia e Inclusión Social como educadora en la Residencia San Sebastián de Cantillana y en la Unidad de Estancia Diurna San Lucas, en Sevilla. Y hace un año contaron conmigo como PTIS (Personal Técnico en Integración Social) en el área de Intervención Socioeducativa y de la Mujer, que dirige Concepción Pérez. Actualmente, trabajo como PTIS en dos colegios de la localidad sevillana de La Rinconada, donde he podido seguir fortaleciendo mi experiencia con personas con TEA (trastornos del espectro autista), siempre de la mano de compañeras pedagogas y maestras, pero con gran libertad para opinar. Siento que mi figura es muy valorada y, por ello, le estoy muy agradecida a mis compañeros y superiores.

—Este verano, SAMU pidió voluntarios entre sus trabajadores para impulsar su proyecto con migrantes en Estados Unidos y no dudó en formar parte de esta aventura. ¿Qué le motivó a hacerlo?
—He participado con anterioridad en otros voluntariados de Fundación SAMU y las experiencias vividas siempre han sido magníficas, por esta razón decidí lanzarme de nuevo. Este tipo de proyectos me entusiasman y me hacen crecer y madurar personal y profesionalmente. Me gusta vivir en un continuo aprendizaje y observar las oportunidades que surgen a mi alrededor por si tengo la suerte de poder formar parte de ellas.

—Los voluntarios que participan en el proyecto de SAMU en Estados Unidos lo hacen durante sus vacaciones. ¿Merece la pena?
—Para mí, merece mucho la pena. Entras en una realidad diferente a la que vives a diario dentro de tu zona de confort. Romper con tus costumbres te permite crecer, especialmente cuando las personas a las que ayudas te cuentan sus historias y sus duras vivencias. Es entonces cuando valoras más y mejor lo que te ha tocado vivir. Aquí aprendes con solo estar. Y si trabajas para ayudarles, ese aprendizaje se duplica. Por esa razón, antes de viajar a Estados Unidos, no dudé en ajustar todo mi trabajo pendiente, mis días libres e, incluso, el apoyo que habitualmente ofrezco a mi familia para poder realizar este voluntariado. El voluntariado es mi vocación.

—¿Cómo se enteró de que SAMU buscaba voluntarios para su proyecto en EE.UU.?
—Desde el área de Intervención Socioeducativa y de la Mujer, al cual pertenezco, mandaron un correo electrónico con la petición de voluntarios a todos los miembros del equipo, petición que contesté al segundo. Unos días más tarde, se pusieron en contacto conmigo para conocer mis datos personales y mi disponibilidad, y, poco después, me dieron la noticia de que podía formar parte de la misión.

—Ha comentado antes que ya había participado con anterioridad en otros proyectos de SAMU que requerían voluntarios. ¿Podría decir en cuáles?
—La primera vez que me ofrecí como voluntaria fue durante la pandemia del Covid-19. En aquella ocasión, formé parte del servicio de urgencias dirigido a personas sin hogar que Fundación SAMU gestionó, por iniciativa del Ayuntamiento de Sevilla, en el polideportivo de Rochelambert. También formé parte como voluntaria, aunque de forma muy breve, de los dispositivos dirigidos a menores durante la última crisis migratoria en Islas Canarias. Y durante este año, dos veces al mes, he colaborado junto con la Asociación Zaqueo en los talleres de justicia restaurativa desarrollados en el centro penitenciario Sevilla I. Todas estas experiencias han sido enormemente satisfactorias para mí, por ello busco continuamente poder participar en misiones o proyectos de Fundación SAMU. Lo que más valoro y destaco es la familia que se crea en este tipo de misiones, cómo aprendes a convivir y a cuidar del equipo para que el trabajo sea un éxito y poder disfrutar juntos de este tipo de experiencias tan gratificantes.

—Todas las misiones en las que ha participado hasta el momento han sido a nivel nacional.
—Sí, esta es la primera vez que participo en una misión internacional, y no descarto hacerlo en cuantas me sea posible en un futuro.

—¿Qué esperas de tu voluntariado en SAMU First Response, la filial de SAMU en EE.UU.?
—Espero poder aportar mi experiencia en SAMU para que el proyecto vaya hacia delante y aprender de mis compañeros y de las duras vivencias que las personas usuarias nos aportan cada día. Este voluntariado es también una forma de crecer personalmente. Me ha permitido salir de mi zona de confort, aprender a enfrentarme sola a nuevos retos y conocer, además, a nuevos compañeros con los que hacemos vida de familia. Simplemente espero que, personalmente, esta experiencia me haga crecer y ser un poquito mejor.

—¿Cuánto tiempo permanecerá en EE.UU.?
—Pertenezco al tercer contingente. Llegamos el 23 de julio y nos marchamos el 3 de septiembre, 42 días en total.

—¿Qué funciones desempeña dentro de esta misión?
—Una de las funciones que realiza SAMU First Response es recibir y atender a los inmigrantes, la mayoría de ellos procedentes de Venezuela, que llegan a Washington DC en autobús desde Arizona y Texas, y ayudarles a llegar a su destino final. La misión de los voluntarios es apoyar al equipo local en EE.UU. En concreto, nuestro papel consiste en formar al equipo de SAMU, además de colaborar con la parte administrativa y técnica de esta misión.

—¿Cuáles son las principales necesidades que habéis detectado entre las personas que atendéis?
—Nos hemos encontramos con personas desamparadas y con muchas inseguridades. Viven con una enorme incertidumbre con respecto a su futuro próximo. Suelen venir en familia, con niños, incluso mujeres embarazadas. Estas personas llegan a nosotros tras muchos días de duro viaje y experiencias extremas, que hace que su sufrimiento sea muy elevado. Presentan necesidades de aseo, de acompañamiento, de descanso, de tranquilidad, reclaman, sin hacerlo directamente, una escucha activa, algo de comer y ser tratados con cariño y humildad. Su actitud es de entrega, de apoyo y de eterno agradecimiento que expresan a través de su educación, sus miradas y su acercamiento a nosotros. En estos días, he llegado a pensar que tan solo con el tono de voz adecuado para dirigirnos a ellos ya les aportamos serenidad y descanso.

—¿Cuántas personas formáis el grupo de voluntarios?
—Actualmente somos 7 las personas que colaboramos en la misión, pero si tenemos en cuenta los compañeros de contingentes anteriores, somos 13 en total. Nos hemos unido sevillanos, gaditanos, granadinos y madrileños.

—¿Cuál es el ambiente que se respira entre el equipo de voluntarios?
—Siento que somos una familia. Hacemos vida juntos continuamente. El ambiente es muy bueno, de apoyo y de aprendizaje constante. Valoro mucho haber encontrado un grupo de estas características. Somos una piña. Tenemos incluso un nombre, Equipo Fenix, y un nombre de un lugar para cada uno de nosotros.

—¿Recuerda con especial cariño alguna anécdota o experiencia vivida?
—Cuando llegan las personas usuarias en los autobuses y empezamos a atenderlos, a veces, nos miran fijamente a pesar de hablar todos el mismo idioma y siempre nos preguntan de dónde somos. Después, suelen decirnos que hablamos de forma diferente y se ríen. Yo siempre les digo que en Andalucía hablamos muy rápido, pero, es cierto que, a veces, tengo que echar el freno y reducir la velocidad para que me entiendan bien.

—¿Qué es lo más gratificante para usted de todo el trabajo que está realizando en EE.UU.?
—Lo más gratificante para mí está siendo conocer historias diferentes y poder ver una realidad que en absoluto tenía en mi cabeza y que para mí era totalmente desconocida. Conocer a los trabajadores estadounidenses de SAMU también ha sido una gran experiencia, poder trabajar codo con codo con ellos y contarles cada día mi forma de trabajar en Sevilla. Poder transmitirles mi experiencia es una de las mejores cosas que me llevo de esta aventura. Todo ello unido al apoyo que siento cada día por parte de mi coordinador y mis compañeros, algo que me hace trabajar con ganas e ilusión.