SAMU en el Hotel Ilunion Alcora de San Juan de Aznalfarache (Sevilla)

Cara a cara con la pandemia que cambió el mundo, el Covid-19

Los años 2020 y 2021 están grabado a fuego ya para siempre en nuestra mente y en las páginas de nuestra historia más reciente. Estos funestos años marcados por la pandemia del Covid-19 han sacudido al mundo entero y han borrado de un plumazo los buenos propósitos que nos marcamos aquellos primeros días de 2020, cuando algunos veían con incredulidad y asombro, y otros con sorna, que los chinos se encerraran en sus casas o batieran un récord al construir un hospital en diez días. El motivo, un virus hasta entonces desconocido que a finales de diciembre de 2020 ya se había cobrado la vida de 1,8 millones de personas en todo el planeta y había provocado más de 100 millones de casos, además de un fuerte impacto socioeconómico en todo el mundo. 2020 ya se fue, pero 2021 no está siendo mucho mejor. Todas nuestras esperanzas están puestas en la vacunación.

La participación de SAMU en la lucha contra el coronavirus ha sido excepcional desde el primer día, situándose en la primera línea de batalla incluso antes de que se decretase el primer estado de alarma en España.

En enero de 2020, antes incluso de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarase la emergencia internacional por el brote originado en la población de Wuhan (algo que ocurrió el 30 de enero), SAMU constituyó una comisión de seguimiento del coronavirus ante el alto y latente riesgo de aparición de casos en España y, además, se revitalizaron protocolos dentro su propio equipo con diversas acciones. La primera se realizó el 27 de enero con la celebración de un simulacro de atención a posibles pacientes infectados por coronavirus en las instalaciones de Escuela SAMU en Gelves (Sevilla).

Varios técnicos e inspectores asistieron al despliegue de una estructura especial para aislar a posibles infectados hasta su llegada al centro hospitalario de referencia. Los equipos repasaron al detalle el protocolo específico que debe seguirse para actuar ante casos de pacientes que sufren patologías infecciosas. Tras la parte teórica y de planificación, pasaron a la acción con los trabajos de atención instalando una estructura con tres niveles de protección: la protección individual de los profesionales (EPI), el encapsulamiento de la UVI-Móvil (con un recubrimiento integral de la ambulancia con plásticos) y el aislamiento específico del paciente. El ejercicio contó con el seguimiento sobre el terreno de numerosos medios de comunicación y tuvo una amplia repercusión en distintas televisiones de alcance regional y nacional.

Apenas 15 días después de la declaración del primer estado de alarma por parte del Gobierno de España y la obligación del confinamiento domiciliario, SAMU ya prestaba cobertura a varios dispositivos por encargo de la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía, especialmente en la provincia de Málaga, y había desplazado a Madrid tres unidades medicalizadas (UVI móviles), un vehículo de alta capacidad y cuatro unidades de voluntarios compuestas por cerca de una veintena de profesionales, entre médicos, enfermeros y técnicos de emergencias, para colaborar en la operación que la Comunidad de Madrid estaba desarrollando para trasladar a mayores infectados por el Covid-19 desde residencias de ancianos hasta centros hospitalarios de la comunidad.

Ésta era una actividad muy exigente física y emocionalmente porque obliga a los sanitarios a trabajar durante horas con medidas de protección individual que le distancian del paciente y que son incómodas. Por si fuera poco, al terminar el servicio se añadía el proceso de desvestido y descontaminación, que exige el seguimiento de protocolos estrictos. “Es cuidar de ti para cuidar de los tuyos”, comentaba entonces Juan González de Escalada, director del área de Emergencias de SAMU.

De manera paralela, SAMU también participó en el traslado de un total de 28 pacientes de una residencia de mayores de Alcalá del Valle, en la provincia de Cádiz. Esta misión, autorizada por la Junta de Andalucía, se puso en marcha tras detectarse un brote de coronavirus en dicha residencia, en la que se vieron afectados varios ancianos y profesionales.

En un primer momento, hasta esta residencia acudió un equipo de seis profesionales de SAMU formado por un médico, un enfermero, dos técnicos de emergencias sanitarias y dos técnicos en cuidados auxiliares de enfermería. El equipo, liderado por el enfermero Andrés Rodríguez, realizó un reconocimiento de la situación y, tras valorar las diferentes opciones y el estado de los ancianos, se decidió trasladarlos a un hospital de campaña que el propio SAMU levantó y gestionó en la Residencia del Tiempo Libre El Burgo, en La Línea de la Concepción. Además, se procedió a la desinfección de la residencia de mayores.

En el traslado de pacientes participaron un autobús, seis ambulancias colectivas y dos ambulancias de Soporte Vital Avanzado, todos ellos recursos de SAMU. Durante el trayecto, de dos horas de duración, los sanitarios estuvieron escoltados por la Policía Nacional. Al mismo tiempo, otro equipo de cinco profesionales levantaban el hospital de campaña en La Línea. Unos 25 profesionales de SAMU participaron de forma directa en este dispositivo. “He estado en muchas misiones humanitaria en países como Siria o Libia, pero nunca pensé ni imaginé que iba a vivir una situación como ésta en Europa”, reconocía entonces Andrés Rodríguez, supervisor del hospital de campaña levantado en La Línea.

Al mismo tiempo, SAMU prestó servicio en Málaga, donde trasladó a los hospitales a una media de tres o cuatro pacientes al día. Además, la Empresa Pública de Emergencias Sanitarias (EPES) pidió a SAMU que diseñase un plan de contingencia con hasta 150 trabajadores más, listos para trabajar en distintas escalas de gravedad. Afortunadamente, el personal de SAMU ha recibido formación en manejo de trajes de NBQ y muchos ya están acostumbrados a trabajar en entornos de posibles infecciones bacteriológicas, según Juan González de Escalada.

Hotel Alcora

En este contexto, en un tiempo récord, el equipo de SAMU logró levantar, por orden de la Junta de Andalucía, un centro asistencial el el Hotel Ilunion Alcora de San Juan de Aznalfarache (Sevilla) con cinco salas medicalizadas, boxes de cuidados intensivos y habitaciones habilitadas para el descanso del propio personal sanitario. Este recurso tenía capacidad para 110 personas, todos ellos ancianos contagiados procedentes de diferentes residencias de ancianos de la provincia de Sevilla. La edad media de los pacientes rondaba los 84 años. Algunos eran totalmente autónomos y estaban orientados pero también había otro grupo de pacientes que eran grandes dependientes y que necesitaban asistencia para todas las actividades básicas del día a día.

En este dispositivo trabajaron 109 personas entre personal de mando y control, cocineros, técnicos de emergencias sanitarias (TES), técnicos de cuidados auxiliares de enfermería (TCAE), enfermeros, médicos, personal de limpieza, logistas y personal de bioseguridad. En los 40 días que estuvo activo este recurso, 64 ancianos superaron el coronavirus y regresaron a casa con sus familiares o a sus residencias de origen.

Sólo durante los peores momentos de la primera oleada de la pandemia, SAMU gestionó cinco dispositivos de urgencias y emergencias contra el Covid-19 en Madrid, Andalucía y Castilla-La Mancha, al tiempo que formaba a personal en bioseguridad, captaba y capacitaba a voluntarios de distintos perfiles y fabricaba material sanitario como mascarillas y equipos de protección individual en su propio taller.

Además, un gabinete formado por doce psicólogos de SAMU, principalmente de la clínica de salud mental SAMU Wellness, y de consultas privadas, todos ellos especializados en Psicología Clínica, ofrecieron apoyo psicológico a pacientes y familiares del Hotel Alcora y la Residencia de Tiempo Libre El Burgo. Estos profesionales también asistieron a trabajadores de SAMU que intervinieron en el traslado de pacientes en Madrid o en alguno de los centros medicalizados mencionados anteriormente. El trabajo de estos psicólogos se basaba principalmente en gestionar la angustia de los familiares de los pacientes ingresados, ofrecerles información sobre su traslado y estado de salud, contener las respuestas emocionales a la situación de crisis que se les presentaba por tener a un familiar positivo en Covid-19 y ofrecerles herramientas para afrontar la situación cuando la persona se veía desbordada. Todo ello, de forma telemática.

Una vez estabilizada la situación en España tras la primera ola, en agosto de 2020, un equipo de intervención de catástrofes de SAMU formado por 30 sanitarios viajaron a El Salvador en respuesta a la petición de ayuda que el propio Gobierno salvadoreño realizó a Fundación SAMU a principios de julio para poder hacer frente a la crisis sanitaria que estaba causando la Covid-19 en el país centroamericano.

Los objetivos principales de SAMU en esta misión eran responder a las necesidades de asistencia médica de todos los casos hospitalizados de Covid-19 que les fueron asignados, proporcionar capacitación a todo el personal de salud clínica local en el Hospital Nacional El Salvador y reforzar el diseño y despliegue logístico para los procesos de vestido y desvestido de intervinientes, así como para la descontaminación de pacientes e intervinientes de las instalaciones que les fueran solicitadas.

Durante la segunda, tercera y cuarta ola, SAMU ha seguido al pie del cañón luchando contra el coronavirus a través de diferentes acciones y dispositivos. Así, a finales de septiembre de 2020, un equipo de enfermeros y técnicos en emergencias sanitarias de SAMU y SAMU Wellness bajo la dirección médica del doctor Carlos Álvarez Leiva actuaron de forma altruista durante más de un mes en el convento de Santa Paula de Sevilla, donde 14 de las 19 monjas que allí viven dieron positivo en coronavirus.

Más tarde, el 18 de enero de 2021, otro equipo de 25 profesionales de SAMU, entre médicos, enfermeros, técnicos en cuidados auxiliares de enfermería, técnicos en emergencias sanitarias y técnicos de bioseguridad, se desplazó hasta el Campo de Gibraltar con el objetivo de prestar asistencia sanitaria en cuatro residencias de mayores de esta comarca con varios casos de coronavirus entre sus residentes.

Y en junio de este mismo año, una veintena de enfermeros y técnicos de emergencias sanitarias de SAMU viajaron a Costa Rica bajo el mando del enfermero Andrés Rodríguez Holst en misión humanitaria ante el incremento incontrolado de los casos de Covid-19 para apoyar a los sanitarios del país. El equipo de SAMU permaneció en Costa Rica más de tres semanas atendiendo urgencias no Covid en dos hospitales de campaña instalados en las inmediaciones del Hospital de San Vicente de Paúl, en Heredia.

Afortunadamente, la vacuna ya ha llegado a SAMU. La Residencia San Sebastián de Cantillana (Sevilla) fue el primer recurso de Fundación SAMU en recibir las esperadas vacunas. Usuarios y trabajadores del centro recibieron la primera dosis el 7 de enero, como si de un regalo de Reyes se tratase. Cinco días después, el 12 de enero, fue el turno de la Residencia Santa Ana de Sevilla, el Alojamiento Tutelado El Alfar de Gijón (Asturias) y la Residencia El Sauzal, en Tenerife. Un día después, el 13 de enero, las vacunas llegaron a la Residencia Santa Teresa de Villafranca de los Caballeros (Toledo). Todos estos recursos residenciales están especializados en la atención a personas con discapacidad intelectual con o sin trastorno de conducta y forman parte de la primera fase del plan de vacunación nacional, en el que se incluyen sanitarios y residencias de mayores.

Cuando empezó la pandemia había un objetivo principal para todos los países del mundo: aplanar la curva de contagios. Con la llegada de la vacuna, la meta es acelerar la curva de la vacunación para inmunizar a millones de personas en tiempo récord: un desafío logístico y médico nunca antes realizado a escala mundial.