Graciela Martín Benasco. Directora del Centro de Menores de Día de Maneje, junto a su equipo

Graciela Martín, directora del Centro de Menores de Día de Maneje: “Mi objetivo es hacerle la vida más bonita a los niños”

Graciela Martín (1980, Arrecife, Lanzarote) lleva 23 años trabajando en centros de menores residenciales como auxiliar técnico educativa, educadora y en puestos de dirección. Actualmente, dirige el recurso de día Maneje, gestionado por Fundación SAMU desde 2022.

—Desde 2022, Fundación SAMU gestiona el Centro de Día Maneje, dirigido a menores, pero anteriormente ya estuvo en funcionamiento.
—Sí, el recurso abrió sus puertas por primera vez el 20 de noviembre de 2012, el Día Internacional del Niño. En aquella época, el centro era gestionado por el Ayuntamiento de Arrecife, pero, durante los dos años de pandemia, cerró forzosamente sus puertas. Tras la crisis sanitaria, el gobierno local sacó a concurso este recurso, y Fundación SAMU apostó por su gestión.

—¿Qué supuso para usted este cambio de gestión?
—Estoy agradecida a la Fundación SAMU, ya que apuesta por la promoción interna. Yo trabajaba en el Centro de Menores de Tinajo, en Lanzarote, y con este cambio de gestión, SAMU me propuso cambiar de recurso y empezar a gestionar el Centro de Día de Maneje. Para mí ha sido todo un reto, ya que empezábamos prácticamente desde cero, sin protocolos de ningún tipo ni gestión interna. De hecho, tuvimos que darle una vuelta a la decoración de las instalaciones porque eran muy infantiles y no tenían vida.

—¿De cuántas plazas dispone este recurso?
—El centro cuenta con 20 plazas para niños y niñas que están en situación de prevención y riesgo familiar.

—¿Cómo son seleccionados estos menores?
—Los trabajadores y educadores sociales del Ayuntamiento de Arrecife son quienes proponen y deciden, junto con el equipo educativo del Centro de Día de Maneje, qué niño, niña o grupo de hermanos entran en el recurso. A partir de este momento, ambos equipos trabajan en coordinación: el equipo educativo de Maneje trabaja con los niños, y el Equipo Municipal Especializado en la Atención a la Infancia y la Familia del Ayuntamiento de Arrecife (EMEAIF), con las familias.

—¿Cuál es el objetivo de este dispositivo?
—Nuestro objetivo principal es que la situación familiar de estos niños y niñas mejore y no acaben en un Centro Residencial Estable en un futuro.

—¿Cuántas personas trabajan en este recurso?
—El equipo de profesionales del Centro de Día de Maneje está formado por Desirée Renda Perera y Nereida Elvira Álvarez, ambas auxiliares técnicos educativo, y por mí, que soy la directora del recurso.

—¿Qué tipo de actividades lleváis a cabo?
—Las actividades que realizamos con los menores van desde el apoyo educativo a talleres de higiene y autonomía personal, talleres lúdicos y de ocio, y actividades especiales con motivo, por ejemplo, del Día Universal del niño, el Día de la No Violencia y la Paz o el Día de Canarias. También realizamos excursiones por la isla e, incluso, dormimos fuera de casa, entre otras actividades. El equipo educativo siempre vela por una buena relación con las familias de los niños que acuden al centro. Les hacemos partícipes de la dinámica de sus hijos en el recurso. El objetivo es fomentar en ellos una mayor implicación. y que trasladen al contexto familiar lo que aprenden aquí. Damos la posibilidad a los padres, madres y otros familiares de que conozcan las instalaciones, al equipo y el funcionamiento diario del centro, pudiendo visitar el recurso cuando deseen.

—¿Cómo es el trato de los menores con los profesionales del centro?
—La relación del equipo educativo con los niños es muy cercana. Con el tiempo, los profesionales van creando vínculos afectivos con los menores que permiten que éstos se abran, que cuenten las experiencias positivas y negativas que viven en casa y que expresen sus sentimientos más profundos. Esto nos hace percibir que ellos sienten que somos una parte importante en sus vidas.

—¿Recuerda alguna anécdota divertida vivida en el centro?
—Una anécdota divertida y que aún hoy recordamos entre risas es aquella en la que un día un menor confundió un trozo de barro con chocolate. Aquella tarde, el chico estaba muy cansado porque no había dormido lo suficiente la noche anterior y se acostó durante un rato en el sofá. Al terminar la hora de apoyo educativo, empezamos un taller de barro. Una de las educadoras, despertó al menor para que participara en la actividad. El niño se sentó en la mesa junto a sus compañeros pero aún estaba un poco adormilado. La educadora le dio, entonces, un trozo de barro para la actividad, y el chico lo confundió con chocolate y fue a metérselo en la boca. La educadora se dio cuenta enseguida y evitó que se lo comiera. Aún hoy, tanto los menores del recurso como las educadoras recordamos aquella ocurrencia y nos reímos a carcajadas.

—¿Qué le aporta profesional y personalmente este trabajo?
—Me siento muy afortunada de haber tenido la oportunidad de pilotar un proyecto tan bonito y especial como éste. Profesionalmente, a lo largo de este año y medio, he aprendido a gestionar otro tipo de recurso que desconocía totalmente, ya que durante toda mi carrera había trabajado en centros residenciales estables. Tanto mi equipo como yo misma entendemos que es un recurso muy necesario en todos los municipios de la isla para poder trabajar desde la prevención y mejorar la situación de esos niños y niñas que se encuentran en contextos familiares desfavorecidos y con escasos recursos económicos.

—Y, por su experiencia y personalidad, ¿qué cree que le aporta usted a un recurso de estas características?
—Me considero, sobre todo, una persona alegre, dinámica, divertida, cariñosa y con mucha empatía. Esto ha hecho que mi trabajo sea mucho más reconfortante, agradecido y fácil. Mi objetivo principal, ya no solo profesionalmente sino como persona, es hacer la vida más bonita y llevadera a los niños y niñas que llegan al centro. Enseñarles que la vida consta de vivencias buenas y otras no tan buenas, darles herramientas para salir fortalecidos de las adversidades que puedan encontrarse a lo largo de sus vidas, de sus propias experiencias, y fomentar la resiliencia. Trabajamos con ellos para que adquieran unas adecuadas habilidades sociales, para que sepan gestionar sus relaciones familiares y sociales y, sobre todo, para que sean conscientes de que, como niños que son, tienen deberes, pero también tienen derechos. Derecho a una vivienda digna, a tener una familia, a la educación, a ir al médico si están enfermos o a ser respetados independientemente de su raza, sexo y religión.